La ciudad de la historia por Eugenio J. Vega Geán y Fco. Antonio García Romero

Jerez en el año 1264, en la frontera entre cristianos y musulmanes

A partir de hoy empezamos una nueva singladura de esta nave que es nuestra página de historia, con la atención puesta (especial, pero no exclusivamente) en la conmemoración del 750º aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla.

Jerez fue frontera. Sí, una frontera entre dos mundos distintos que estaban condenados a luchar, a convivir y a morir. No hay solo musulmanes, también hay cristianos; no hay solo castellanos, también hispanorromanos, visigodos y judíos. Es un amplio período histórico con muchos parámetros distintos. De hecho, no se puede entrar en la historia del Jerez medieval sin hacer una serie de apreciaciones. Primeramente, existe una unidad cultural e histórica entre la etapa de la Antigüedad Tardía y la época visigoda. El dominio visigodo en la Bética fue breve y, en líneas generales, no supuso un cambio sustancial sino más bien una evolución lógica, sin sobresaltos, respecto al mundo tardorromano. Si además añadimos que el dominio efectivo godo se impuso al bizantino a partir del último cuarto del siglo VI, tenemos una dominación en el territorio de la provincia de Cádiz de poco más de un siglo.

Hasta el siglo XII, incluso ya en época cristiana, es un largo período en el que se producen traslados de gentes de unos lugares a otros: conocemos todas las crisis demográficas de Hasta Regia, Cádiz, Medina Sidonia y otros emplazamientos poblacionales más o menos grandes y poco conocidos. Sin embargo, estos movimientos demográficos no se producen de repente. Fue, sin duda un proceso largo y no continuado. Incluso ciertos cambios de ubicación entre lugares muy cercanos no eran extraños. En la antigüedad, Jerez pudo pasar de ser un pequeño núcleo poblacional en un lugar en torno a su actual emplazamiento a una importante ciudad en el último período islámico. Incluso llegó a ser, como veremos, residencia de los últimos obispos asidonenses.

Los musulmanes organizaron al-Ándalus siguiendo en parte el modelo hispano-visigodo. Dividieron el territorio en distritos administrativos o coras, al frente de las cuales pusieron un gobernador. El actual territorio de la provincia de Cádiz correspondía a las coras de Algeciras y Sidonia. Jerez (Saris), estaba incluido en esta última, que además englobaba a antiguas como Cádiz, Arcos o Sanlúcar. Tras la desaparición del califato en el 1031 y la disgregación de al-Ándalus en pequeñas taifas, Jerez, que debía ser una pequeña población, aunque no insignificante, como hemos visto en el capítulo anterior, quedará ligada al recién creado reino de Arcos. Será a finales del período almorávide, a mediados del siglo XII, en las 'segundas taifas', cuando alcanza su importancia e independencia como urbe. Debía poseer en estas fechas una notable entidad, si hacemos caso a la fuente literaria ya comentada del cronista al-Idrisi: 'La ciudad de Jerez es de mediano tamaño bien fortificada por todas sus partes. Está rodeada de muchas vides, olivos e higueras y posee abundante trigo a precio conveniente'.

Con todo, la configuración actual del recinto murado es de época almohade, posterior a al-Idrisi, y es entonces cuando la ciudad adquiere un verdadero protagonismo político y económico, pues se convierte en lo que resta del período musulmán y cristiano en una de las plazas más importantes del Bajo Guadalquivir. De todo este proceso evolutivo que sufre la ciudad desde el califato hasta el final de la Edad Media hay constancia arqueológica en la morfología urbanística de la actual ciudad.

Por tanto, cuando nos centramos en un tema medieval, pensamos en dos períodos históricos y culturales: el musulmán y el cristiano. Ambas etapas tienen un breve pero importante prólogo en el previo dominio godo. Sin embargo, la levedad de esta dominación y la fuerza de las oligarquías romanas en la Bética, harán que dicha etapa se considere también una prolongación de la Baja Antigüedad.

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