El proceso de elaboración de las candidaturas con las que el Partido Popular (PP) de Cádiz concurrirá a las elecciones generales y andaluzas del próximo 9 de marzo se mantiene en suspenso a la espera de conocer el futuro político inmediato del ex ministro de Agricultura y Pesca, Miguel Arias Cañete.

El veterano político jerezano, que fue cabeza de lista al Congreso por esta provincia en los comicios de 2004, deberá decidir en cuestión de pocos días si concurre a estas elecciones como cabeza de lista por otra circunscripción, si va de número dos por Cádiz a las generales por detrás de Teófila Martínez, si acompaña a Rajoy en su candidatura a la Cámara Baja por Madrid o si vuelve a ser, como ya sucediera en las elecciones del año 2000, el cabeza de lista al Senado por la provincia gaditana.

Fuentes del PP de toda solvencia han dejado claro que, salvo la cabecera de la lista por Cádiz al Congreso, que está reservada a Teófila Martínez, Arias Cañete tendrá total libertad para decidir su futuro ya que, no en vano, se ha convertido en esta legislatura en uno de los hombres de confianza de Rajoy en la dirección nacional de esta formación política.

Aunque la resolución no se conocerá hasta mediados de este mes -una vez que se disuelvan las Cortes y se convoquen las elecciones- a día de hoy la opción que gana más enteros es que Arias Cañete lidere la lista del PP al Congreso por Jaén, ocupando el lugar que estuvo reservado en 2004 a otro ex ministro del Gobierno de Aznar, Cristóbal Montoro.

Mientras no se aclare el destino final de Miguel Arias no se podrá despejar las múltiples incógnitas que aún se mantienen en los puestos de salida del PP para las elecciones del 9-M.

Pocas cosas hay claras a día hoy, aunque puede darse por seguro que Teófila Martínez y José Ignacio Landaluce estarán en los puestos de privilegio en la candidatura al Congreso, que Antonio Sanz, María José García-Pelayo, José Loaiza y Jorge Ramos harán lo propio en la lista al Parlamento andaluz y que los principales dirigentes de este partido mantienen su confianza en María del Carmen Pedemonte, aunque queda la incertidumbre de saber si estará de nuevo en la candidatura a las autonómicas o si será trasvasada a la de las generales.

Otra incógnita importante que tiene aún que despejar el PP de Cádiz es si vuelve a contar para esta cita electoral con dirigentes veteranos como Aurelio Sánchez Ramos, Jesús Mancha o José Blas Fernández o si da pie a un proceso de renovación no demasiado habitual en esta formación política cuando de unas elecciones generales se refiere. Aurelio Sánchez suma dos años de parlamentario andaluz y doce de diputado nacional, Jesús Mancha acumula diez años en el Parlamento autonómico y ocho en el Congreso y José Blas Fernández es senador desde el año 2000. De lo que pase con Miguel Arias puede depender el futuro de alguno de ellos.

De los 28 escaños que están en juego en la circunscripción de Cádiz, el PP da por hecho que tiene opciones reales de asegurarse, como mínimo, once de ellos lo que, de confirmarse, supondría un incremento de dos representantes con respecto a lo obtenido en los comicios de 2004. Y es que los dirigentes de esta formación política no tienen duda alguna de que el escrutinio del 9 de marzo les dará el cuarto diputado nacional que rozaron pero no consiguieron hace cuatro años, así como el sexto parlamentario andaluz que perdieron en 2004. Además, no dan por perdida la posibilidad de conseguir tres senadores, un reto a priori difícil que este partido sólo logró en el año 2000.

A la espera de confirmar si hay una sorpresa femenina en el número cuatro de la lista al Parlamento andaluz y si el Campo de Gibraltar tendrá un representante en la candidatura al Senado, sí parece claro que el PP premiará a algunos de sus dirigentes que han obtenido resultados satisfactorios en las elecciones municipales del pasado mes de mayo. El alcalde de Bornos, Fernando García Navarro; la alcaldesa de El Gastor, Silvia Muñoz Moreno; y el portavoz del PP en Vejer, José Ortiz, pueden ser algunos de los que terminen figurando en estas listas electorales, aunque en puestos que en teoría no les garantizaría la obtención de un escaño.