Artistas de Jerez

María Luisa Rey, el más puro apasionamiento pictórico

La pintora, María Luisa Rey.

La pintora, María Luisa Rey.

La bicicleta de Bruselas. La bicicleta de Bruselas.

La bicicleta de Bruselas.

Aunque ella dibujaba desde chica y su afición se demostraba permanentemente pintando en todo cuanto caía en sus manos y utilizando todos los medios a su alcance, su dedicación definitiva a lo artístico fue tardía; llegando a la profesión después de haberse despojado de muchos impedimentos y cuando su horizonte existencial se adivinaba sin excesivas cortapisas ni distorsiones acuciantes.

En su Arcos natal, pintando uno de los afortunados paisajes que pueblan el entorno de la bella ciudad, se dio cuenta de que quería dedicarse de lleno a la pintura. También, allí, en aquel momento, comprendió que sus carencias eran muchas. Comenzó a recibir clases y a pintar denodadamente, casi compulsivamente.

Su ansia creativa era desmedida, su deseo de ser pintora no tenía límites. Escuchó lo que otros decían, se informó viendo lo mejor de lo que se hacía y de lo que se había hecho, asistió donde se manifestaba el arte más de verdad; las exposiciones de aquí y de allá nunca fueron suficiente; se leyó todo lo que se escribía de arte y vio los catálogos más insospechados. Todo, en definitiva, era poco para aprender, aprender y aprender. Y aprendió; y consiguió saber lo que había, lo que se realizaba en todos los sitios y, sobre todo, supo que ella lo que quería era pintar más y mejor cada día.

Hasta mí llegó en sus inicios, cuando sus dudas eran todas y sus deseos muchos más. Supo soportar los argumentos contrarios que se le manifestaron y, al contrario de lo que han hecho la mayoría de cuantos preguntaban, tomó buena nota, cambió los rumbos que no eran bonancibles, se adoptó a los aires beneficiosos, abrió horizontes y, ante todo, trabajó y trabajó para hacerlo cada vez con mayor sentido.

María Luisa Rey comenzó la carrera artística poniendo sólo un mayor énfasis en los más estrictos estamentos de la creación, en la pintura por sí misma, sin buscar otras circunstancias que no fueran las de la pureza del acto creativo y la pasión por el propio proceso actuante. No ha sido amiga de afinidades ni de filias interesadas. Su estricto interés por la pintura y su único posicionamiento para y por la realidad artística, su convencimiento y amor en lo que creía, pronto, la llevaron por acertados derroteros.

Comenzó a exponer, primero tímidamente, para, poco más tarde, comenzar un periplo por salas de cierta importancia. También, pronto, su obra comenzó a tener reconocimientos y a ser demandada. En poco tiempo consiguió meritorias consideraciones y varias fueron los premios de significación. El interés por su pintura traspasó fronteras y comenzó a exponer en salas y galerías de por muchos sitios, algunos fuera de España. No podía ser de otro modo; su pintura era contundente, abierta a todas las miradas; no necesitaba libros de instrucciones, reflejaba valientemente la realidad y convencía por su frescura, su falta de inhibición y sus muy buenos planteamientos pictóricos. Eran muy buenos mimbres para hacer cestería pura y, demás, bella.

Otra obra de Rey. Otra obra de Rey.

Otra obra de Rey.

Muy a tener en cuenta en la producción artística de María Luisa Rey ha sido su faceta de acertada y lúcida cartelista; siendo su pintura recabada por todo tipo de instituciones para los carteles anunciadores de sus acontecimientos. Algo que no pasó desapercibido para la Sociedad de Carreras de Caballos de Sanlúcar que, el año pasado, fue la requirió para anunciar al mundo el afamado y particularísimo evento que, cada verano, se celebra en las playas sanluqueñas en las atardecidas de bajamar. Un cartel que María Luisa Rey realiza con el mismo entusiasmo que antes pusieron Paco Pérez Valencia, Carmen Laffón, Dionisio González, Eva Andújar, Uta Geub o Reyes de la Lastra, entre otros muchos o que Luis Gordillo ha realizado para la suspendida edición de este año.

La pintura de María Luisa Rey ha quemado sucesivas etapas. En ninguna de ellas ha anidado el desaliento por un arte que sirve de revulsivo para su entusiasmo profesional. A ella el acto de pintar la hace feliz, le hace reencontrarse con una historia que la envuelve con sus episodios de siglos, con los artistas definitivos que impusieron sus bellas y determinantes leyes, con los registros artísticos que configuraron diferentes estéticas y abrieron horizontes de bellas páginas.

La artista arcense, ya afincada en Jerez, se aleja de esas órdenes coercitivas que, hoy, imponen los estamentos regidores de un arte al que le falta criterio y conciencia y le sobran muchos aspectos esquivos y poco edificantes. Su pintura es valiente pero no excesiva, es figurativa pero no amanerada, es exquisita pero no elitista, es efectiva que no efectista, es clásica y moderna, es realista y expresiva, es atractiva para todos; es, en definitiva, pintura pintura, un especial canto al arte de siempre con personales circunstancias que atrapan la mirada y convencen a la mayoría.

Lo mismo en sus paisajes de variada naturaleza, con el color explosionando en bellas texturas; lo mismo en esas marinas donde rompen extremos oleajes de apasionante plasticidad; lo mismo en esa tauromaquia que desentraña la fuerza desmedida del bello animal; lo mismo en esas escenas cotidianas de dulce intimidad y contenida conformación; lo mismo en la pausada realidad de los objetos representados; o lo mismo en la aplastante verdad de los retratos, la pintura de María Luisa Rey desarrolla una historia de bellos gestos que dejan en suspenso la realidad inmediata para provocar la creciente espiritualidad de un arte sin fronteras, heredero de lo mejor de la tradición y desenlace vivo de lo que es la auténtica modernidad.

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