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Triunfos y despedidas

Alegrías y pérdidas:resumen del año literario

  • El esquivo Nobel sonrió finalmente a Vargas Llosa en un 2010 que también otorgó el codiciado Cervantes a Ana María Matute · Delibes, Saramago y Carlos Edmundo de Ory, los desaparecidosEl Nadal de Clara Sánchez y el Nacional de la Crítica a Neuman fueron otros galardones del año

El mundo de las letras vivió en 2010 grandes alegrías y tristes ausencias: mientras el Nobel reconocía, al fin, la maestría del peruano Mario Vargas Llosa, y el Cervantes dejó de ser esquivo para la veterana Ana María Matute, la literatura perdió a tres de sus referentes indiscutibles, el portugués José Saramago, el gaditano Carlos Edmundo de Ory y el vallisoletano Miguel Delibes.

Vargas Llosa, eterno candidato, se impuso en las votaciones de la Academia sueca a otros favoritos como Haruki Murakami o Cormac McCarthy. El jurado reconoció al autor "por su cartografía de las estructuras del poder y sus aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo". El narrador, que este año demostró con su nueva novela, El sueño del celta, que áun mantiene intacto su talento, recibía el galardón semanas después con un emotivo discurso en el que defendió la contribución de las ficciones a la libertad. "Sin las ficciones, el hombre sería menos consciente de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible, y del infierno en que ésta se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión", aseguró.

Entretanto, el Cervantes destacaba la labor como "escritora realista y con proyección a lo fantástico" de Ana María Matute, que tras años en las quinielas conseguía ser distinguida con el premio más prestigioso del mundo hispano. "He dado toda mi vida a esto que es escribir, a ser parte de la literatura", afirmó conmovida y "contentísima" una escritora que quiso ver en su designación como ganadora un respaldo "al esfuerzo, a la entrega total de una vida". Matute, que este año recogía todos sus cuentos en el volumen La puerta de la luna, se convirtió en la tercera mujer que ganaba este premio tras María Zambrano y Dulce María Loynaz.

Pero no todo fueron conquistas en el ámbito literario. En marzo desaparecía Miguel Delibes, dejando tras de sí un impresionante legado, marcado por la sobriedad de su prosa y la rotunda precisión de sus relatos. La falta del autor de La sombra del ciprés es alargada y Los santos inocentes se tradujo en numerosas muestras de afecto, que pusieron de manifiesto que Delibes era uno de los pilares de la narrativa española del siglo XX. La reedición de muchos de sus textos, y un nuevo montaje de esa mítica adaptación teatral de Cinco horas con Mario, protagonizada ahora por Natalia Millán, confirmaron que el autor de Las ratas era un hombre ciertamente querido por los lectores.

Tres meses después, en junio, se iba también el Nobel José Saramago, y tras él dejaba otra estela de cariño y admiración. El portugués moría a los 87 en Lanzarote, debido a la leucemia crónica que padecía. Sus restos recibieron una emocionante despedida en Lisboa, en la que centenares de lectores levantaban libros del novelista al paso del ataúd, y su viuda, Pilar del Río, afirmaba que sólo debían llorar quienes no habían tenido la suerte de conocer a "un hombre bueno, una excelente persona y un magnifico escritor" cuyos vínculos con España provocaron que su pérdida fuera largamente llorada en el país donde situó su residencia.

Menos conocido para los lectores españoles, a pesar del papel destacado que jugó en la literatura española, Carlos Edmundo de Ory murió en noviembre en su casa de Thezy-Glimont, la localidad del norte de Francia en la que residía. La obra inclasificable y genial, que se desarrolló al margen de la oficialidad y que quizás por ello logró tardíamente el reconocimiento que merecía, formará parte de una fundación que tendrá lugar en Cádiz. Las primeras gestiones empiezan ya a materializar el deseo del autor de que su legado se mantuviese en su ciudad natal.

Entre la cosecha de premios de este año destacó el Planeta concedido al barcelonés Eduardo Mendoza con Riña de gatos, una narración ambientada en el preámbulo de la Guerra Civil con la que el narrador conquistó la extraña proeza de hablar de un tiempo convulso desde el humor. El tiempo mientras tanto, de Carmen Amoraga, un relato sobre cómo la cercanía de la muerte devuelve el interés por la vida a una serie de personajes, quedó finalista de la convocatoria.

Mientras, Clara Sánchez se hizo con el Nadal por Lo que esconde tu nombre, una novela con la que la autora de Últimas noticias del paraíso exploraba la presencia de antiguos criminales nazis en las costas españolas, una ficción por la que recibió unas inquietantes cartas de apoyo al colectivo que quería retratar con su obra.

Andrés Neuman se consagró con el Premio Nacional de la Crítica, en la modalidad de narrativa, que obtuvo por El viajero del siglo, una ambiciosa apuesta literaria con la que este argentino afincado en Granada ya había obtenido el Premio Alfaguara. En poesía, Francisco Ferrer Lerín recibió el galardón por Fámulo, otro libro difícil de catalogar y de sorprendente originalidad.

Además, Vanessa Monfort se hizo con el XLII Premio Ateneo de Sevilla de Novela por Mitología de Nueva York, mientras María Zaragoza ganó el XV Ateneo Joven por Dicen que estás muerta.

Fernando Marías (Bilbao, 1958), ganó el Premio Primavera de Novela con su historia Todo el amor y casi toda la muerte, un descenso al reverso tenebroso de la pasión.

Entretanto, el escritor Javier Cercas, con la obra Anatomía de un instante fue merecedor del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de narrativa, un espaldarazo que aumentó el prestigio de esta pormenorizada reconstrucción del 23-F que previamente había tenido una calurosa acogida por parte del público. El canario José María Millares recibió póstumamente el premio Nacional de Poesía.

Entre los muchos galardones que se entregan también destaca el Ciudad de Torrevieja concedido a Gustavo Martín Garzo por Tan cerca del aire, un relato de iniciación con el que el autor reflexiona desde la alegoría sobre el mito de la identidad. El articulista del Grupo Joly Joaquín Pérez Azaústre también tuvo buenas noticias: el Premio Loewe por Las Ollerías, un poemario sobre la memoria.

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