Artistas de Jerez

GUILLERMO BERMUDO. Esa pintura gozosa sin afectaciones

GUILLERMO BERMUDO. Esa pintura gozosa sin afectaciones

GUILLERMO BERMUDO. Esa pintura gozosa sin afectaciones

GUILLERMO BERMUDO La vindicación de la cabra GUILLERMO BERMUDO La vindicación de la cabra

GUILLERMO BERMUDO La vindicación de la cabra

EL Arte en general y la pintura en particular – ésta , quizás, en mayor medida por ser una modalidad con infinita más dedicación – debido a sus muchos siglos de existencia presenta un cansancio estructural y la repetición de sus mismas fórmulas es un hecho palpable. Se repiten, a veces con exasperante proliferación, esquemas, registros, planteamientos y escenas que lastran la realidad creativa y hacen que la expresión artística se vea con poco dinamismo y falta de horizontes particulares y desarrollados desde ideas y postulados personales y únicos. En pocas palabras, todo se parece a casi todo. Es difícil encontrar lenguajes únicos que llamen la atención y levanten expectativas.

También, a lo artístico se le adereza con un halo de seriedad, elitismo y poca sencillez que, muchas veces, el espectador se encuentra con ejercicios, absolutamente ilegibles, faltos de claridad y poca inmediatez. El arte contemporáneo abruma por sus excesos crípticos, de formulaciones sólo entendibles por minorías – a veces, incluso, éstas asumen situaciones que no son más que poses esnobistas – que hacen que los espectadores huyan en desbandas por tales circunstancias poco lógicas. 

Guillermo Bermudo es un pintor que dota a sus trabajos de una lúcida pátina de sensatez. Su pintura está concebida para ser gozada abiertamente; para que la mirada acoja, con beneplácito y sin interferencias, lo que el ojo capta y asuma la feliz cualidad de lo que se descubre fácilmente y sin necesidades de complejos prospectos explicativos. Su obra es directa, clara, emociona al verla y no plantea sentimientos dudosos. Además, está aderezada de una nota jocosa que le quita tragedia a un arte que no tiene por qué llevar consigo historias dolientes transmisoras de emociones angustiosas.Este artista, raro espécimen en peligro de extinción por ser distinto a los demás y no llevarle la vida en parecerlo, es sevillano de Alcalá de Guadaira pero alemán de nacimiento – Frankfurt/Main, 1971 y jerezano de adopción, por trabajo y convicción.

Perteneció al grupo de jóvenes que, en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, vivió todavía los estertores de una tradición que, ya, olía a rancio y ansiaba abrir las ventanas para que entrara luces y aires vivificadores. Fue alumno con deseos de horizontes nuevos y animoso impulsor de un arte que se quería moderno y alejado de los lastres que ofertaron tantos años de rancia transmisión y de caras vueltas a una realidad que, con gente como él, demandaban horizontes diáfanos y espíritus con nuevas argumentaciones. 

La carrera profesional de Guillermo Bermudo está jalonada de muy buenas intervenciones por aquellos espacios que, en la primera década de la presente centuria todavía existían en una Andalucía que, poco a poco, fue perdiendo la intensidad en la infraestructura expositiva que tuvo años anteriores. También cuenta con varios premios en certámenes que afianzaron su labor de artista emergente y con infinitas posibilidades.

Su carrera artística se complementa con la vía docente. Siendo desde hace varios años un activo profesor en la Escuela de Arte de Jerez; centro donde su natural dinamismo, su fuerza impactante e inquietante la sabe transmitir a sus alumnos a los que convence no sólo con las bases ineludibles de la docencia  sino con una motivación dimanada del conocimiento supremo de la actividad artística y los fundamentos de una profesión que él sabe por experiencia y convicción.

GUILLERMO BERMUDO El trilero GUILLERMO BERMUDO El trilero

GUILLERMO BERMUDO El trilero

La andadura artística de Guillermo Bermudo ha estado básicamente sustentada en dos aspectos principales: la pintura y el grabado. En ambas facetas artísticas ha sabido ampliar los propios postulados inherentes a las mismas, creando estamentos novedosos y, a la vez, generando episodios donde lo artístico hacía prevalecer acciones más allá de los meros argumentos representativos de la realidad. Porque la obra de Guillermo Bermudo es absolutamente realista; tan real como las acciones que ilustra en las que se abren las máximas perspectivas para que lo real asuma nuevas entidades interpretativas.

El artista, a fuerza de pintar lo que descubre su mirada, valiente, escrutadora, inquisitiva y audaz, da una vuelta de tuerca y dinamiza la propia existencia de lo que se representa. Con un dibujo clarificador, elegante, estricto y definitivo, traza esquemas compositivos que, más tarde, manipulará para que lo real sea envuelto en una trama que lejos de atemperar su clarificadora visión, aumenta los propios esquemas representados dotándolos de un sabio expresionismo que potencia toda la realidad expuesta. Y, además, el artista envuelve cada situación con una nota de sabia lucidez; en su obra hay mucho de ironía, de sentido cáustico de la vida; por eso cada fórmula de su pintura está impregnada de un sentido festivo, quitándole a la existencia esa dimensión de sórdida frustración que tanto se observa en la pintura al uso.

Guillermo Bermudo es un artista culto, que sabe de la historia del arte y de sus circunstancias; que está al cabo de calle de lo que existe en este universo artístico tan a  contracorriente. Por eso, su pintura no deja indiferente. Está planteada con los aditamentos preclaros de una modernidad de la que el artista es consciente pero, al mismo tiempo, se cocina en los estamentos del arte eterno, aquel que se justifica sólo con la verdad de una creación justa en medida y sabia y valiente en ejecución.

La pintura de Guillermo Bermudo no necesita factores juiciosos y de alta alcurnia estética para convencer de principio a fin. Su obra llega a todos porque es clara y sin imposturas. Es una pintura que hace feliz, que nos plantea el gozo supremo de un arte cercano y sin complejos.

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