Cuando el Arte se adentra por nuevos caminos

Diario De las artes

Bernardo Palomo

21 de abril 2018 - 09:42

Es bien conocido por todos los amantes del Arte en general y por los amables lectores de esta sección , porque lo llevamos escribiendo desde hace mucho tiempo, que la Facultad de Bellas Artes de Granada, desde su inauguración, allá por los años ochenta, es una de las más activas de España; con una proyección espectacular que se ha visto manifestada con la aparición de una serie de artistas que, hoy, ocupan los espacios más importantes del arte español y son seguros protagonistas de los mejores catálogos de Arte Contemporáneo. Pero su importante realidad no se reduce a los meros postulados académicos, aunque éstos se vean llenos de absolutos éxitos. La Facultad Alonso ha sido, desde un primer momento, un centro formador de artistas, de buenos artistas; los jóvenes que hasta ella llegan no lo hacen, en su inmensa mayoría, con el objetivo de lo que es normal en otras facultades, ser formadores de meros licenciados, futuros profesores de instituto. Somos, por tanto, testigos de lo bien que se hacen las cosas en el viejo Manicomio y la importantísima realidad artística que, allí, se potencia.

En este ambiente de motivación, de creación de posiciones que redunden en la formación integral de los jóvenes, en la preparación de cara a un futuro competidor donde los esquemas renovadores y la expectación por un arte en continuo desarrollo están muy presentes, en la búsqueda de situaciones nuevas y en los planteamientos de un arte que necesita de inquietudes y de actores inquietos.

Aunque FACBA se puso en marcha hace diez años, cuando entonces el decanato lo ocupaba el grupo que dirigía Víctor J. Medina, ya con unos claros visos de facilitar posiciones que asumieran nuevos aspectos y que el proyecto no se quedara en una Feria al uso, sería en la edición del año 2016, con Francisco J. Sánchez Montalbán como decano y con un tándem - Marisa Mancilla y Antonio Collados - sabio, implicado, trabajador, convencido y consecuente con lo que el devenir pretendía, cuando FACBA se convierte en el Festival de las Artes Contemporáneas de Bellas Artes. Todo un proyecto artístico que buscaba nuevas realidades y un desarrollo procesal que vertiera, desde la Facultad, en todo el tejido cultural de Granada. Se trajeron críticos de arte con experiencia y conocimiento de las infinitas estructuras que existen en el arte más inmediato y se buscó la complicidad de las instituciones para que la ciudad tuviera una experiencia nueva en torno a lo más novedoso de las Artes del momento.

La presente edición ha contado con el crítico Jesús Alcaide como nuevo miembro del equipo de dirección, sumándose a los también críticos Regina Pérez Castillo y a Juan Jesús Torres Jurado, además de Marisa Mancilla y Antonio Collados, como vicedecanos en ese papel imprescindible de mover todos los hilos. La elección de artistas nos ha llevado a un programa expositivo lleno de suma enjundia creativa.

Las distintas exposiciones que componen la presente edición de FACBA materializan un concepto desde un meditado ejercicio de investigación. Los artistas plantean circunstancias entrelazando vías que implican a otros organismos de naturaleza científica. Existe una imbricación y yuxtaposición de intereses que eclosionan en territorios creativos que generan expectación e incertidumbre.

Diez han sido los proyectos que han conformado este Festival de las Artes granadinas y que han contado con la colaboración de importantes centros artísticos y culturales de la ciudad, donde se han presentado los trabajos elegidos: ÁLVARO ALBALADEJO en la Sala Zaida de la Fundación Caja Rural, LAURA ÁRBOL en el Palacio de los Condes de Gabia, BÁRBARA ARCOS, JAVIER MONTORO CAMPOY y JAVIER MORALES en la propia Facultad de Bellas Artes, PABLO CAPITÁN en el Centro Damián Bayón de Santa Fe, JULIA LLERENA en la Capilla del Hospital Real, PATRICIA LÓPEZ MAGADÁN y AZAHARA VALENZUELA LUQUE en el Centro Cultural Gran Capitán, MORENO & GRAU en el Centro CAJAGRANADA y EL RAPTO en el Centro José Guerrero. En definitiva, Granada, su Facultad de Bellas Artes, generando nuevos posicionamientos artísticos y abriendo sendas por donde caminar de una manera absolutamente distinta.

José Luis Medina, artista en el recuerdo

El otro día, un amigo me dio la noticia. José Luis Medina, uno de los primeros grandes fotógrafos que durante mucho tiempo han trabajado en esta ciudad, hacía unos meses que había fallecido. Estaba al margen absolutamente del triste acontecimiento. Debo confesar que me afectó profundamente. José Luis fue compañero de profesión, maestreo de escuela como yo y una de las primeras personas que conocí cuando llegué a Jerez hace más de cuarenta años. Desde el primer momento congeniamos, probablemente unidos por el amor a lo artístico. Su fotografía en, aquellos años setenta, era moderna, valiente, distinta y llena de entusiasmo. Se apartaba diametralmente de lo que, entonces, existía y sus horizontes eran absolutamente diáfanos. José Luis era un espíritu inquieto; tocaba varios palos y en todos dejaba huella. Corresponsal del diario YA; fue un gran divulgador de la fotografía en varios medios y le dio suma trascendencia a una expresión artística que, entonces, no había alcanzado la dimensión de hoy. En la fotografía de Jerez fue de los mejores, de los primeros que dieron un paso adelante y empezaron a mostrar rutas que, más tarde, otros seguirían.

José Luis Medina asumió la modernidad de la fotográfico, adentrándose por sabias posiciones a las que supo condicionar los medios de toda la vida a las necesidades estéticas que el arte exigía. Su Fotografía era una realidad viva realizada por un fotógrafo de verdad; esos que son artistas absolutos, que dominaban los secretos del laboratorio, que estaban en posesión de una máxima trascendencia creativa y que positivaban una realidad inmediata pasada por el supremo filtro de lo artístico. No era el típico fotógrafo, tan de moda, que se vale de una buena cámara para no conseguir nada. Sus fotografías eran obras de arte y no esas insulsas instantáneas que hoy algunas osan colgar con la mayor impunidad.

Ahora que sabemos de su muerte, de su prematura muerte, y que son tan fáciles los argumentos laudatorios, debemos admitir el valor supremo de un artista que le dio forma a la fotografía de Jerez, que dio a conocer lo bueno que aquí se hacía y que marcó caminos para que los que fuesen capaces pisaran con sentido y claridad. Su fotografía desentrañaba las esquinas de la realidad, rescataba de los rastrojos de la vida una humanidad lacerada y planteaba sin reservas que lo que existía a su alrededor, a pesar de sus máculas desapasionantes, era motivo de ser eternizado artísticamente.

Por mucho que hoy, salgan debajo de las piedras fotógrafos advenedizos con pocas luces, que están dando mala imagen a un arte con mucho horizonte, siempre nos quedarán artistas con mayúsculas que hicieron historia por su valía, su solvencia creativa y sus inequívocos argumentos. De ellos, en Jerez, José Luis Medina tuvo un nombre importante. Fue y será un fotógrafo sabio, valiente y del que nos permanecerá su recuerdo eterno.

Por siempre y siempre, honor y gloria a su trabajo.

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