Los Guzmanes, el clan que atemoriza Barbate
Sucesos
La Guardia Civil detuvo este lunes a José y Jesús, líderes de una familia conocida en los bajos fondos y que lleva años amenazando los agentes que pretenden poner coto a sus actividades delictivas
La Guardia Civil detiene a los hermanos Guzmán por el altercado en el cuartel de Barbate
La retahíla de altercados protagonizada por el conocido como clan de Los Guzmanes en Barbate es interminable. No hablamos sólo de narcotráfico, también hay amenazas, insultos y violencia contra todo y contra todos. Ni siquiera los agentes del orden se han librado de su furia, hasta el punto que algunos que vivieron en el País Vasco durante años muy duros reconocen que han llegado a sentir más miedo en Barbate que en Euskadi.
Por ello, la detención este lunes de José y Jesús, considerados por la Guardia Civil los principales responsables del último altercado ocurrido la pasada semana en el cuartel de la Benemérita de la localidad, ha sido recibida con alegría en el cuerpo. Además, viene a confirmar que cuando se facilitan los medios necesarios los agentes pueden llevar a cabo su trabajo. Por eso, con refuerzos del GRS (Grupo de Reserva y Seguridad), se pudo entrar en la conocida como zona de El Butano, donde algunos miembros de esta familia poseen unos chalets ilegales colindantes con el parque natural de La Breña, y detener a José, considerado el líder del clan, y a su hermano Jesús.
Los Guzmanes llevan muchos años imponiendo su ley en Barbate. La Guardia Civil no sólo les ha detenido varias veces en alijos de hachís o cocaína, también están seguros de que siguen controlando el mercado del rebujito (la mezcla de heroína y cocaína) en la localidad. “Les gusta mantener a la gente atemorizada. Imponer respeto a base de amenazas y violencia”, cuenta una fuente bien informada en esta lucha por apaciguar ese Barbate que aún se resiste a abandonar la década de los 80.
En mayor o menor medida, los agentes de la Guardia Civil de Barbate tienen claro que no hay operación de narcotráfico que se realice en su zona en la que no estén metidos miembros de este clan. Han pasado hachís en embarcaciones recreativas pero también han traficado con heroína y cocaína. Sobre José, detenido ayer, pesa una condena de cuatro años de cárcel en suspenso después de dos operaciones contra el narco. En una de ellas, la denominada Darknes, se incautaron dos kilos de cocaína. En otra, la denominada Audi, se decomisaron entre 400 y 500 kilos de hachís que habían llegado hasta Barbate en barcas recreativas.
También es conocida en el pueblo su enemistad con otro clan rival conocido como Los Cuervos. Esa rivalidad surgió después de un alijo fallido en el que participaron Los Guzmanes. “Montaron un buen pollo en el cuartel de la Guardia Civil para poder ocultar el robo de la mercancía que ellos mismos habían planeado”, asegura un agente.
Este lunes ni las amenazas, ni los insultos, ni las miradas inyectadas de sangre les libraron de caer en manos de los agentes, cansados de tener que vivir con temor. “No es la primera vez que intentan irrumpir en el cuartel. Nos dicen barbaridades, nos amenazan de muerte a diario, son los más problemáticos de la población”, dice otro agente de la Benemérita. “Nuestro trabajo es muy complicado. Y lo peor es que todavía hay políticos que quitan importancia a lo que sucede aquí. Barbate necesita un enfoque transversal. El pueblo ha entrado en una espiral violenta y no avanza”.
La solución para las asociaciones de la Guardia Civil, como AUGC y Jucil, es dotarlos de más medios. “Se ha visto que cuando nos traen gente podemos hacerles frente, detenerlos, meternos en zonas conflictivas, sacarlos de los pisos donde se parapetan. Si nos dan las herramientas necesarias hay resultados inmediatos”, dicen.
Pero, pese a las detenciones de estos últimos días, pese al despliegue de varias decenas de agentes del GRS llegados desde otras provincias, reconocen que en Barbate “nos hemos sentido muy desprotegidos. Lo de las amenazas de muerte no es algo inédito. Aquí el principio de autoridad es nulo en el pueblo. Ni está ni se le espera. Se respira ese mal ambiente continuo en zonas que todos conocemos de la parte alta del pueblo. Es una pena pero es la realidad. Y los políticos que quieren esconderla hacen un flaco favor a Barbate”.
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