Cultura

Gary Cooper que estás en los cielos... desde hace 50 años

  • Una biografía recién editada en España ofrece un perfil cinematográfico y personal del actor, icono de la masculinidad y una de las estrellas más grandes de Hollywood

Hace medio siglo que Hollywood se quedó sin su héroe más impecable. Gary Cooper. El héroe americano es el título de la biografía que ahora se edita en España y que repasa la vida de quien motivó El orgullo de los yanquis y se quedó Solo ante el peligro.

Gary Cooper, que estás en los cielos era una película de Pilar Miró, pero al margen del juego de palabras, es cierto que fue durante muchos años todo un dios para el público del mundo entero y un icono de la masculinidad. Había ido de la mano con el nacimiento del Hollywood dorado: interpretaba la primera película que ganó el Óscar, Alas, redujo a la irreductible Marlene Dietrich en Marruecos y fue el rostro de la esperanza democrática estadounidense gracias a El secreto de vivir y Juan Nadie, de Frank Capra. Cuando murió el 13 de mayo de 1961, Hollywood sintió que enterraba al símbolo de una época.

Pero el libro escrito por Jeffrey Meyers va más allá en la vida de quien fuera descrito por Audrey Hepburn como "el hombre más alto, delgado y de ojos más amables". Dietrich, despechada por descubrirse una simple conquista más para el actor, fue menos cordial: "No era ni inteligente ni culto, lo reclamaban por su físico, como a los demás". Pero Cooper, parco en palabras, fue desvelando que bajo su cotizado continente había mucho contenido. "Si los demás tienen cosas más interesantes que decir, yo me callo", decía. La edad le curtió. Su relación extramatrimonial con Patricia Neal en tiempos de las cláusulas de moralidad en Hollywood le dio mayor profundidad y sus amigos intelectuales, especialmente Ernest Hemingway, fueron dando calado a su estrella. Su abierta afiliación a los ideales conservadores no impidió que en plena caza de brujas defendiera al guionista de Solo ante el peligro, Carl Foreman. Y pronto se aficionó a los poemas de Kipling, al arte moderno y los toros.

La biografía recoge momentos taurinos junto a Hemingway. "Fuimos a una ganadería en Toledo, dimos unos cuantos capotazos a una vaquilla (...) Volvimos al hotel oliendo como cabras", relata. Hemingway le presentó a Picasso a finales de los 50, y éste le invitó a cenar en su casa de la Riviera francesa. Cooper le regaló un inmenso sombrero Stetson que había usado en el rodaje de La exótica, junto a Ingrid Bergman, y un revólver Colt del 45. En cambio, no se entendió con Sara Montiel durante el rodaje de Veracruz. "Volvía diciendo que casi le resultaba insoportable tener que tocarla o besarla. Nunca utilizaba champú. Me dijo su peluquero que cada día no hacía más que añadirle aceite de oliva a su pelo", recordaba la actriz, Lorraine Chanel, amiga y amante de Cooper.

Esa fortaleza divina de la gran pantalla sucumbió a los síntomas del cáncer demasiado pronto, cuando le fue detectado en diciembre de 1960, a punto de cumplir 60 años. Sus últimas voluntades fueron: "Viajar a París, ir a cazar faisanes con Hemingway y decir adiós a mis amigos".

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