Lectores sin remedio

Caballos de papel

Caballos de papel

Caballos de papel

Cuando te llevan por primera vez a ver ‘Cómo bailan los caballos andaluces’, ya no lo olvidas nunca. Si además no llegas a la decena de años, la emoción tarda semanas en evaporarse. En aquellos tiempos no se ejecutaba en la Real Escuela sino en los terrenos de la “feria del ganado”, en el González Hontoria. Pero la brillantez de la exhibición y la entrega del público eran exactamente las mismas. La afición por el caballo en Jerez es una de las marcas que identifican la ciudad.

La costumbre viene de antiguo. En 1738 el noble que ostentaba los señoríos del Alcázar y de la Torre de Melgarejo, Bruno José de Morla, concibió un curioso libro, impreso en El Puerto de Santa María: “Vueltas de escaramuza, de gala, a la gineta … practicadas en la plaza de Xerez de la Frontera ...” Con apenas cien páginas, más de la mitad son grabados, como el que reproducimos, que detallan los movimientos precisos para una correcta ejecución de los juegos ecuestres celebrados en la céntrica plaza del Arenal, donde ya se enfrentaban las familias aristocráticas desde el siglo XV. Esta rareza bibliográfica, que solo encontramos catalogada en cuatro bibliotecas españolas (en las provinciales de Toledo y Ávila, la universitaria de Oviedo y la Nacional), es una de las piezas que se muestran en “Caballos de papel”, que hasta el mes de marzo ocupa la galería de exposiciones de la Biblioteca Municipal. Pero no es la única.

De la casa madrileña de Rivadeneyra están las “Obras completas de Flaxman”, grabadas al contorno por Joaquín Pi y Margall en 1826, como homenaje al escultor e ilustrador inglés, fallecido ese mismo año. Son dos tomos encuadernados en un volumen con pasajes de “La Ilíada”, “La Odisea” o “La Divina Comedia”, prodigándose en la recreación de motivos ecuestres. En otra vitrina destaca el “Jardín de Albeyteria”, un tratado de clínica veterinaria caballar impreso por la viuda de Ibarra en 1792 y enriquecido con excelentes grabados calcográficos en láminas desplegables de gran tamaño. Un libro por cierto también muy difícil de encontrar. Un “Quijote”, de la misma Casa, de 1787; un tratado de legislación sobre el caballo de Martres y Chavarry de 1826; la “Colección de marcas o hierros del ganado caballar” del Consejo Provincial de Agricultura de Sevilla de 1885 ; o una magnífica “Antología del caballo árabe en España” de 2007, son otros tantos de los ejemplos que podemos admirar en la Muestra. Pero en esta ocasión, los libros no están solos.

Mediante las técnicas de la cartonflexia y la papiroflexia, el jerezano Carlos Hermoso ha destacado el protagonismo del caballo en la historia y la literatura universales. El Cid Campeador a lomos de Babieca, don Quijote y Sancho con los ojos vendados “volando” sobre Clavileño, un impresionante Caballo de Troya con guerreros en su interior, una cuadra de La Cartuja jerezana, o un guiño a la fuente de los “caballitos de colores” del Paseo de La Rosaleda, son algunas de las escenas que el artista ha recreado para que la visita a Caballos de Papel se convierta en un auténtico placer. NATALIO BENITEZ RAGEL.

Recomendaciones

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Querida amiga Marina Mayoral. Alfaguara, 2001.  

Marina Mayoral, aunque ya jubilada de sus quehaceres docentes como catedrática de Literatura en la Universidad Complutense, ha sabido combinar con la discreción que siempre le ha caracterizado su profesión académica, tanto como profesora como investigadora, con su devoción: la creación literaria. “Querida amiga” es un volumen que recoge siete breves narraciones que tienen en común la estructura epistolar; variados relatos, como variadas son las situaciones ante las que nos pone la escritora, en las que no falta las referencias personales y su dedicación profesional a la Literatura (especialmente interesante el relato sobre Cecilia Böhl de Faber). Textos con humor, con ironía y con un intimismo a veces amable (sobre todo los relatos que abre y cierra el volumen: dos partes de la misma historia), y otras descarnado. A destacar los distintos registros que domina la autora para sus personajes. J.L.R.

N.P. Banana Yoshimoto. Fábula TusQuets, 2011.

Banana Yoshimoto (Tokio, 1964) es una precoz escritora japonesa, pues su novela más célebre y premiada, ‘Kitchen’, la escribió cuando aún era estudiante universitaria y solo contaba veinticuatro años; a partir de ahí, una prolífica obra que la ha convertido en una de las novelistas más aclamadas en su país, incluso a la altura del universal Murakami. ‘N.P.’ es el título de un libro de relatos, de los cuales el número noventa y ocho provoca una serie de tragedias que afectarán a los protagonistas de la novela, que pueden reducirse a cuatro jóvenes: Kazani, la narradora, la inquietante Sui, y la pareja de hermanos formada por Otohiko (novio a su vez de Sui) y Saki; tragedias que tienen al padre de estos últimos como eje central. Alrededor de estos personajes Yoshimoto elabora una trama, un tanto pretenciosa, en la que no faltan el incesto, el lesbianismo, los intentos de suicidio, etc. Excesiva hasta en lo sentimental. J.L.R.

Ordesa Manuel Vilas. Alfaguara, 2018.

No es muy frecuente, pero hay libros que una vez lo hemos leído sentimos unas ganas irrefrenables de hablar sobre ellos. Son libros que nos han dejado una cicatriz, que sabemos nos han tocado una o muchas fibras, y que además no los olvidaremos, y eso que es tan fácil hoy día olvidar. Pero a la vez sobre esos libros que hacen que amemos un poco más la literatura, aunque tan pocas veces topemos con ellos, es difícil luego encontrar las palabras adecuadas para sintetizar la explosión de sensaciones que nos han provocado. Este de Vilas es uno de ellos. Sería muy fácil decir sobre él que refleja con maestría el paso del tiempo, el reflejo que nos llega de la juventud perdida o una visión singular sobre este viaje sin frenos hacia la muerte, atrapados siempre entre el pasado y el futuro. Este libro es eso pero no es solo eso, y será cada lector el que deba encontrar los dardos que el autor le ha reservado. R.C.P.

Traición Walter Mosley. RBA. 2018.

Espero con ansiedad todos los años el premio de novela negra de RBA, desde aquel concedido a ‘Una novela de barrio’ de Francisco González Ledesma, al que los lectores sin remedio echamos tanto de menos. Luego llegarían otros, la mayoría excelentes, como aquel ‘Los muertos no resucitan’ del también recientemente desaparecido Philip Kerr. Este año intuyo que hay que marcar en el calendario el que se ha concedido a la novela de Mosley. Una novela que discurre por los parámetros del género negro pero trasciende más allá y aporta al lector una realista visión de las preocupaciones que nos asaltan a todos en esta sociedad: la corrupción que se filtra por todos lados, la inmigración que nos retrata como personas, la violencia intrínseca a nuestras ciudades. Es un libro que inicia una serie protagonizada por el ex policía Joe King, al que conoceremos una vez sale de la cárcel donde ha estado por una acusación falsa de agresión sexual. Excelente. R.C.P.

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