Cultura

Expresionismo puro

NO es mala cosa, en tiempo de absoluta sequía, traer cosas interesantes, si bien, también sería bueno -mucho más que bueno- conceder un resquicio de oportunidad a los trabajos buenos de aquí -este adverbio hay que dotarlo de un especial sentido sin querer caer nunca en absurdos localismos desvirtuantes-. Tal como está el asunto económico cualquier apuesta por el Arte es digna de encomio y noticia importante merecedora de todos los aplausos posibles.

La exposición que se presenta en Museo de la Memoria de Andalucía nos ofrece una muestra de esa poderosa pintura que manifiesta un eclecticismo asumido desde amplias posiciones estéticas, con contundentes registros pictóricos. A simple vista, el italiano Franco Viola deja constancia de que sus fuentes confortantes se encuadran en una abstracción de vehemente formalismo, con los gestos sumamente acusados y llevando el expresionismo a su lado más extremo. Precisamente el recuerdo de los nuevos salvajes está más que presente en una obra que, con la fortaleza del negro, accede a un contundente organigrama visual cuyo desenlace formal manifiesta una estructurada composición, con campos de colores cálidos envueltos en el poder inquietante de gruesas pinceladas negras.

Pero Franco Viola no se circunscribe únicamente a los desenlaces esenciales de lo no concreto. Su estructura compositiva asume, muy a su manera, relatos presentidos que abren perspectivas de cómplice vocación. En su desarrollo, de manifiesta fortaleza plástica, se deja entrever la posibilidad -mínima pero latente- de un contenido paisaje donde se vislumbra el carácter apasionado de un gesto que patrocina una tenue dimensión figurativa; un leve conato ilustrativo entre una maraña pasional de profundo gestualismo pictórico.

Franco Viola hereda la vertiente del expresionismo abstracto más absoluta; su determinación plástica y su desenlace formal no deja duda; en su pintura encontramos la acción más directa, el compromiso más directo con la formulación de una emoción o un sentimiento; sin embargo, tras cada pincelada, el artista deja patente que la posibilidad de una mínima figuración es posible entre el poder determinante de la materia cromática.

Muy buena exposición esta que se presenta en las espléndidas estancias expositivas del Museo de la Memoria. La buena pintura es siempre muy bien recibida; máxime en este tiempo donde la crisis pone un manto de tristeza a las buenas acciones, sobre todo, a las culturales. Por eso hay que potenciar, desde estas instituciones que apuesten por un arte, ahora más que nunca, necesitado de apoyos.

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