'El Pipa' presume del baile gitano andaluz con la Palma de Plata

El jerezano Antonio Ríos recibe el galardón de la Sociedad del Cante Grande como un reconocimiento a su sacrificio por avivar la pureza

Antonio Ríos Fernández 'El Pipa' recogiendo la Palma de Plata Ciudad de Algeciras.
Antonio Ríos Fernández 'El Pipa' recogiendo la Palma de Plata Ciudad de Algeciras.
María E. Selva Algeciras

22 de noviembre 2015 - 05:00

Algeciras y Jerez tienen desde la noche del pasado viernes una razón más para sentirse hermanadas en el flamenco. Antonio Ríos Fernández 'El Pipa' recogió al filo de la once y media de la noche la Palma de Plata Ciudad de Algeciras, en su 23ª edición, otorgada por la Sociedad del Cante Grande por primera vez a un bailaor. El teatro Florida estalló en aplausos, con un patio de butacas casi al completo, que despertó antes de la entrega del reconocimiento con la pureza del toque de Salvador Andrades y el cante y baile de los hermanos José y Perico Pañero.

Sus primeras palabras fueron de gratitud: "Muchísimas gracias". Los aplausos no le dejaban prácticamente hablar ante el público entregado. Estaba emocionado, feliz y orgulloso. "Es un premio prestigioso donde los haya y todos hemos soñado alguna vez con tenerlo". Rindió honores al Cante Grande afirmando que "tener la Palma de Plata es compensar el sacrificio desde que nací, que es bailar gitano, como bailaba mi padre y mi padre, por lo que no tenía más remedio que bailar gitano".

Agradeció nuevamente al público y a Algeciras pero se lo dedicó especialmente a sus tres hijos, que anoche le acompañaban en el patio de butacas, por todas esas semanas sin verles cuando está de gira. "Llevaré a mucha gala este premio". Finalizó presumiendo que a cualquier parte del mundo que vaya dirá que es de Jerez, gitano y que ganó la Palma de Plata.

El reconocimiento se lo entregó en mano el presidente del Cante Grande, José Vargas, junto al primer teniente de alcalde de Algeciras, Jacinto Muñoz, acompañado además de la concejal de Cultura, Pilar Pintor, y el diputado provincial de Cultura, Salvador Puerto. El alcalde, José Ignacio Landaluce, disculpó su ausencia por encontrarse indispuesto.

El presidente del Cante Grande recordó que hace apenas unos días se celebraba el Día Internacional del Flamenco, subrayando que "fue muy positivo, pero no debemos olvidarnos que el flamenco es patrimonio de Andalucía desde hace 250 años". Vargas reivindicó la pureza del baile, lo que este año ha llevado a 'El Pipa' a la Palma de Plata. Finalizó sus palabras agradeciendo a la instituciones, entre ellas al Ayuntamiento, a los trabajadores del teatro Florida, así como a Jerez "por los regalos flamencos que nos haces a lo largo de la historia". Curiosamente 'El Pipa' estuvo ya en Algeciras con 22 años cuando la Palma de Plata era un certamen flamenco.

La pureza del reconocido, su respeto a la formación y su compromiso para salvaguardar lo verdadero vino precedido por un gran homenaje de artistas algecireños. Salvador Andrades deleitó al público a ritmo de soleá, tangos y seguiriyas, recordando a los guitarristas algecireños. Seguidamente se pudo disfrutar por primera vez de los hermanos Pañero juntos en la tierra, acompañados al toque por Domingo Rubichi. El arte de ambos, unido a los cantes y a los arranques al baile provocaron una explosión de ovaciones continuas. José Pañero reconoció ante el Florida su felicidad de estar ante su gente.

La pureza del flamenco quedó intacta en las tablas del Florida para reconocer y poner el fin de fiesta con 'El Pipa', considerado uno de los mejores del panorama flamenco nacional. Además de bailaor es coreógrafo, nació en Jerez en el seno de una familia gitana del barrio de Santiago. Nieto de la gran matriarca del baile flamenco Tía Juana del Pipa y sobrino de la cantaora Juana la del Pipa, de quienes heredó su nombre artístico. Se formó en su propio ámbito familiar y también de la mano de los maestros Fernando Belmonte, Paco del Río, Angelita Gómez, Matilde Coral, Manolo Marín y Manolete.

Algeciras demostró que es flamenca volcándose no sólo con el espectáculo sino con la Sociedad del Cante Grande. El compromiso del bailaor fue recompensando, un esfuerzo por arañar lo antiguo y devolverle la fuerza del presente, sin olvidar a paso lento la vigencia de todo lo que un día fraguó la esencia: el flamenco.

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