Las “currerías” del arte

Diario de las Artes

AGUSTÍN ISRAEL

Sala Un gato en bicicleta

SEVILLA

Las “currerías” del arte.
Las “currerías” del arte.
Bernardo Palomo

13 de noviembre 2022 - 06:00

Poco antes de la Expo de Sevilla, se dio a conocer al mundo, la mascota que sería el símbolo central de aquella espectacular historia que se vivió en la ciudad hispalense. Aparecía Curro, un diseño, al principio controvertido, que fue ganando adeptos. Lo había realizado Heinz Edelmann, un alemán famoso por estar detrás de la dirección artística de aquel Submarino Amarillo de los Beatles.

De aquello hace ahora treinta años. Curro es historia viva de la España contemporánea. Y como las cosas que perduran, como las obras que dejan huella, que se eternizan y se hacen clásicas, Curro se convertía desde mascota de la Expo, en uno de los iconos modernos. Tuvo un fuerte competidor, la mascota COBI de Javier Mariscal para las Olimpiadas de Barcelona de aquel mítico 1992.

Treinta años después, para celebrar su aparición, Agustín Israel, uno de los artistas jóvenes más lúcidos y creativos que tenemos, ha tomado a Curro como protagonista especial de su universo iconográfico. El artista de Morón es autor de una nueva pintura pop, llena de encanto visual, de posiciones transgresoras, de esquivas manifestaciones con ciertos tonos burlescos sobre ese popularismo social reinante; es un artista total – diseñador, pintor, dibujante, gestor artístico, doctor en arte, docente, investigador… - que ha hecho famosa una pintura en la que un personaje, tapado con un capirote, se hace dueño de una felicísima historia llena de registros, artísticos y existenciales.

La exposición titulada con el sugestivo nombre de “Currerías” – no podía ser de otro modo – nos sitúa en esa pintura esclarecedora, festiva, abierta… genial que transporta a un mundo de imágenes y de posiciones coloristas; un pop muy particular donde todo es posible con una nota de absoluta frescura. Ya hemos dicho en estas mismas páginas que, probablemente, uno de los muchos defectos del arte contemporáneo es su falta de frescura, su excesivo encorsetamiento intelectual, sus posiciones demasiado rígidas. Agustín Israel se aparta de esto y se abre a un mundo artístico infinitamente más festivo, más claro, más inmediato y que, además, hace sonreír. Lo hace con una pintura cercana, que todos identifican, que no necesita libro de instrucciones o prospectos identificativos.

En la exposición de la sala “Un gato en bicicleta” – situada en el dédalo callejero de la Alfalfa sevillana – el espectador se va a encontrar a Curro inmerso en algunas de las grandes obras más importantes del arte universal; compartirá escenario con el, ya, popular nazareno de las obras de Agustín Israel. Hombre capirotado y Curro serán compañeros en obras tan significativas como Las meninas de Velázquez, el Beso de Gustave Klimt, Santa María de las Cuevas de Zurbarán, el Guernica de Picasso, el Matrimonio Arnolfini de Van Eyck, el Papa Inocencio X, también de Velázquez, el autorretrato de Frida Kahlo o la Joven de la Perla de Vermeer, entre otras. Todo un arsenal artístico donde la historia del arte es revisada en modo jocoso y lleno de intención creativa.

Inocencio X de Agustín Israel.
Inocencio X de Agustín Israel.

Agustín Israel ha creado con sus capirotes y sus capiroteros un arte transgresor pero que es absolutamente respetado por acertado, valiente, fresco e irónico. Ha magnificado la realidad con un personaje y unos elementos simbólicos para crear bellas historias de imposibles posibles. Lo ha hecho con el nazareno, con los lunares flamencos, con otros símbolos de la sociedad cercana para interpretar su propio sentido y darle un espíritu nuevo. Ahora lo hace con la mítica figura de Curro, que se implica en esa historia feliz que Agustín Israel recrea para asumir un nuevo compromiso artístico y estético.

“Currerías” nos llena de nueva fuerza artística, de una visión a contracorriente de la realidad del arte; nos envuelve con ese patrimonio formal de un artista que sabe lo que hace y que, además, concede una mágica fórmula a su pintura para que ésta se llene de nuevos argumentos.

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