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Lectores sin remedio por Ramón Clavijo y José López Romero

Cómodo y placentero

LLEVO ya unas semanas luchando a brazo partido con una edición de las obras completas del Padre Luis Coloma, que no sé aún cuál es la mejor postura, ni dónde ni cómo colocar el volumen para que su lectura sea más que un sufrimiento, lo que debe ser toda lectura: un placer (aunque alguno habrá, más llevado de prejuicios que de conocimiento, que dude de la elección). A la cama no me las he podido llevar, con el consiguiente disgusto (hablo de las 'obras completas' de Coloma, no se me confundan); y cuando en la mesa de trabajo le aplico el flexo, el papel biblia en que está encuadernada la edición brilla, deslumbra y hace imposible su lectura. En definitiva, un suplicio jesuítico (esperemos que sea A.M.D.G.). Ya en otras ocasiones hemos comentado aquí el problema que se le presenta al lector ante textos voluminosos o poco manejables, que se resisten a la comodidad exigida por todo lector. Por eso, entre otras muchas cosas (precio incluido), soy yo tan partidario de ediciones de bolsillo; libros que pueden sostenerse con una sola mano, que admiten toda clase de posturas y sitios variados. Y si la comodidad es fundamental, como podemos observar cuando un libro se nos resiste a ella, no menos importante es no ya el texto en sí (cuestión de gustos), sino el mismo proceso de lectura. Y digo esto porque en pocos días y por canales distintos me he encontrado con la misma anécdota: personas que prefieren empezar el libro por el final. En un caso, la protagonista de la película leía la última página para ver si el libro le iba a interesar; en el segundo, una buena amiga me comentaba que prefería leer el final para así, liberada (me justificaba) de su curiosidad y sin las prisas propias por llegar al desenlace, podía disfrutar más de la lectura de todo el libro. Y la verdad es que no le faltaba razón. A veces y sobre todo con algunos géneros, la imperiosa necesidad de llegar al término de la historia, nos impide recrearnos en la intriga, paladear otros detalles que la urgencia de seguro no nos permitiría. Esto mismo me pasó, sin ir más lejos, el otro día. Leía yo el relato 'El gran cambiazo' de Roald Dahl (Anagrama), un enredo de intercambio de parejas tramado por los esposos sin el conocimiento de las cónyuges, y era tal la curiosidad por saber si el "cambiazo" llegaba a buen término que a punto estuve de hacer mudanza en mis costumbres y pasarme al final, para así disfrutar más de la trama. Sin embargo, supe contenerme y, como en otras actividades igualmente placenteras, no me salté ni uno solo de los preliminares. Por cierto, ¿de qué estábamos hablando? ¡Ah!, de la lectura. Pues lo mismo digo.

Los frutos de la niebla

Luis Mateo Diez. Alfaguara, 2008

Al recomendar la lectura de este libro, casi obligamos al lector a rebuscar en las librerías los antecedentes del mismo, que están en otros títulos ya publicados y del que el libro que hoy presentamos no es sino el final de un proyecto que el autor iniciara con 'El diablo meridiano'. Luego seguirían otros dos libros, todos, en palabras del autor, "fabulas de los sentimientos, donde he pretendido componer una peculiar comedia humana. Historias ejemplares, aunque algunas en realidad tienen muy poco de eso." En fin, la serie que se continuaría con 'El eco de las bodas' y 'El fulgor de la pobreza', se completa ahora definitivamente con otras tres historias recogidas en este 'Los frutos de la niebla'. En ellas se bordea el reino de la fantasía, de la irrealidad, aunque todo sea fruto de la capacidad de observación de la misma realidad por parte del autor, lo que no es sino un motivo más para provocar desasosiego en el lector. R.C.P.

La estrategia del agua

Lorenzo Silva. Destino, 2010

Se presentó este libro en la más que simbólica fecha del 23 de febrero "para compensar de alguna manera las acciones de aquel otro guardia…", en las propias palabras de su autor, Lorenzo Silva. En esta nueva novela se continúa con la afortunada serie, que protagoniza el teniente de la guardia civil Beviclaqua, junto a su compañera Chamorro, tras cinco años de espera para sus muchos seguidores. La historia se inicia con un desencantado Vila, tras conocer la puesta en libertad de un asesino al que él, en su día, logró llevar a la cárcel. Escéptico y frustrado, se enfrenta a un nuevo caso en el que su inicial actitud, quizás no sea la más apropiada para lograr su resolución: Óscar Santacruz aparece muerto a tiros a los pies del ascensor de su domicilio. Nadie ha escuchado ni visto nada. Un trabajo que parece obra de un profesional y en el que la intrascendente vida de la víctima no parece cuadrar. R.C.P.

La prensa española durante el siglo XIX

AA.VV. Dip. Provincial de Almería, 1987.

Las I Jornadas de especialistas en prensa regional y local (como reza en su subtítulo), dio como resultado este volumen que recoge todas las ponencias desarrolladas en dichas Jornadas, las cuales ofrecen un panorama bastante acabado de las características, géneros e influencia de la prensa en varias provincias y localidades españolas durante su centuria más esplendorosa, el siglo XIX. En Jerez (y ya lo he dicho en varias ocasiones) contamos sobre este tema con un excelente trabajo de Juan Leiva publicado por el Centro de Estudios Históricos Jerezanos en 1982. No se puede entender la vida en general y la cultura, en particular, de ningún país, región o localidad sin un estudio del periodismo. La prensa lleva décadas, e incluso centurias, gozando de muy buena salud, a excepción de los periodos de mayor control o censura que también, sin embargo, supieron y han sabido sortear. De ahí su definición de "cuarto poder". Y como tal, también con sus luces y sus sombras. J.L.R.

Maquiavelo en España

Helena Puigdomènech. F.U.E. 1988.

Cuando la clase política, la alta y la baja, están en sus momentos más críticos, con un descenso en su credibilidad y honestidad que alarman, una figura como Maquiavelo se echa de menos. El florentino ha sufrido desde el mismo siglo en que vivió y murió, el XVI, hasta nuestros días injusta e inmerecida fama porque en 'El Príncipe', su obra más emblemática, nos da todo un curso de buen gobierno; en el que impera lo práctico sobre lo teórico; las medidas drásticas cuando la situación lo requiere sobre las medias tintas y paños calientes que a nadie contenta. ¿Ideología? Para charlas de café y mesa camilla familiar. Cuando vienen mal dadas, la razón de estado puede ser un buen argumento siempre y cuando se utilice para el bien común, no para el bien personal o del partido, los males de nuestro siglo. Maquiavelo ejerció, como Puigdomènech demuestra en este libro, una enorme influencia en España; una prueba más de que necesitamos volver a los clásicos. J.L.R.

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