Provincia de Cádiz

El Gobierno achaca al precio que Navantia perdiera el contrato de las fragatas de EEUU

  • "Es una decisión comercial de Estados Unidos y ante eso no hay ni amigos ni enemigos", asegura la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya

Una fragata italiana del tipo Fremm, en la que se basará la nueva familia de buques de la US Navy.

Una fragata italiana del tipo Fremm, en la que se basará la nueva familia de buques de la US Navy. / D. C.

La ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya, ha afirmado este jueves en el Senado que si Navantia perdió el contrato para la construcción de diez fragatas para Estados Unidos fue por el precio ofrecido, ya que el ganador ofreció uno "sustancialmente inferior".

"Es una decisión comercial de Estados Unidos, que la autoridad competente ha tomado por razones de precio y ante eso no hay ni amigos ni enemigos", ha dicho en una comparecencia en la Comisión de Exteriores del Senado ante los reproches y preocupaciones que han expresado los portavoces de PP, Vox y Ciudadanos.

La ministra ha señalado que, según las explicaciones que han recibido de "la autoridad contratante", Navantia estaba "bien posicionada" en el requisito de generar empleo local --se presentaba en alianza con la estadounidense General Dynamics Bath Iron Works--, igual que la empresa que finalmente resultó adjudicataria, la italiana Fincantieri.

Sin embargo, en el segundo elemento, el precio, la oferta de Fincantieri era "sustancialmente menor". "Hay que respetar la decisión de la autoridad y tratar de ser más exitosos la próxima vez", ha concluido la ministra, que ha señalado que el Gobierno "acompaña" a las empresas en este tipo de concursos.

Tras conocerse que Navantia no logró este contrato de la US Navy, valorado en casi 6.000 millones de euros, PP, Vox y Ciudadanos ya habían opinado públicamente que en la decisión podía haber motivos políticos. Aludieron a posibles reticencias de Estados Unidos hacia España debido a la presencia de Podemos en el Gobierno, la polémica por la presencia en el aeropuerto de Barajas de la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, o el episodio del pasado año de la fragata Méndez Núñez, que fue retirada del grupo de escolta del portaaeronaves americano Abraham Lincoln.

La compañía española optaba al contrato junto a su socio Bath Iron Works, filial de General Dynamics, en una relación que se remonta a más de veinte años atrás. De ser adjudicado, este contrato supondría un notable impulso a las posibilidades comerciales de Navantia de cara a exportar el diseño de la F-100 a otros países. Sin embargo, el grueso de la construcción de las fragatas estadounidenses recaería en su socio local y no cabe esperar que se corte chapa en los astilleros de la Bahía de Cádiz, aunque sí tendría una participación significativa la división de Sistemas, con sede en San Fernando.

Navantia aportaba un diseño basado en el de la fragata australiana AWD clase Hobart, que a su vez  deriva de los buques F-100 de la Armada Española, que también han servido como referencia para las fragatas construidas por España para Noruega.  

En el caso del consorcio de Fincantieri, el elemento político ha jugado a su favor. Su filial estadounidense se sitúa en el estado de Wisconsin, que es vital para la reelección de Donald Trump en las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre. Además, su propuesta cuenta con un alto grado de desarrollo técnico, basado en la clase Fremm (Fragata Europea Multimisión), y que tiene unidades en servicio en las marinas de Italia, Francia, Egipto y Marruecos. 

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