Rock descafeinado y O,O
Rock of Ages. Musical, EEUU, 2012, 123 min. Dirección: Adam Shankman. Guión: Justin Theroux, Michael Arndt, Allan Loeb. Fotografía: Bojan Bazelli. Intérpretes: Julianne Hough, Diego Boneta, Russel Brand, Paul Giamatti, Catherine Zeta-Jones, Alec Baldwin, Tom Cruise.
Curioso destino el del musical: declinó como género cinematográfico -hasta casi desaparecer- a la vez que resucitaba en los escenarios teatrales. Bob Fosse le daba sus últimas obras maestras en la pantalla (Noches en la ciudad, Cabaret, All That Jazz) entre 1969 y 1979, mientras Hair (1967), el propio Fosse con Chicago (1975) y Andrew Lloyd Webber con sus óperas-rock Jesucristo Superstar (1972), Evita (1976) y Cats (1981) marcaban el inicio de una nueva edad de oro teatral que aún no ha concluido. En las pantallas, en cambio, es difícil que se estrene una comedia musical. Y más difícil aún que entre las pocas que se estrenen haya una chispa de talento. Que recuerde sólo la he encontrado en Moulin Rouge y Mamma Mia (pese a mi aversión por Abba). A ver si la prometedora adaptación de Los miserables -con un buen director y un reparto excepcional- rompe esta dinámica.
Rock of Ages no lo hace, desde luego. Fallida adaptación de un musical teatral que recrea (o más bien lo pretende) el universo rockero de los 80 a través de la combinación de las tres historias más viejas que el musical haya contado: el conocimiento entre la provinciana que va a la capital para convertirse en estrella y el chico que lucha por triunfar, el arrinconamiento de un tipo de música y de espectáculo (en este caso el rock) por otro más moderno e insulso y la lucha de unos músicos para que no derriben el local en el que actúan. Lo que, con una u otra variante, se ha tratado infinitamente mejor desde La calle 42 a The Band Wagon o Follies.
El guión es flojo, la realización torpe, las actuaciones insulsas, los números musicales mediocres y la recreación del universo del rock falsa. Lo único relativamente original lo aportan, en papeles secundarios que el bajo tono de los protagonistas eleva a principales, Catherine Zeta-Jones y Tom Cruise con sus demenciales parodias de la puritana y el artista pasado de rosca. Como hizo en Magnolia, Cruise logra convertir en virtud paródica el vicio de la sobreactuación.
Y poco más que decir. Si el inicio en el autobús tiene el aire de uno de esos karaokes colectivos de YouTube, el resto está más cerca de los musicales para adolescentes tipo High School que del musical rock cuya era inició Hair hace casi medio siglo. No sorprende que al frente de este mal musical esté Adam Shankman, realizador de cabecera de Steve Martin, Vin Diesel o Adam Sandler y autor del fallido remake que descafeinó el Hairspray de John Waters.
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