Elecciones municipales

Los pocos que están contra casi todos en la Villaluenga de Moscoso

  • Villaluenga es el reino democrático del socialista Alfonso Moscoso desde hace 20 años. Pero un disidente rompe la monarquía absoluta.

Carlos García, Carlos el de Los Caños, tras la barra de su mesón.

Carlos García, Carlos el de Los Caños, tras la barra de su mesón. / Ramón Aguilar

No resultó muy difícil encontrar un ejemplar casi único en un pueblo de 450 habitantes. “No está muy lejos, y no te digo más”, nos señalaron sin hacerlo cuando preguntamos en Villaluenga por alguien que estuviera en contra de Alfonso Moscoso, el alcalde más duradero de los que actualmente ostentan este cargo en la provincia, 20 años ininterrumpidos que pueden ser 24 si obtiene una nueva y nada sorprendente victoria.

Carlos García, (“pero todo el mundo me conoce como Carlos el de Los Caños”) es ese hombre. Los Caños es un mesón que se encuentra a la entrada de la población por su parte baja, y su responsable, todo el mundo lo sabe y él no lo oculta, mantiene desde hace años un enfrentamiento insalvable con el regidor socialista.

Él es el que proclama que “tantos años en el poder, y sin oposición, hace que se sienta el amo del cotarro”, el que afirma que “en el pueblo entra a trabajar quien quiere el alcalde”, y el que incluso es capaz de denunciar que hay un “clima de miedo” a oponerse al regidor, porque “si le llevas la contraria la gente se te echa encima”.

Pero Carlos no es totalmente imparcial. Él mismo lo admite. Antes votaba por Moscoso, pero tras obtener la concesión del local municipal en el que tiene su negocio, tuvo una serie de encontronazos con la administración municipal, por asuntos de obras, servicios y subvenciones. Asuntos que achaca al proceder arbitrario del alcalde y sobre los que afirma que ha ganado ya tres pleitos al Ayuntamiento.

En realidad, y a pesar de la casi unanimidad a favor del alcalde (Alfonso, sin más para la mayoría) que parece cosecharse entre las escasas personas que a mediodía pasean por las calles, el de Carlos no es un caso tan raro en el pueblo. Los votos recogidos por IU y PP en las últimas elecciones municipales de 2015 alcanzaron el centenar, es decir casi un tercio de los votantes que depositaron su sufragio.

Mateo Venegas, a la puerta de su negocio. Mateo Venegas, a la puerta de su negocio.

Mateo Venegas, a la puerta de su negocio. / Ramón Aguilar

Al mediodía de un lunes caluroso, la calma más absoluta de Villaluenga solo es mínimamente rota por unas pocas máquinas que trabajan en esos arreglos viarios tan de campaña electoral. Acerado, sobre todo, y una obra de más calado que tiene patas arriba la plaza de la Alameda, el rincón tal vez más fotografiado de Villaluenga, junto con su bella Manga y las tiendas de queso.

En la puerta de su pequeño negocio de venta de recuerdos y productos típicos, llamado ‘Mis príncipes’ en homenaje a sus nietos, Isabel le da a la fregona en un día en el que espera pocos visitantes. “Ya a partir de ahora esto empieza a flojear”, dice quien sabe perfectamente que la temporada alta de la Sierra está en los meses de invierno y primavera.

“Alfonso debería seguir, claro. Tiene que seguir –remacha Isabel–, porque si no el pueblo está perdido. Ahora mismo, no hay ningún otro que lo pueda hacer mejor. Ha dado trabajo al pueblo y ha hecho que la gente no se tenga que mover de aquí”.Isabel, eso sí, está dispuesta a admitir que el candidato de Izquierda Unida, Ángel Fernández (en realidad, de Adelante) “es buena gente, pero no me gusta lo que hay detrás, vamos lo que lo sigue en la lista, que es pésimo”, y quizá se refiera a Antonio Séllez, quien precisamente ha sido esta legislatura concejal de Urbanismo con Moscoso, fue destituido el año pasado, y se presenta ahora con la candidatura izquierdista. De hecho, aparece en los carteles junto a Fernández, y al mismo nivel de importancia. Uno de los pocos lunares negros que han brotado en la trayectoria triunfal de Alfonso Moscoso como alcalde.

Isabel da un grito: “¡Mateo! Verás, que este sí que te va a hablar, que a este le gusta y habla mucho”. Y aparece Mateo Venegas, muy activo en los ambientes socialistas de la sierra, que confirma las palabras de su mujer: es difícil callarlo. “El pueblo está de lujo, porque tenemos la fortuna de tener a Alfonso de alcalde –dice rotundo–. Un alcalde que además ha sabido navegar entre enemigos del propio partido”. Mateo se define como “socialista de pensamiento libre” y afirma que se pasó muchos años sin votar al PSOE (“lo hice por los andalucistas, por IU...”) pero que volvió a hacerlo para apoyar a Moscoso. “Ahora ha salido senador además. Eso demuestra que es bueno ¿no?”.

A una conclusión similar llega Ana Mari, tras el mostrador de la fonda que lleva el mismo nombre, cerca de la Alameda en obras, y con el local tan vacío como el pueblo a esa hora. Pero Ana Mari, encima, se lanza a recitar la lista de las “cosas buenas” que ha hecho Moscoso por el pueblo: “Ha arreglado la plaza de toros y ha traído toreros estupendos; ha arreglado la torre del cementerio, las calles, los parques, el Calvario, la ermita;ha ayudado a poner queserías nuevas, ha traído buenos artistas... egoístamente, no nos conviene que se vaya. No es que lo haya hecho todo, queda por hacer yo qué sé, darle más promoción todavía al pueblo, pero vamos que esto no es Cádiz ¿no?, no tenemos tantas cosas, pero como yo digo: tenemos un poquito de todo”.

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