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Proyecto innovador

La trufa, el tesoro negro de Algodonales

  • La localidad planta 1.600 encinas micorrizadas creando las condiciones para el hongo. Dentro de dos años, se podrá recoger la primera cosecha de la provincia de este producto

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Una de las encinas micorrizadas que se han plantado para favorecer la aparición de la trufa negra.

Una de las encinas micorrizadas que se han plantado para favorecer la aparición de la trufa negra. / Ayuntamiento de Algodonales

Es un hongo muy cotizado, que convierte en casi oro todo lo que marida o enriquece. La trufa se ha convertido en las últimas décadas en un bien preciado para la restauración y la producción agroalimentaria. Su altísimo valor es exponencial en los mercados porque no es fácil que se dé de manera natural ni tampoco hay muchos sitios que reúnan las condiciones necesarias de suelo y clima para poder cultivarla. Un kilo de trufa negra supera fácilmente los 1.500 euros.

Sin embargo, Algodonales lleva tres años experimentando la introducción de la trufa negra en unas parcelas de su propiedad en la Sierra de Líjar, cultivándolas en las raíces de encinas inoculadas con esporas del hongo. De momento, el cultivo está dando buenos resultados ya que estas encinas micorrizadas han respondido creando suelo idóneo para su producción. Si no hay contratiempos y la naturaleza lo permite, la primera producción de trufa negra (tuber melanosporum) de la provincia gaditana verá la luz dentro de dos años.

El Ayuntamiento de Algodonales se ha rodeado de especialistas en los montes, técnicos ambientales y de la micóloga Elena Pulido para llevar a buen puerto esta iniciativa, que se levanta en varias hectáreas de montes municipales en la Sierra de Líjar, pero en la cara que da a la pedanía de La Muela, donde, al parecer, se dan las circunstancias climáticas para el cultivo de este hongo. Se trata de la zona donde esta institución municipal, también, está trabajando en un programa pionero de recuperación del pinsapo en la Sierra de Líjar, por el que se han plantado en tres años y medios cientos de ejemplares de esta especie, de entre uno y ocho años, y se han sembrado unas 15.000 semillas, muchas de ellas con la ayuda de parapentistas que vuelan esos cielos. La introducción del pinsapo en la Sierra de Líjar tiene detrás el trabajo y estudio de la Asociación Forestal Andaluza, con los técnicos, Gabriel Gutiérrez Tejada y Luis Peña Rosa. Y es que los más mayores del pueblo siempre habían hablado que en Líjar hubo en otro tiempo pinsapos.

Volviendo a las trufas, en la parcela donde se cultivan se han plantado 1.600 encinas micorrizadas, tras su modificación en el vivero que gestiona la micóloga Elena Pulido, en Córdoba. Ya algunas de estas encinas tienen casi un metro de altura y en dos años, más o menos, se empezará a vislumbrar el hongo negro.

El alcalde Ángel Acuña, con un ejemplar de trufa negra similar a la que se quiere cultivar en Algodonales. El alcalde Ángel Acuña, con un ejemplar de trufa negra similar a la que se quiere cultivar en Algodonales.

El alcalde Ángel Acuña, con un ejemplar de trufa negra similar a la que se quiere cultivar en Algodonales. / Ayuntamiento Algodonales

“Por lo pronto ya se ha conseguido plantar encinas en la zona, dando un empuje importante a la reforestación de la zona. Las encinas irán creciendo con su ciclo biológico y debajo estará el llamado diamante negro. Las administraciones debemos abrir camino en proyectos pioneros porque, a lo mejor, a los vecinos les cuesta más trabajo iniciar estas actuaciones hasta que no ven que ello es factible. Empezamos con este proyecto de la trufa negra pensando en eso y en dinamizar la economía de la zona como un atractivo más. Creemos que este producto puede traer consigo un efecto multiplicador con otros con los que se relaciona. Por ejemplo, el aceite de oliva con aroma y contacto con la trufa multiplica su valor y en la alta cocina este hongo es muy preciado”, dice el alcalde de la localidad serrana, Ángel Acuña.

El regidor añade que la restauración local y la cooperativa olivarera algodonaleña están expectantes con este cultivo experimental, que por el momento está cosechando buenos resultados, ya que podría abrir horizontes. “Nos interesaba ese movimiento que hay alrededor”, explica Acuña. Así que hace tres años, el Ayuntamiento destinó los fondos de empleo agrario del Profea para adecuar esta parcela, donde se han plantado las encinas micorrizadas con una inversión de unos 170.000 euros, de ellos unos 120.000 se han empleado a jornales y el resto para adquirir las plantas, la instalación de un sistema de riego para mitigar el calor en verano y cercar el espacio con doble malla para evitar la presencia de animales, que entorpezcan el cultivo.

Toda vez, que la producción de trufa negra se dé en estas parcelas, el Ayuntamiento algodonaleño tiene en mente que la explotación de este cultivo se realice a través de la creación de una cooperativa, que se encargaría, también, de su comercialización. “Una vez que haya frutos la idea es crear una cooperativa. Serán bienvenidos los puestos de trabajo que se creen, y además, si otros vecinos de la comarca quieren estamos dispuesto a compartir conocimientos con que quiera plantear una experiencia parecida como una fuente de ingreso alternativa para las familias. Nosotros estamos demostrando que se puede hacer y que en la zona se dan las condiciones para que se pueda producir trufas”, concluye Ángel Acuña.

A principios del siglo XIX, los franceses descubrieron la posibilidad de poder cultivar trufas ante la gran demanda que se avecinaba. Dos siglos después, un pueblo de la Sierra gaditana está intentando que este apreciado producto arraigue en la comarca.

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