A vista de pájaro

Necrológicas

No están todos los que son pero sí son todos los que están. La muestra en torno a la muerte ha convocado en la Sala De Profundis de los Claustros de Santo Domingo, lugar apropiadísimo hasta por su nombre, a una veintena de artistas locales que con sentido del humor, con ironía o también muy seriamente, han realizado propuestas artísticas que a nadie dejará muerto de risa o de espanto, pero que a casi todos los que la visiten hará pensar o recordar que somos sólo pasajeros de un viaje de vida que en algún momento se terminará. 

 

Recibe al visitante una obra en la que resultan estar todos los artistas de cuerpo presente. Frente a ellos otra obra propone diversas formas de matar el tiempo. Desde la casa(m)uerta de la exposición se accede a un primer espacio en el que el paso del tiempo se puede escuchar mientras se contemplan lo mismo imágenes de un fotomatón que una foto del propio cementerio con luz sobrenatural o una muerta viviente a la que ya le salen ciertas pompas, supuestamente fúnebres. Radiografías literarias de ciertos animales de compañía. Bienvenida al infierno.

Hay un espacio de transición en el que la muerte está tan presente que navega a toda máquina por ese lugar estrecho. Desde éste se pasa a la sala de los grandes formatos, en la que también nos encontramos con sorpresas mortales. De entrada se nos propone que cojamos nuestro turno, aunque pensamos que el cielo puede esperar. Luces y sombras que conforman planos reales o imaginarios, bichos que se enredan en la tibieza de la grisura, espacios de la nostalgia, citas de personajes de la pintura que lidiaron con la luz, con la muerte o con asesinos de la imaginación, paisajes de una película de terror otoñal, relicarios insertos en cuerpos modélicos. Un sinfín de propuestas de artistas de mal vivir que nos seducen con el encanto del espanto. Para reír y no llorar. El sino de los artistas.

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