Cultura

Egipto compite en el Festival de Cannes con una película demasiado bienintencionada

  • La cinta 'Yomeddine' refleja la historia de un leproso que ha pasado su vida en una leprosería

La competición oficial del Festival de Cannes está compuesta este año por una selección muy heterogénea de filmes, de grandes nombres y de grandes desconocidos, como el egipcio A.B. Shawky, que presentó ayer un trabajo que desborda buenas intenciones.

A partir del crowdfunding y con la ayuda de sus familias, el equipo logró hacer un filme al que Shawky ha dedicado diez años de esfuerzos porque la historia de un leproso no era algo que atrajera a las productoras, como reconoció el propio director en una rueda de prensa en Cannes.

Shawky cuenta en Yomeddine -que significa 'el último juicio'- la historia de Beshay, un hombre que ha pasado toda su vida en una leprosería y que, una vez curado y tras la muerte de su esposa, decide ir a la búsqueda de su familia, en la otra punta del país.

Es la primera vez que sale de esa leprosería, en la que fue abandonado cuando era pequeño, y la película se convierte en una road movie con la que el director ha querido mostrar una cara diferente de su país.

Su relación con un pequeño huérfano nubio (Obama) es la parte central de una película que el director se toma como una ocasión para atravesar todo Egipto siguiendo a ese hombre que se mueve en una especie de carroza tirada por un asno.

Es la ópera prima de Shawky, que vive en Estados Unidos pero que regresó a su país para rodar esta película con actores no profesionales, sin un director conocido y con un asunto tan delicado como la lepra.

Con un estilo inicial de documental que luego deja paso a la pura ficción, lo mejor del filme son las interpretaciones de Rady Gamal (Beshay), y Ahmed Abdelhafiz, como el pequeño Obama, dos actores analfabetos con los que el realizador tuvo que trabajar mucho para que entendieran la historia y se aprendieran los textos.

Además, también se proyectó la película keniana Rafiki, que llega a Cannes como un grito en defensa del derecho a amar, que pese a estar prohibida en su país por su contenido lésbico confía en utilizar la visibilidad del certamen para expandir su mensaje.

La relación de Zena (Samantha Mugatsia) y Ziki (Sheila Munyiva), adaptación de la novela Jambula Tree, de Monica Arac de Nyeko, comienza con miradas furtivas e intenta imponerse en un entorno hostil que les hace escoger entre ser ellas mismas o acatar las normas sociales para sobrevivir.

"La historia es una historia de amor, pero a veces el amor es complicado y ahí es cuando entran los Derechos Humanos. El derecho humano más importante y el primero de todos es el derecho a amar", cuenta su directora, Wanuri Kahiu.La cinta se proyecta en la sección Una Cierta Mirada de Cannes, la segunda en importancia del certamen, y supone el estreno de Kenia en el mismo.

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