Cultura

Joaquín Sabina lo niega todo

  • El cantautor publicará su nuevo disco a comienzos de 2017. El poeta Benjamín Prado, para pulir las letras, y Leiva, como compositor de la música, colaborarán con el de Úbeda.

Dicen las malas lenguas que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, es el responsable directo de que Joaquín Sabina se haya demorado tanto en grabar su nuevo disco. El cantautor de Úbeda se embarcó en la gira de celebración de 19 días y 500 noches hace precisamente dos años, justo en las mismas fechas en las que tuvo que pagar cerca de cuatro millones de euros al fisco por el cambio de criterio del Gobierno a la hora de aceptar las declaraciones. Aficionado a las comparaciones, como cuando suspendió un concierto aduciendo que le había dado "un Pastora Soler", algunos dejaron caer en las redes sociales que había hecho "un Montserrat Caballé" con sus impuestos, extremo que desmienten voces autorizadas porque el cantautor no tuvo ánimo de defraudar. Lo cierto es que este quítame allá esos milloncejos le hizo embarcarse en una gira para reponer sus cuentas, ya que pese a pleitear adelantó ese dinero. Aprovechó para publicar el directo 500 noches para una crisis, pero no encontró el momento de grabar el nuevo trabajo hasta hace algunos meses, el primero desde Vinagre y rosas, publicado en 2009.

Hace unos días, en las jornadas Sabina por aquí celebradas en su localidad natal, el hombre que habita bajo un bombín adelantó que su nuevo disco se llamará Lo niego todo y que verá la luz a comienzos de 2017. "Está terminado, están listas las canciones y las letras. He dado un salto, en el sentido de que [sus colaboradores] Pancho, Antonio y yo éramos ya un viejo matrimonio aburrido que no follaba. Dije: Voy a juntarme con un jovenzuelo que me gusta mucho, a ver si renovamos un poco el aire", explicó. El jovenzuelo es Leiva, el antiguo miembro de Pereza. "Tienes que medirte con otro estilo, con otra generación. Es como el viejo que está hecho mierda con la próstata y se echa una novia de 20 años y se viene arriba que te mueres", afirmó en ese acto el autor de Tan joven y tan viejo.

Leiva, que ya le puso música a Tiramisú de limón, toma los mandos para sacar a Sabina de la zona de confort en la que se había instalado con Pancho Varona y Antonio García de Diego, sus productores habituales desde Física y química. Leiva militaba por entonces en Pereza y el otro 50% del grupo, Rubén Pozo, le puso la música a Embustera. Y el autor de Y sin embargo quedó encantado con su actitud rockera a lo Rolling Stone, además de compartir delgadez y cierto gusto por los pantalones pitillo.

Así que Antonio García de Diego y Pancho Varona verán el disco desde la barrera como en de 19 días y 500 noches, en el que Alejo Stivel, ex de Tequila, dirigió las operaciones desde la mesa de mezclas. Eso sin contar con su naufragio junto a Fito Páez en Enemigos Íntimos (1998), un trabajo en el que Sabina accedió a que sus letras se amoldaran a los ritmos barrocos y grandilocuentes del músico argentino. O su disco junto a Joan Manuel Serrat, La Orquesta del Titanic, que podría entrar en la lista de los peores trabajos de toda su discografía, algo que reconocen en petit comité sus más allegados. El disco se publicó en 2012 con la producción de Javier Limón y unos arreglos más propios de un disco de Serrat de los 70, un trabajo en el que se volvió a demostrar que dos no es igual que uno más uno, un fiasco que les valió otra gira conjunta y otro canto a la amistad. Pero poco más.

Para Lo niego todo ha vuelto a bailar tregua y catala con el poeta Benjamín Prado, con el que firmó las letras de Vinagre y rosas, viaje a Praga incluido para acabar de dar lustre a las canciones. En la capital checa se toparon con unas musas inesperadas en el Club Darling, un lupanar al que acudieron en una flamante limusina. Allí invitaron a champán a unas de esas señoritas a las que Sabina retrató en Una canción para la Magdalena y, en un momento de euforia, una de ellas les regaló la frase con la que cerraron el corte dedicado a Ángel González, Menos dos alas: "Viva el derroche, muera el dinero". "Una buena canción se escribe cuando no te crees Joaquín Sabina", dijo Benjamín Prado. "Se escribe peleando cada verso, cada coma, cada rima, siendo capaz de estar hasta las seis de la mañana buscando una palabra. Esto es bonito, ver como una persona como Joaquín no ha querido dar un paso hacia un sitio en el que ya hubiera estado. No creo que mucha gente pueda poner tanta fe en la poesía como él", apunta hoy el poeta sobre aquella colaboración. Ahora Sabina y Prado han vuelto a echarse un pulso poético, pelando cada palabra entre humo de Ducadosy whiskey etiqueta negra.

Ambos se conocieron en los 80, en una época en la que Benjamín Prado era acompañante habitual de Rafael Alberti. Los tres vivieron momentos crápulas memorables, como cuando orinaron de madrugada en la fachada de la Real Academia de la Lengua y, desde entonces, han mantenido una estrecha amistad que se ha revitalizado en Rota, donde ambos veranean y donde Sabina tiene un pequeño estudio en el que se ha grabado también parte de Lo niego todo. Además, Prado es un poeta rockero, mientras que Sabina es un rockero poeta. Tanto es así que Prado tuvo la ocurrencia de llamar Dylan a su hija, viste cazadora de cuero, botas de cowboy y no tiene reparos en subirse a un escenario a tocar la armónica.

Su primera colaboración fue en Cuando aprieta el frío, del disco de 1988 El hombre del traje gris, donde ambos firman letras como "la menopausia de una mujer fatal". El gusto del escritor por los aforismos está presente en todos sus encuentros, el siguiente de los cuales llegó en Esta noche contigo, de Esta boca es mía (1994), la canción con la que se abría aquel disco y que tiene todo el sabor sabinero pese a estar escrita a cuatro manos, con frases como "que sean cariñosas con los clientes las camareras". Antes de que Prado se convirtiera definitivamente en la muleta de Sabina a la hora de escribir, firmaron Números rojos para Alivio de luto (2005).

En la gala de homenaje a Serrat con motivo de sus 50 años sobre el escenario, el humorista Joaquín Reyes hizo una de sus celebrities in situ y, metido en la piel del Noi del Poble Sec, mostró irónicamente su pesar porque, en los conciertos, siempre le piden que cante canciones de su último disco. Pero, para muchos de sus fans, Sabina todavía tiene pendiente escribir la canción más hermosa del mundo.

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