La Semana Santa dejará un impacto económico desigual a nivel turístico en la Sierra. El sector del turismo de interior, que afronta el año más complicado desde hace más de una década, se enfrenta a los condicionantes que traen consigo las restricciones por movilidad, esperando turistas de distintas puntos gaditanos pero cortando de raíz el flujo clásico de visitantes de otras provincias cercanas como Málaga y Sevilla, que se traducirán en pérdidas económicas, sobre todo, por el descenso de pernoctaciones.

Muchos turistas de dentro de la provincia gaditana están apurando hasta última hora por decidirse a pernoctar en la Sierra durante la Semana Santa, con lo que los establecimientos hablan de un “tímido repunte” en las reservas. “A las fechas que hay alojamientos sin alquilar. Esto sería impensable en 2019. La gente no se quiere arriesgar a reservar porque hay la sensación de que todo puede cambiar de un día para otro, que la normativa puede modificarse”, explica Antonio Fernández, presidente de la Asociación de Turismo CIT-Sierra de Cádiz. Cosa parecida pasa en las reservas de casas rurales muy demandas entre grandes grupos familiares o de amigos y que ahora cuesta más alquilarlas por las restricciones en reuniones y por las medidas de distancia social.

Así que fuentes del sector turístico apuntan a que durante esta Semana Santa la inercia será la de mucho movimiento de visitantes próximos durante los días festivos, que echarán el día en los pueblos de la comarca, consumirán en los bares y restaurantes y volverán a sus puntos de partida para dormir. “Estamos a una hora de las grandes ciudades con lo que se intuye que las familias se decidirán por pasar una jornada en la Sierra y se volverán a casa”, explica Antonio Fernández. Los estragos de la pandemia se han hecho notar, también, a la hora de encontrar operativos algunos hoteles y alojamientos.

En Arcos o en Grazalema, por poner ejemplos, propietarios de estos establecimientos decidieron hace meses echar el cierre hasta nuevo aviso ante las cargas económicas que el mantenimiento de estos sitios les suponía sin clientes. En Grazalema, esta Semana Santa están abiertos tres de los cinco hoteles, además del camping. Su oficina de turismo local lleva desde hace días recibiendo llamadas interesándose por las reservas de senderos, las medidas de movilidad... Paco Marín, empleado de este centro, informa de que ya se han agotado los permisos para las zonas de la reserva del parque de Grazalema como el Torreón, la Garganta Verde, el Pinsapar y los Llanos del Ravel, pero el resto de rutas están abiertas para el disfrute.

Eso sí, el sector pide a la ciudadanía el respeto de las medidas de distanciamiento para evitar imágenes como las del pasado puente del Pilar cuando varios pueblos de la comarca se masificaron, condicionando en parte, junto a la incidencia de casos por Covid, el primer cierre perimetral de la Sierra. Aquel cierre y los posteriores han sido un mazazo para alojamientos, bares y tiendas en los pueblos más turísticos de la zona.

Un camarero arreglando mesas en Casa Calvillo, en El Bosque

Antonio Horacio Calvillo, propietario del restaurante y apartamentos Casa Calvillo, en El Bosque, es uno de aquellos empresarios que soportaron jornadas muy duras sin apenas clientes en su establecimiento, teniendo que hacer frente a los pagos económicos que conlleva el negocio. Para estos días festivos espera que la cosa se anime en la zona pues llega mucha clientela de la Bahía, la Janda y la Costa Noroeste.

Eso sí, su cocina como la de muchos otros restaurantes se ha tenido que adaptar a las medidas de aforo. “Se guisa de manera más moderada al tener estas limitaciones”, añade. Y es que las terrazas al aire libre se han convertido en las ‘joyas’ de la corona de los bares. “La gente es reacia a comer dentro pese a que está establecido su aforo. Prefieren esperar para conseguir una mesa fuera”, apostilla. Calvillo es consciente de su ubicación a las puertas de El Bosque, en una zona de mucho tránsito, que puede ayudarle estos días a remontar los malos momentos de los últimos meses. Pero es consciente de que “hay compañeros que lo están pasando muy mal, que no les está llegando clientes”.

Eduardo Pérez, empresario de hostelería en Olvera

Eduardo Pérez es un empresario de Olvera que en plena pandemia no se lo ha pensado dos veces y donde otros vieron nubarrones él oteó una oportunidad. Cogió el hotel de la antigua estación de la Vía Verde en Olvera, que cuenta con restaurante, y poco antes de la crisis de Covid se embarcó también en el restaurante El Corral de la Pacheca, que fusiona comida asiática con la tradicional de la zona.

Pese a la adversidad ha sabido encontrar un hueco ofreciendo alternativas y posibilidades de terraza al aire libre o comida para llevar. Eso ha generado que en plena crisis sanitaria, en vez de despedir a parte de su plantilla haya podido multiplicarla y en estos momentos da trabajo a 10 personas. “Olvera tiene muchas infraestructuras turísticas para acoger a un gran flujo de turistas. Contamos con cuatro hoteles y más de 12 restaurantes”, concluye el empresario.