La Cátedra recupera su esplendor
Flamenco
La veterana institución celebra con éxito las jornadas programadas para conmemorar el 40 aniversario de la muerte de Terremoto de Jerez
Después de casi una década de inactividad, la Cátedra de Flamencología y Estudios Folclóricos Andaluces reactivó su maquinaria en febrero de 2020 con la incorporación de nuevos miembros y la elección de nueva junta directiva. Desde entonces, y con una larga pandemia de por medio, esta institución, creada en 1958, ha intentado recuperar su agenda de actividades, algo que poco a poco va consolidando.
Su última iniciativa, las jornadas que han conmemorado el 40 aniversario de la muerte de Fernando Fernández Monje, ‘Terremoto de Jerez’, han puesto de manifiesto que la maquinaria está engrasada y que, a partir de ahora, volverá ser una entidad referente dentro del mundo del flamenco. Dicha propuesta han sido el tercer acto programado en esta nueva etapa tras las jornadas homenaje a Manuel Ríos Ruiz el pasado noviembre, y un evento coproducido con la Fundación Cajasol sobre la saeta.
“Queríamos devolver a la actualidad a figuras del arte flamenco”, destacó Fran Pereira, su presidente en la presentación de estas jornadas, que han tenido lugar este pasado fin de semana en Bodegas Fundador y Teatro Cajasol. Esta primera parada ha sido Fernando Terremoto, un artista al que se le ha rendido pleitesía con un programa de actos tan completo como eficaz.
Fue la mesa redonda ‘Fernando Terremoto, la voz perpetua’, la que abrió los mismos el pasado jueves en los Claustros de Fundador, una cita que contó con la asistencia de Manuel Morao, Angelita Gómez, Romerito de Jerez, Vicente Soto ‘Sordera’ y José María Velázquez-Gaztelu, es decir, historia viva del flamenco. Durante más de una hora, los asistentes pudieron recordar al artista desde la perspectiva personal y artística a través de las vivencias de cada uno de ellos. Antes, Pepe Marín, miembro de la Cátedra De Flamencología, deleitó al público con uno de sus excelentes interpretaciones, en esta ocasión, recitando un poema de Antonio Murciano sobre el propio Terremoto y que extrajo las lágrimas a muchos de los espectadores, además de al propio orador.
“El caminante que olvida, pierde su destino”, apuntó Velázquez-Gaztelu para iniciar esta pequeña tertulia en la que Romerito recordó aquellas andanzas de ambos “porque él vivía en el 28 y yo en el 30 de la calle Nueva”.
“íbamos a buscarnos la vida, él me cantaba a mí, yo le cantaba a él y mangar, porque había mucha hambre en los años 40”. “Terremoto ha sido artista siempre, y lo difícil es pegar como él pegaba por seguiriyas”, admitió el cantaor jerezano, que confesó que su voz “no la hay, ni la habrá nunca, porque todos los cantes que hacía, los hacía bien”.
Manuel Morao le recordó diciendo que “era parte de mí” y como artista “era de una calidad fuera de serie”. Le describió como una persona “rebelde, y sin darse cuenta era valiente e inteligente”. El artista jerezano rescató algunas anécdotas vividas con Terremoto, entre ellas algunas que levantó las risas entre el público, como aquella “con el latero Ramón, que era muy chiquitito, como un monito, pero Terremoto moría con él.
“No saldrá ningún cantaor con esa manera de decir el cante”, dijo de él Angelita Gómez, quien destacó que “encima del escenario, nunca cantaba igual, y eso en el baile, a mí me motivaba, él cantaba con el corazón. Yo he llorado con su cante”.
Vicente Soto ‘Sordera’ reconoció que “Terremoto ha sido uno de mis ídolos y además ha sido uno de los artistas, junto a Caracol, que a mí me transmitían”, y de sus vivencias con él en aquel Madrid de los años 60, se acordó de “unas navidades que pasamos en mi casa y que cantó por seguiriyas como no he escuchado nunca. Él tenía una cosa especial, y con eso se nace, o lo tienes o no lo tienes, y él lo tenía”.
“Hay grandes parejas artísticas como Antonio Chacón y Ramón Montoya, Antonio Mairena y Melchor, pero también Fernando Terremoto y Manuel Morao, una pareja histórica en los anales del flamenco”, aseguró José María Velázquez-Gaztelu, que en su exposición sobre el artista se detuvo en un disco del año 1956, un disco en el que “está grabada, según mi criterio, la mayor y más grande seguiriya que se ha grabado en la historia de la discografía flamenca (’Estoy soñando’), es una verdadera joya”. El poeta arcense recordó también aquel “microclima que se vivía en el barrio de la Concepción de Madrid, en el bar Los Rafales”. Además, le calificó como un cantaor “con mucha personalidad y gran capacidad para transmitir. Para mí ha sido el cantaor con más capacidad de transmisión que yo he escuchado”.
La segunda cita de estas jornadas se desarrolló en la Tapería de Fundador, donde José María Castaño ahondó en la categoría artística de Fernando Terremoto maridando cante y vinos en una didáctica ponencia que se fue ilustrando con fotografías y vídeos. El Harveys Fino Premium, Harveys Palo Cortado Premium y Harveys Bristol Classic sirvieron al periodista jerezano para acercarnos a la soleá y bulería pa escuchá, la seguiriya y el fandango, tres cantes que Terremoto dominaba como nadie.
Las jornadas se cerraron el pasado sábado con el estreno de ‘Terremoto, el documental’, en el Teatro Cajasol. Con la presencia del delegado de Cultura, Francisco Camas, sus hijas, Juana y Luisa, y demás familiares, entre ellas el último eslabón cantaor de su saga, María Terremoto, el público que llenaba la sala disfrutó de este trabajo realizado por la productora Flamencrew.
Una hora y casi diez minutos dieron para mucho, pero sobre todo para emocionar a todos los presentes, ya que a lo largo del estreno las lágrimas brotaron en más de una persona, desbordada ante tanto recuerdo. También hubo momentos de gracia, como al proyectarse la pataíta por bulerías de la serie ‘Rito y Geografía del Cante’, donde Luisa Fernández se llevó los aplausos, o en algunas de las apariciones del añorado Manuel Soto Barea ‘El Bo’, cuya gracia en sus afirmaciones levantó la carcajada del público.
La noche finalizó con los asistentes en pie aplaudiendo el excelente trabajo de estos cuatro jóvenes madrileños, Nacho Rojas, Adrián Varela, Javier Guerra y Álvaro Mayoral, que se han dejado el alma en este documental y que, también con alguna lágrima corriendo por su rostro, agradecieron el calor y respeto mostrado por los asistentes.
También te puede interesar