Diario de las artes

Sutileza en continente y contenido

Sutileza en continente y contenido

Sutileza en continente y contenido

SERENA FORTÍN. Espacio Abierto. JEREZ.

Siempre he tenido a Serena Fortín por una muy buena escultora; una artista que maneja los medios materiales con una exquisita soltura para extraerle sus más sutiles perfiles. Además, la artista Italia, ya, afincada en Jerez y formando parte de su entramado artístico, es poseedora de un lenguaje muy personal, imprimiendo a sus obras unas señas de identidad que las hacen inconfundibles; estando, por tanto, en ese segmento creativo de sabia particularidad al que debe aspirar todo aquel artista que se precie. Por eso nos alegramos de ver una exposición individual de Serena, mostrando sin interferencias una obra que nos la vuelve a descubrir como hacedora de muy buena escultura.

Las características de la sala de la que calle Alvar López hace que la mayoría de las obras que la artista presenta sean sobre pared y que sólo muestre algunas piezas tridimensionales y de mayor formato. La exposición se divide en dos partes bien diferenciadas: joyas y esculturas; aunque ambos estamentos creativos nos resulten verdaderas joyitas artísticas. En primer lugar debemos decir que las obras responden a esa clara intención evocadora que subyace en la obra de Serena Fortín; en la que el espectador, ante la ausencia de representación, se ve invadido por una inquietante emoción evocadora. El sutilísimo juego matérico de cada obra, la bella estructura formal, el manejo poderoso de la madera, sobre todo de tilo y abedul, la distribución de espacios escultóricos, el ritmo de las formas y la dulce elegancia de cada una de sus realizaciones nos llevan a enfrentarnos a una escultura de muy simples argumentos compositivos pero de sabios, justos y contundentes resultados artísticos.

SERENA FORTIN 2 SERENA FORTIN 2

SERENA FORTIN 2

La sala que regentan las hermanas Franco se llena de muy buenos proyectos artísticos. Tanto las esculturas exentas como esas bellas pequeñas piezas efectuadas a modo de adornos convertidos en auténticas joyas para ser portadas, nos conducen por ese especialísimo entramado compositivo donde la materia es manipulada para extraerle sus más apasionante sentido plástico. La obra de Serena Fortín es etérea, suscribe una realidad artística de suaves estructuras, perfectamente distribuidas en una sabia dimensión escultórica. Consigue que las piezas traspasen felizmente el fielato de la mirada y se establezcan en los espacios de la más expectante emoción. Son obras que, aun en su pequeño formato, establecen un amplio sentido formal y abren las perspectivas de una escultura con carácter, sentido y extensos argumentos de una plástica abierta, trabajada con minuciosidad y sapiencia - algo de lo que adolece mucha de la escultura actual y que ha hecho que haya tantas deserciones en esta modalidad artística -; deja en cada obra los postulados eternos de la escultura; aquellos que se realizan con esmero, pulcritud y rigurosidad, trabajando la madera con suma exquisitez y delicadeza y dejando que las formas trasciendan más allá de su sistema material.

La artista manipula los elementos compositivos de forma clásica, con el rigor creativo de la gran escultura, creando bellos esquemas abstractos que formulan espacios referenciales de profunda evocación.

La muestra de Serena Fortín nos vuelve a convencer por su apasionante compromiso artístico. Sus piezas, verdaderas joyas en fondo y forma, asumen la máxima potestad de una escultura sabiamente formulada en continente y contenido.

Estilísticamente, la obra de Serena Fortín se adscribe a una abstracción básica, evocadora, con las formas sutilmente planteadas para que ejerzan una función de referencia para manifestar su planteamiento motivador. Plásticamente, la escultura responde a un perfecto tratamiento de la madera, abedul y tilo, con un exquisito desarrollo creativo, dominador de la forma, insuflando intensidad, equilibrio y ritmo a cada golpe de gubia hasta plantear una obra bella en continente y contenido. Pero, además, la escultura de Serena deja un regusto atractivo, ese que se desprende de las cosas muy bien realizadas; sus bellas formas, casi siempre, curvas, suaves, delicadas, alejadas de exuberancias, acusan un entusiasta trabajo, con un deseo imperioso por acentuar la belleza plástica, por hacer fluir la intensidad de lo vivido, por marcar rutas para ser recorridas, por sugerir emociones y sensaciones, por eternizar el frescor de una brisa, por acercar lugares distintos, por plasmar lo que se siente, lo que se anhela, lo que se desea, lo que se presiente.

Junto a las suaves formas de las esculturas – “Brisa”, “Un poco de incoherencia”, “Exploraciones sostenibles”, “Déjate llevar”, “Lugares distintos”, “Comunicaciones interrumpidas,”, “Vela”, “Dentro de mí”, “Lo que te parece” -, nos presenta un espectacular juego de esculturas-joyas - “Fuerte”, “Bicho”, Pergamino”, “Cuadro” y “Scivola” - que, con parecido tratamiento al de las obras de mayor tamaño, nos sitúan en ese universo de pulcritudes que desarrolla todo el trabajo de la artista italiana.

Una vez más, la delicada magnitud creativa de Serena Fortín nos deja un pedacito de su entusiasmo escultórico para que lleguemos a gozar con la mágica realidad de una escultura que, ella, vuelve a hacer eterna.

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