La Pepa o simplemente Sara
Crónica
La bailaora isleña brilla con luz propia en un espectáculo al que le sobran algunos pasajes
Adaptar un acontecimiento histórico como la Constitución de 1812 al baile y al flamenco en general no es tarea fácil. No lo es porque nos referimos a hechos concretos, y trasladar todo eso a un escenario cuesta. Pese a todo, Sara Baras ha conseguido sacarle partido mediante una acertada dramaturgia a las escenas más llamativas de una época.
Con una escenografía, vestuario y una iluminación cuidada, La Pepa transcurre, a lo largo de casi dos horas, por diferentes espacios y se quiera o no, por encima de ella sobresale la figura de Sara Baras, una artista con capacidad para brillar por sí sola. Le hace falta bien poco para acaparar todas las miradas y las energías del público y de eso, cualquier bailaor no puede presumir. Su personalidad y su manera de bailar, que a fin de cuentas es lo que importa, rompe con cualquier tendencia negativa. Sabe pararse en el sitio, bracea y mueve la cintura como los ángeles y cuando hace falta tirar de pies, con su famosa carretilla, es capaz de levantar al público de un solo aldabonazo.
Como suele ocurrir en este tipo de producciones, es decir, cuando una compañía pretende rebuscar en la historia o situaciones concretas, muchos pasajes sobran, terminando por alargar en exceso el espectáculo. Así, muchas intervenciones del cuerpo de baile, flojito a nivel masculino y con algo más consistencia en el femenino, son perfectamente prescindibles. Hablamos de la 'eterna' farruca que se marca José Serrano para rememorar la promulgación de la constitución o algunas coreografías grupales que aportan bien poco.
En cambio, resulta especialmente atractiva, tanto en la forma como en el fondo, la manera que la bailaora representa la Asamblea Constituyente de La Pepa, donde el diálogo entre políticos se expresa a través de un baile individualizado.
Las voces de Emilio Florido, Saúl Quirós y Miguel Rosendo nos retrotraen al Cádiz de 1800, siempre bajo una ambientación correcta. Miguel hace rebuscarse a Sara en el macho de la seguiriyas, Emilio se gusta por malagueñas y Saúl, en otro de los aciertos de Sara, emerge en unos fandangos muy próximos a la Canastera de Camarón. Sin embargo, a lo largo de la obra, echamos en falta un concepto mucho más gaditano en el apartado musical, es decir, el cante ortodoxo por antonomasia, algo que acabe de conectar al público, con la ciudad de la que se está hablando y con su gracia. Decimos esto porque, por ejemplo, los clásicos tanguillos de Cádiz se alejan demasiado de la versión que escuchamos en La Pepa, mucho más actual y acorde con los tiempos que corren. Si el Tío Chano o Pericón levantase la cabeza...
No ocurre lo mismo en las alegrías postreras, un poco más pausadas, por momentos, y donde nuevamente Sara deja claro su poderío sobre las tablas, unas tablas que recogían un sonido un tanto exagerado, dando muchas veces más importancia a los pies que al resto de música.
Quizás no sea la mejor creación de la bailaora a nivel de espectáculo, pero La Pepa se refleja a las mil maravillas en una mujer como Sara, con un halo propio y único.
Baile: Sara Baras. Artista Invitado: José Serrano. Cuerpo de baile: Carmen Camacho, Charo Pedraja, Cristian Aldón, Isabel Ramírez, María Jesús García, Natalia López, Tamara Macías, Alejandro Rodríguez, Daniel Saltares, David Martín, Manuel Ramírez y Raúl Fernández. Cante:Saúl Quirós, Miguel Rosendo y Emilio Florido. Guitarra: Keko Baldomero y Miguel Iglesias. Percusión: Antonio Suárez y Manuel Muñoz 'Pájaro'. Día: 27 de septiembre. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Tres cuartos de entrada.
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