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Lectores sin remedio por Ramón Clavijo y José López Romero

Jerez: Feria del Libro

  • No han sido fáciles los últimos años para mantener esta propuesta, años atrás indiscutible referencia cultural del calendario anual en nuestra ciudad.

Cuando lean estas líneas nos encontraremos a las puertas de una nueva edición de la Feria del Libro en Jerez. Sí, esa celebración en torno a uno de los imprescindibles referentes de la cultura -el libro- y sobre el que pivotan tantos elementos e intereses que sería difícil enumerarlos, pero entre los que estarían sin duda los económicos -nuestro país es la tercera potencia editorial del planeta-, educativos, de ocio, tecnológicos, comerciales, propagandísticos, etc. Coincide también esta edición, con la que se levanta en El Retiro de Madrid, la primera organizada en España - la Feria del Libro de Madrid surge durante la II República, aunque su asentamiento primero, y luego modelo para el resto de ferias de nuestro país, haya que atribuírselo al jerezano Julián Pemartín cuando ostentaba el cargo de primer director del Instituto Nacional del Libro, en la España de 1940-. Algunos lectores recordarán, y volvemos al apartado local, cómo no han sido fáciles estos últimos años para mantener esta propuesta, años atrás indiscutible referencia cultural del calendario anual en nuestra ciudad, y que desde principio del nuevo siglo, y por una confluencia de circunstancias negativas, ha estado en serio peligro de desaparecer -de hecho algunos años ni llegó a celebrarse-.

La Feria del Libro en Jerez fue así desapareciendo del imaginario colectivo a base de ediciones que iban languideciendo por decisiones poco acertadas, bien sobre la ubicación de la misma que no terminaba de asentarse en un lugar apropiado y reconocible - muchas ediciones se celebrarían en la plaza del Arenal, lugar donde paradójicamente se vivieron ediciones magníficas frente a otras que mejor dejarlas en el olvido-, o sobre las fechas más apropiadas para su celebración, lo que llevó a un esperpéntico viaje a través del calendario, despistando especialmente a lectores y desanimando paulatinamente a editoriales y libreros. No serían las únicas causas, aunque sí las más visibles y que parecían llevar a la Feria del Libro de Jerez a ninguna parte. Hubo otras más soterradas pero dejémoslo ahí por ahora.

Lo cierto es que tras la edición de 2015 -por la que pocos apostaban- y donde Ayuntamiento, libreros y editoriales realizan una apuesta arriesgada por unas fechas y una ubicación inédita, parece volver la esperanza a los escépticos y vislumbrarse una salida en el callejón tenebroso en el que esta propuesta parecía languidecer. La edición de este año vuelve a proponer fechas y sede similares, lo que a la vista del año anterior creemos un acierto, pues como decía el librero Cristóbal Serna, más que caja, que también -como en otras ferias mayores- lo que se busca por ahora en Jerez es darle estabilidad y visibilidad -con una propuesta cultural digna y atractiva-, única fórmula para ir sumando más colectivos e instituciones en años venideros.

Ramón Clavijo Provencio.

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