Concierto de Pacho Flores

El mundo de la trompeta en la boquilla de un genio

  • Pacho Flores despertó la curiosidad del público del Villamarta, y de los jóvenes estudiantes de trompeta, que acudieron al concierto con sus instrumentos para dedicarle un homenaje

Pacho Flores y Pepe Gallego, durante el concierto en el Teatro Villamarta, este sábado.

Pacho Flores y Pepe Gallego, durante el concierto en el Teatro Villamarta, este sábado. / Manuel Aranda

Entre el público habitual del Villamarta, caras nuevas para ver en directo a Pacho Flores. Son los noveles trompetistas del conservatorio de Jerez, que han acudido a la cita con sus trompetas debajo del brazo. Gran expectación entre los iniciados en el instrumento, y también entre los abonados del teatro, ya que no es nada frecuente asistir a un concierto de trompeta y piano, y menos aún cuando el músico viene precedido de la fama de ser el mejor trompetista del mundo. En el escenario, un piano de gran cola y una mesa repleta de trompetas daban la bienvenida al público.

Pacho Flores vino acompañado de Pepe Gallego al piano, con quien forma un dúo artístico que tiene ya mucho rodaje. Y el concierto que trajeron a Jerez fue como la seda. Ambos intérpretes exhibieron un empaste exquisito, con complicidad y concentración envidiable. El programa, sorprendente por lo variado del repertorio y por la calidad de las obras, tuvo dos partes.

La primera, de corte “clásico”, abarcó los siglos XVIII al XX: Así, del siglo XVIII, Flores y Gallego interpretaron el segundo movimiento del concierto para corno da caccia de Johann Baptist Georg Neruda, violinista y compositor que vivió en el siglo de las luces.

El conocido “Aires gitanos” para violín, de Pablo Sarasate, en una transcripción para trompeta del propio Pacho Flores, nos llevó al siglo XIX, siglo en el que también nació Theo Charlier, compositor y trompetista belga, autor de la obra “Solo de concours” que abrió el concierto de Pacho Flores. La primera parte concluyó con uno de los grandes compositores sudamericanos del siglo XX: Astor Piazzolla, del que Flores y Gallego interpretaron dos piezas: Bordel 1900 y Café 1930. En mi opinión estas dos obras fueron las mejores de esta primera parte.

La segunda parte del concierto, más cercana, dejó subir a las tablas del Villamarta otros colores y estilos, donde, sobre todo, la actualidad, pero también la investigación, lo popular, el jazz, e incluso la bossa nova, llenaron el teatro. Comenzó con Morocota, una obra de Pacho Flores, dedicada a su madre, en forma de vals venezolano, de bella factura y llena de sentimiento, silabeando frases a través de la corneta, con sabor más allá de la melodía.

Con el píccolo y la trompeta, tocó una curiosa obra, nacida al calor de una paella valenciana: “1969”, para trompeta y piano, de Antonio Sánchez Pedro, dedicada al trompetista valenciano Luis González. La obra requiere, además del piccolo y la trompeta, la utilización de varias sordinas que multiplican la capacidad de acentuación de los matices en las manos del intérprete. Excelente.

Del compositor cordobés Santiago Báez Cervantes, Pacho Flores interpretó unas sorprendentes “Bulerías del Guadalquivir”, una obra de actualidad de este músico, de quien dijo Pacho que es uno de los compositores más relevantes del panorama español actual.

Del compositor cubano Paquito de Rivera, interpretó Flores dos piezas: “Danzón” y “La Fleur de la cayenne”, utilizando el fliscorno magistralmente.

El programa del concierto finalizaba con una obra del compositor uruguayo Efraín Oscher: “Soledad”, una emotiva obra sobre la influencia de la soledad en el comportamiento violento, basado en un hecho real, de un joven que acabó con la vida de otro. La obra compuesta originalmente para orquesta y trompeta, se interpretó en una reducción para piano y trompeta. Excelente.

Y ante el prolongado aplauso del entusiasta público asistente, Pacho Flores y Pepe Gallego regalaron una propina al público: Una “Bossa nova” del compositor uruguayo Enrique Crespo, un verdadero referente mundial de la trompeta y del quinteto de metales, con su “doble quinteto” Enrique Crespo Brass Ensemble. Un broche de oro para un concierto de trompeta al más alto nivel, a cargo de Pacho Flores, musicazo, genio de la trompeta, y persona afable, de esbelta estampa, y estética relajada en el escenario. Amigo de sus amigos, por lo que he podido comprobar. Y de los que crean y difunden la afición a la música.

Realmente mereció la pena asistir al concierto, y así lo expresaron los alumnos del conservatorio, que al acabar el mismo no dudaron en sacar sus instrumentos y desde un rincón del patio de butacas ofrecer al maestro de maestros una fanfarria de agradecimiento, a pleno pulmón. Todo un detalle.

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