Ocho meses de prisión y multa de 1.920 euros a un policía por patrullar bebido

El juez ve probado que el agente provocó un accidente la noche de Reyes de 2014 en El Puerto por conducir bajo los efectos del alcohol

Julia Alarcón Cádiz

01 de julio 2016 - 05:01

La Audiencia Provincial de Cádiz ha condenado a un policía local de El Puerto a ocho meses de prisión y multa de 1.920 euros por patrullar bebido la noche de Reyes de 2014, provocar un acccidente de tráfico y rechazar someterse a la prueba reglamentaria de detección de alcohol.

La sentencia, que no es firme, recoge como hechos probados que la madrugada del 6 de enero de 2014 el agente se encontraba de servicio -al volante de un vehículo policial- cuando colisionó con otro turismo. El siniestro tuvo lugar en la confluencia de la calle Misericordia con la Plaza Alfonso X El Sabio, una intersección regulada por una señal vertical de stop que obligaba al policía a detenerse por completo, pues la otra conductora gozaba de preferencia.

La resolución judicial explica que el ahora condenado circulaba en el coche patrulla "después de haber ingerido bebidas alcohólicas que afectaban a su condición psicofísica, presentando los siguientes síntomas: aspecto general abatido, rostro y ojos enrojecidos, habla balbuceante, paso vacilante y halitosis alcohólica".

El policía local fue sometido en el mismo lugar del accidente a un test de alcoholemia "con un aparato sin verificación oficial Lion Alcometer 500" y arrojó un resultado positivo: 0,84 miligramos por litro de aire espirado.

Entonces el agente fue trasladado a la Jefatura de la Policía Local para que se le practicara otra prueba de detección de alcohol, esta vez con un aparato evidencial "debidamente verificado y calibrado". Sin embargo, el policía logró eludir la práctica del mencionado test hasta en dos ocasiones "fingiendo encontrarse mal y consiguiendo ser trasladado al servico de urgencias hospitalarias de la localidad". Una vez allí manifestó al médico de guardia que había perdido el conocomiento, lo que no era cierto, pero quedó en observación hasta el día siguiente. El especialista indicó en su parte de asistencia que "no se apreciaban en el paciente signos neurológicos que hagan sospechar patología urgente, pero sí de ingesta enólica, aunque el paciente lo niega".

La otra conductora implicada en el siniestro (que también se sometió al test de alcoholemia y dio negativo) sufrió varias lesiones "de las que tardó en sanar 90 días, de los cuales 60 estuvo impedida de sus ocupaciones habituales".

El tribunal de la Sección Primera que ha juzgado este caso considera probado que el policía patrulló esa noche tras haber ingerido alcohol. Y es que, ante la falta de la prueba objetiva con etilómetro de precisión, el juez ha tenido en cuenta otros factores: los síntomas externos que presentaba el implicado, los resultados de la prueba orientativa que se realizó in situ y las manifestaciones de varios testigos, especialmente de dos compañeros funcionarios de la Policía Local y del médico que lo atendió la noche de autos.

El magistrado ponente, Miguel Ángel Ruiz Lazaga, llama la atención sobre el tiempo transcurrido desde que sucede el choque (3:30 de la madrugada) y la hora a la que ingresa el funcionario (4:54). "La sintomatología [etílica] todavía era apreciable hora y media después".

De otra parte, el tribunal valora la actitud escurridiza del entonces acusado: aparta de la escena a testigos "incómodos", como eran dos coches patrullas, uno de la Policía Nacionl y otro de la Local; ordena la evacuación del turismo siniestrado por la grúa municipal; reconoce a sus compañeros "haber metido la pata" y que "le van a buscar una ruina"; y fingir que se encontraba mal para evitar valores "comprometedores" en el test de alcoholemia.

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