Cultura

Fallece a los 87 años Roland Petit, el coreógrafo de la modernidad

  • El artista francés, cuyas creaciones son clásicos, dotó a la danza de una teatralidad clave para su desarrollo · Picasso, Welles, Nureiev o Cocteau, entre sus colaboradores

El mundo de la danza se despertó ayer con la noticia de la muerte del veterano coreógrafo Roland Petit dejando huérfanos a centenares de creadores de todos los estilos que se han inspirado en una de las carreras más prolíficas y eclécticas del arte en el siglo XX. El bailarín y director francés falleció en Ginebra a los 87 años, según informó en París la dirección de la Opera de la capital gala. El coliseo francés, en cuya escuela de danza entró el artista en 1933, comunicó que con su muerte desaparece "uno de los artistas de la danza más importantes del siglo XX".

Nacido el 14 de enero de 1924 en Villemomble (norte del país), Petit reunió en su creación artística elementos fundamentales de la danza moderna y los llevó desde los teatros más importantes del mundo al cine de Hollywood. El intérprete colaboró durante su carrera con grandes genios de la literatura, el cine y la danza y aportó un concepto teatral a esta última que se convirtió en una de las claves de su desarrollo durante el siglo XX.

Hasta llegar a su última temporada, Petit recorrió un largo camino artístico, que le hizo entrar en contacto, trabajar y crear con nombres fundamentales de diversos ámbitos de la creación, como Pablo Picasso, Orson Welles, Jean Cocteau, Yves Saint-Laurent, Rudolf Nureyev, Pink Floyd, Georges Simenon, Margot Fontayne y Mijail Baryshnikov, entre otros, así como en los escenarios más importantes del mundo, aparte de la Ópera parisina, la Scala de Milan y la Ópera de Berlín.

Aunque representante del ballet más clásico que estudió, bailó y coreografió desde un principio, no quiso asentarse en un sólo estilo dancístico y hoy todavía se recuerdan sus eclécticas coreografías e interpretaciones, como recoge el portal especializado Danza.es. La última fue con 73 años, edad con la que se despidió de los escenarios como bailarín, durante las representaciones del Ballet Nacional de Marsella, del que fue fundador, en la Ópera Garnier de París.

No en vano, su biografía es, sin duda, la de un artista precoz y trabajador incansable. Comenzó a estudiar con 10 años en la Escuela del Ballet de la Ópera de París, y seis años más tarde ya formaba parte del cuerpo de baile. A los 20, se marchó para formar su propia compañía, el Ballet des Champs-Elysées. Allí vieron la luz primeras creaciones como Les Forains (1945) y Le jeune homme et la mort (1946), montaje tan admirado como revisado. Fue fundador en 1948 del Ballet de París con el cual creó Las señoritas de la noche, para Margot Fonteyn, y también trabajó con el Casino de la capital gala, donde diseñó en 1961 un espectáculo completo en torno a la bailarina estrella Zizi Jeanmarie, su mujer y su musa.

Sus coreografías se convirtieron rápidamente en clásicos y entraron en el repertorio, como su ballet Carmen, con Zizi, con la que alcanza enorme popularidad. A su regreso de Estados Unidos, adaptó la comedia musical estadounidense al gusto francés y montó con la Revista de los Ballets de París, Mi cosa en plumas, para Zizi (1961-62) y cuatro años después triunfó con El elogio de la locura.

Su legado coreográfico en el que figuran más de 30 obras como Carmen (1949), Le Loup (1953), Notre-Dame de París (1965), Camera Obscura (1994) y los musicales Daddy longs legs (1945) con Fred Astaire y Leslie Caron y Anything goes (1945) es apenas una muestra de la aportación de esta personalidad dancística, alumno de Serge Lifar, uno de los últimos discípulos de Diaguilev. Director del Ballet Nacional de Marsella, desde 1972 y hasta principios de 2005, la lista de las creaciones de Petit durante los últimos años -se retiró a vivir a Ginebra hace 15 años- es una repetición constante de creaciones y recreaciones que le permitieron ser reconocido e identificado como coreógrafo incluso por públicos no especializados.

De sus últimos grandes espectáculos destaca el Pynk Floyd Ballet (2004), creado sobre la música de la banda británica, y estrenado por el Tokyo Asami Ballet. A sus 87 años, el coreógrafo tenía previstas nuevas representaciones de sus ballets más conocidos en teatros de todo el mundo.

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