Pepe Guerra

Pretérito perfecto

Manolo Romero Bejarano

01 de marzo 2015 - 01:00

A Repetto, cada vez que me lo encuentro, me dice, vaya año en el que fuiste a nacer, ni más ni menos que en el 31. Y yo le digo que él tampoco puede hablar, que nació en el 36...

La historia viva transita al mediodía por la plaza del Arenal, de Manuel María González hasta Cristina, huyendo del frío, caminando a paso de tortuga y saludando a todos. Porque todos conocen a Pepe Guerra. El sol y la brisa dan fuerza cada día a sus 84 años, que salen a pasear por esas calles que tantas veces ha pisado. Casi tan viejo como el monumento de Primo de Rivera, tan jerezano como los naranjos de la Corredera. Don José Guerra Carretero lleva en sus arrugas la esencia de la Semana Santa, la Navidad y la Feria de la Vendimia, del arte y los monumentos, de ese Jerez Eterno que adoramos y, a la vez, aborrecemos.

Uno no da crédito a sus palabras, cuando por su discurso desfilan hechos y personajes remotos y arcanos. Cosas que leímos en los libros y él recuerda, porque las vivió. Pepe Guerra estaba en la fundación de la Hermandad de la Cena, y en la Guerra Civil, y conoció a Rosique y a El Varillas de los que cuenta mil disparates.

...decían que El Varillas era confidente de la policía. Yo eso no lo sé, pero recuerdo que salía a la calle disfrazado, que no sé de dónde sacaría esos disfraces. Parece que lo estoy viendo, ahí en la plaza del Arenal, hace muchos años, lloviendo si podía llover, y él descalzo, y dando saltos, diciendo: kung-fu, kung-fu...

Matusalén y Noé juntos. La memoria que no pudo llevarse el Levante. Una suerte de bardo a la jerezana, que relata historias del cardenal Segura, de Muñoz Cebrián, González Ragel y su locura, de años negros que en su verbo se tiñen de mil colores.

...y el tonto ese escribió que después de la última reunión para fundar la Santa Cena, cuando bajamos los naranjos de la plaza estaba llenos de nieve. Sí, es verdad que nevó, pero los naranjos se plantaron en tiempos de Pedro Pacheco...

Pepe Guerra era el factótum de las artes en un tiempo en que las artes apenas importaban a una ciudad cateta y manejada por cuatro caciques. La llama viva de la ilusión que fascinó a generaciones de jerezanos con sus exposiciones, escenografías, cabalgatas y belenes, que trató de paliar la falta de restauradores profesionales con intervenciones en las imágenes sagradas hechas con más voluntad que otra cosa, y con mucho, mucho betún de Judea. Luego llegaron tiempos modernos y vinieron otros a criticar su obra, sin pensar que fue pionero en fenómenos, como el belenismo, que hoy se tiene por seña de esta ciudad.

Poco a poco se fue retirando, sin contestar a los que le vilipendiaban, y acabó por abandonar toda actividad pública, trabajando por afición en su estudio y dando largos paseos por Jerez. Ilustrando a todos los que le quieran escuchar.

...tú ves la iglesia Las Reparadoras? Pues esa la vi yo construir, y montar el retablo, que lo vi yo en el suelo...

El lunes me llamó Pablo Pomar, y me dijo que Pepe Guerra estaba grave en el hospital.

...no te lo vas a creer. Se despertó y se puso a charlar como si nada, y hasta me preguntó por ti, que no habías escrito el domingo en El Diario...

Así que el martes me fui con Antonio a verlo y nos lo encontramos debajo de un amasijo de cables, pero lejos, lejísimos de las garras de la muerte. Otra vez la sonrisa abierta. Otra vez mil historias de santos y bolizas, de curas y nacimientos. Otra vez el Jerez Antiguo en movimiento.

Ánimo, Pepe. Sé que pronto volverás a pisar la plaza del Arenal y que nos cruzaremos y contarás otra anécdota que me hará reír. Y seré feliz, porque sé que te queda todavía mucha guerra que dar.

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