El acusado de asesinar a su cuñado asegura que nunca quiso matarlo

La exnovia del procesado: "Lo llamé y me dijo que tenía la escopeta preparada y tres balas para matar a mi hermano. Después me llamó él y dijo: ya lo he hecho; le he dado un tiro en el pecho y otro en la cabeza"

El magistrado Francisco Javier Gracia Sanz, que preside el tribunal del jurado.
El magistrado Francisco Javier Gracia Sanz, que preside el tribunal del jurado.
T. Ramos / Cádiz

05 de junio 2012 - 05:01

El acusado de asesinar a su cuñado en Puerto Real en agosto de 2010 aseguró ayer en la Audiencia, en la primera sesión del juicio, que en ningún momento tuvo intención de matarlo: que disparó una primera vez como un acto reflejo mientras ambos peleaban porque estaba nervioso; y que el segundo tiro se produjo durante un forcejeo con un amigo del fallecido pero que no apuntó ni supo hacia dónde fue la bala.

La primera bala le dio en el pecho a la víctima, Guillermo Labrador Pozo, de 25 años de edad. La segunda también: le alcanzó en la cabeza, cuando se encontraba en el suelo. Tres testigos afirmaron ayer que los dos disparos fueron realizados a muy poca distancia. Uno precisó que el procesado hizo el segundo disparo desde muy cerca tras acercarse a la víctima y apuntarle a la cabeza.

El juicio, con jurado, comenzó ayer con esas dos versiones enfrentadas acerca del momento del crimen. También hubo distintos relatos sobre lo que precedió a los disparos.

El procesado, L.C., de unos 23 años de edad, contó que le tenía miedo a su cuñado y que éste era una persona agresiva. "No quería que su hermana estuviese conmigo", dijo el acusado tras relatar una pelea horas antes de los disparos en la que el fallecido le dio un cabezazo. El joven dijo que tuvieron otra bronca la noche anterior. Pero que hicieron las paces.

Antes de la segunda pelea, él pasó la noche consumiendo alcohol, cocaína y MDMA, contó ayer. Mucha cocaína, tres o cuatro gramos, que era lo que tomaba diariamente. ¿De dónde sacaba tanto dinero para comprar tanto?, le preguntó el abogado de la acusación particular. En el mundo de la droga, el dinero va y viene de lo mismo, ¿me entiende, no?, vino a responder el procesado.

Su versión fue que tras la segunda bronca, se fue a su casa. Era domingo. Entonces lo llamó una tía suya y le dijo que se quedase en casa, que no saliese, que Guillermo iba para allá. "Con el miedo, cogí la escopeta para intimidarlo. Yo sé cómo se las gastaba. No venía a hablar conmigo. Yo estaba muy acalorado. Cogí la moto y nos encontramos y discutimos, peleamos. No apunté, no me dio tiempo. Con ese primer tiro me quedé perplejo. Me fui hacia la moto. Y un amigo suyo que iba con él vino y me dio una patada. Forcejeamos. En ese forcejeo se disparó la escopeta. El amigo se fue a socorrer a Guillermo y yo me fui de allí sin saber dónde había dado el tiro".

El acusado negó que hubiese hablado dos veces por teléfono con su entonces novia. Ni para anunciarle que iba a matar a su hermano ni para comunicarle que ya lo había hecho.

Le preguntaron por la escopeta. Un arma de balines trucada que disparaba balas. Dijo que la encontró un mes antes en un casa, en el campo. También unas pocas balas. Pero que no hacía nada, que había estado disparando a unas botellas un día y que ni las rompía.

Se entregó luego en Chiclana, a la Guardia Civil. ¿Por qué no a la Policía? Porque temía que le pegaran una paliza, explicó.

La exnovia del procesado y hermana del fallecido fue el primer testigo. Declaró separada por una mampara de la vista del procesado. Lloraba en varios momentos. Su hermano se enteró de que el acusado la maltrataba, la insultaba, y eso le enfureció, vino a contar. El procesado la insultaba delante de testigos incluso, aseguró la joven.

El domingo ella llamó a su novio. Contó que él le dijo que tenía la escopeta preparada y también tres balas para matar a su hermano. Lo creyó. ¿Por qué?, le preguntaron. Porque es frío y calculador, respondió. Después, dijo, fue él quien la llamó. "Me dijo: ya lo he hecho; le he dado un tiro en el pecho y otro en la cabeza". Ella conocía la escopeta; la había trucado el acusado, comentó.

El amigo del fallecido que iba con él negó la versión del forcejeo y el segundo disparo. Dijo que tras el primer tiro, Guillermo cayó al suelo y él se fue hacia el acusado, le dio una patada y un puñetazo y logró quitarle la escopeta: "La tiré al suelo. Fue un error. Me acerqué a Guillermo para socorrerlo y entonces oí el segundo disparo".

Un testigo explicó que vio al procesado apuntar a la víctima y disparar. Que luego el amigo del fallecido peleó con el acusado y el arma cayó al suelo. Que el amigo se fue a auxiliar a la víctima. Que entonces el acusado cogió la escopeta y disparó hacia donde estaban los otros dos.

Otro testigo dio una versión más precisa de ese segundo disparo. Aseguró que el procesado se acercó a la víctima, que estaba en el suelo, y que a muy poca distancia le disparó en la cabeza. A medio metro. "No fueron disparos casuales", anotó el hombre.

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