Lectores sin remedio

Huysmans

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¿Cómo conocí a Joris-Karl Huysmans? Pues por el procedimiento habitual: un libro me condujo a este escritor francés de la segunda mitad del siglo XIX. Aquel libro es la novela de Emilia Pardo Bazán ‘La madre Naturaleza’ y, en concreto, la referencia que Ignacio Javier López (su editor de Cátedra, Letras Hispánicas) hace sobre la importancia de Huysmans como uno de los escritores que inicia la literatura decadentista como superación del Naturalismo imperante. Una influencia en nuestros novelistas (Galdós o la misma Pardo Bazán), que ya intentaban nuevos caminos narrativos ante el hastío o cansancio de los principios naturalistas. Es más, doña Emilia conoció personalmente a Huysmans en uno de sus frecuentes viajes a París, a través de la tertulia literaria de los Goncourt.

Y como no podía ser de otra manera, dados los méritos de tan eximio autor, no pude resistirme a la tentación de leer alguna de sus novelas, y la que encontré en el mercado fue la titulada ‘A contrapelo’ (‘À rebours’) que, en opinión general, inicia ese decadentismo finisecular. Después de su lectura, curioseé en Internet en busca de opiniones y críticas sobre ella, y me topo con el artículo titulado “Huysmans y el fin de siglo hispánico: un apunte” (en https://books.openedition.org), en el que su autora, Julia Amezúa, repasa la influencia que ejerció este escritor francés en los autores hispano-americanos, con especial atención a sus contemporáneos, a la generación posterior y, sobre todo, al impacto que ‘À rebours’ tuvo en nuestra literatura.

Y entre las opiniones, confesiones y críticas, la que más me ha sorprendido es la de Guillermo Cabrera Infante (el célebre novelista cubano), quien queda hasta tal punto fascinado con el protagonista de ‘A contrapelo’, des Esseintes, que no duda en compararlo “con el héroe Ulises, y equipara al escritor Huysmans al nivel de Flaubert ο de Chateaubriand, por encima de escritores como Balzac ο G. Sand.” (cita del artículo de Julia Amezúa). Quien se atreva a leer ‘A contrapelo’ se dará cuenta desde la primera página hasta la última que está ante una obra que apenas se ajusta a lo que entendemos por un relato y, por tanto, dista mucho su protagonista de ser un nuevo y decadente Ulises, por muy riguroso en su exageración que se ponga Cabrera Infante. Huysmans aprovecha a su personaje, prácticamente el único que aparece en la novela, para exponer toda clase de saberes y opiniones, hasta el punto de que más parece una miscelánea al más clásico estilo del siglo XVI que una novela.

Desde los distintos tipos de telas, colores o piedras preciosas, hasta la crítica literaria tanto del mundo grecolatino como de los autores contemporáneos, pasando por los escritores religiosos del Medievo, ‘A contrapelo’ se convierte en una lectura ardua, por momentos muy aburrida y no apta para lectores que buscan en la literatura algo parecido a las maravillosas aventuras del héroe de Ítaca. Amezúa en su interesante artículo (mucho más interesante que la propia novela de Huysmans) también cita la opinión que Luis Antonio de Villena vertiera en el prólogo a la edición de la novela en Bruguera con el título ‘Al revés’ (1986). Delirante. 

Jerez: políticos y alguna vez bibliotecarios

Semanas atrás, en una clase que impartí en el Aula de Mayores de la UCA sobre la historia del libro en la ciudad, hice mención de algunos personajes que pese a no estar vinculados inicialmente al mundo cultural luego desempeñaron un papel muy señalado en este ámbito. De esos personajes me detuve especialmente en aquellos que durante el Sexenio Democrático, aparte de su labor política, ejercieron en algún momento como bibliotecarios, en los primeros años de la centenaria historia de la Biblioteca Municipal de Jerez.

Personajes como Manuel Bertemati, Modesto de Castro o José de la Herrán y Lacoste. El primero tuvo un significado protagonismo en la convulsa situación política de Jerez durante el Sexenio Democrático y primeros años de la Restauración monárquica, llegando a ser diputado republicano en el Congreso. Otros muchos detalles de su etapa política se pueden encontrar en el excelente libro de Diego Caro Cancela recientemente publicado ‘República y Republicanos en Jerez de la Frontera: 1789-1923’ (Ed. Tierra de Nadie).

Pero poco se conocía de su relevante papel en la gestión de ciertos asuntos culturales como fue la creación de la Biblioteca Popular en 1873, o las conversaciones que mantuvo con el Cabildo Eclesiástico de la ciudad tratando el traslado de los libros expropiados a la Colegial a dicha Biblioteca (ver: José García Cabrera, ‘La Biblioteca de la Colegial. Los fracasados proyectos para convertirla en Biblioteca Pública’. Revista de Historia de Jerez, nº 22). Finalmente, y es este otro dato poco conocido, sería nombrado Conservador de la Biblioteca jerezana en 1876. No menos interesante es el papel cultural del que fuera alcalde de la ciudad José de la Herrán y Lacoste, al que se debe que la Biblioteca Municipal no desapareciera en 1873, logrando abrirla al público en 1876 tres años después de su inauguración oficial, y en la que ejercería como Conservador bibliotecario al final de su vida desarrollando una gran labor hasta su fallecimiento en 1908. De Modesto de Castro, también ex alcalde de la ciudad durante el breve periodo del movimiento cantonalista en 1874, sabemos que una vez retirado de la vida política ejerció de bibliotecario: nombrado en 1878 por el Consistorio, ha pasado a la historia por ser el primer bibliotecario que con carácter permanente ejercería esa labor en la biblioteca jerezana. Ramón Clavijo Provencio

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