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Artistas de Jerez

Julio Rodríguez, una pintura sabia y divertida

Julio Rodríguez, en su estudio.

Julio Rodríguez, en su estudio.

Julio Rodríguez lleva mucho años siendo un verdadero profesional de la pintura; pintor que trabaja todo el día en torno a un caballete; al suyo dando forma a su pintura y al de los demás intentando abrir caminos a un alumnado que le es fiel, también, desde hace mucho tiempo. Julio Rodríguez es un pintor muy conocido en los ambientes artísticos jerezanos. Lo es por su prudencia, por su saber estar, por su humildad y porque, además, no engaña a nadie -aunque su pintura, a veces, esté hecha para engañar a la mirada- con lo que hace y con lo que es como pintor.

Es de esos hacedores que desde pequeño han mostrado una gran habilidad con el dibujo; en él esta habilidad es absolutamente determinante y lo capacita para afrontar cualquier situación. Se ha llevado muchos años sacándole punta a lo que la vista contempla. Su trabajo es ilustrar, sin ambages y sin distorsiones, lo más cercano, esa realidad que él capta de manera exacta y que dispone para que el espectador observe que la pintura es un calco de lo que se ve. En esos parámetros se ha desarrollado su pintura. No hay ninguna otra obsesión. Además, el autor lo sabe y en ello pone todo su empeño.

Julio Rodríguez es un pintor muy trabajador. Alejado de lo que no le interesa y resuelto a dar forma a ese entusiasmo pictórico donde sólo se establece ese ideario artístico de una realidad bellamente desarrollada. Por su pintura pasa un dibujo expectante en el que cree; un dibujo consciente, pulcro, definidor y que sustenta, posteriormente, una pintura poderosa en su tratamiento formal. Tan poderosa que puede crear dudas; que puede dar coba a la mirada y que, a veces, de eso se vale, para dotar a su trabajo de una chispa especial.

Obra de Julio Rodríguez. Obra de Julio Rodríguez.

Obra de Julio Rodríguez.

A lo largo de su vida profesional siempre ha mantenido una vía creíble; una ruta pictórica de la que no quería salirse porque en ella confiaba y porque en ella se sentía seguro y dominador. Esta capacidad aplastante en pintar fotografiando lo real ha sido banderín de enganche para su éxito como maestro de alumnos aficionados; para aquellos que buscaban los recursos que le permitieran pintar; esa necesaria cocina que debe ser tenida en cuenta para, más tarde, aquel que quisiera, afrontar nuevos destinos y descubrir nuevos caminos. En esa estructura realista se ha mantenido y hacia ella ha llevado la mirada emocionada de sus alumnos.

Julio se formó en la Escuela de Arte y Oficios de Jerez en un tiempo en la que allí se encontraban muy buenos hacedores que supieron encauzar las intenciones de un joven que, desde un primer momento, lo tuvo muy claro. Allí se empapó de los sabios encuadres que los buenos dibujantes que en Jerez siempre han existido le enseñaban a formular para que, después, asumiera una dimensión particular que Julio supo adoptar y dar un nuevo sentido. De la Escuela de la Porvera, sin solución de continuidad, a su propio taller; donde conformaría esa profesión poderosa en la que está encuadrado y de la que sabe cómo desentrañar los episodios más convenientes a su ideario estético.

Quizás la voluntad artística, su muy bien definido carácter pictórico, su entusiasta claridad de ideas sobre la pintura, no haya encontrado, en la actualidad, el mejor momento para Julio Rodríguez. El arte en general y la pintura en particular, lleva tiempo formulando ideas, a veces, poco sensatas, que no se corresponden con las intenciones de un artista que sabe lo que quiere y que tiene todos los elementos para poder manifestarlos. Hoy en día -hace ya un tiempo- Julio Rodríguez debe luchar con muchas incomprensiones de los que, interesadamente, ponen sus argumentaciones en un arte que, sin embargo, está abierto a todos y a todos. Julio Rodríguez es pintor tan válido hoy como cualquier otro que haga otras cosas más acordes a los espurios intereses de algunos. Y lo es porque su pintura es consciente, trabajada, acertadamente dispuesta y con un definido sentido de la verdad.

Obra de Julio Rodríguez. Obra de Julio Rodríguez.

Obra de Julio Rodríguez.

Por eso, muy sabiamente y con unos criterios de lo más acertado, Julio Rodríguez no se pliega a los esquemas de esos 'modernos' que no admiten nada más que su verdad. Además, Julio es feliz con lo que hace y cómo lo hace. Sabe dotar a su pintura de un festivo tratamiento. Para Julio Rodríguez, en todo este tiempo, la transmisión pintada de la realidad no ha sido más que un divertido juego de cómplices intenciones. Su pintura parte de un planteamiento técnico poderoso, con un dominio del dibujo aplastante, a veces, rozando lo mágico; estas argumentaciones plásticas le permiten adentrarse por rutas imprevistas que representan la realidad siempre con esa mirada festiva, sin dobleces y manifestando la única verdad posible, la suya. En su pintura, los asuntos cotidianos adquieren registros ilustrativos que ponen en juego la atónita mirada del espectador, unas veces embaucándola, otras potenciándola, siempre, manipulándola. Y eso no sólo está permitido sino que es bueno, justo y necesario.

Los que creen que la pintura tiene que ser un hecho para cultos, una realidad de elitistas, están equivocados. La pintura, como todo en la vida, debe ser verdadera y, si se puede, divertida y que haga feliz. Julio Rodríguez domina esa filosofía.

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