SF y los periódicos

Sánchez Ferlosio

Manuel Barea

02 de abril 2019 - 06:00

PARA ser un escritor de cuyos textos muchos huían por considerarlos inhóspitos, esquivos –en una palabra, dificilísimos, con ese furor hipotáctico–, Sánchez Ferlosio publicó mucho en los periódicos. El alumbramiento de su obra ensayística, compilada por el editor Ignacio Echevarría, estuvo en las rotativas. Sus matronas fueron el papel prensa y la tinta. Y, muy al contrario de lo que se da por sabido, no fue sólo en los recuadros y en las páginas de la sección de Opinión. Sánchez Ferlosio fue también cronista. Para Cambio 16 acudió como “paciente experimental” al XXX Congreso del PSOE en diciembre de 1984. Su lectura no es sólo recomendable, es obligada para los que se encargan en una redacción 35 años después de tales menesteres.

En lo que no incurriría SF sería en los “espectáculos brutales, estúpidos y afortunadamente efímeros” en los que según Michael Herr caen los periodistas cuando “trabajan mucho, demasiado, y la cinta transportadora se mueve cada vez más deprisa acarreando estilos cada vez más vacíos”. Sí, SF publicó en los periódicos. Pero no los acarició ni les regaló los oídos. Al contrario, dinamitó sus columnas y arremetió contra bastantes de sus arquitectos; y también repartió a los propietarios de la prensa, esa “sibila del futuro acontecido”.

Porque para SF no había porvenir si éste ya está escrito en los periódicos cuando de manera indefectible “pasan todos los días exactamente 32 páginas de cosas”. Lo escribió en 1993 en Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, un libro en el que también se refirió al “feroz aburrimiento cotidiano de los diarios, el implacable tedio de tener que enfrentarse día tras día con 24, 36, 48 o hasta 64 páginas en blanco”.

Y 72 y 88 y hasta 96 querido SF. Sí, todos los días no pasan hechos relevantes. La mayoría están llenos de banalidades que tendemos a considerar “significativas”. SF nos lo dijo. Sólo estaba dispuesto a hablar del porvenir el día que “venga algún periódico con, por ejemplo, tres páginas y trece diecisieteavos de páginas en blanco”. Eso no va a pasar nunca. A la noticia de su muerte le damos tres páginas aquí.

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