La pasada semana estuvieron Hipólito G. Navarro, biólogo interruptus, y Juan Bonilla, de bolo por Cádiz hablando en la Fundación Dory sobre la risa; ayer les tocó Jerez en su gira y la materia era el microrelato.

Poli Navarro: "Dios mío, dame paciencia... pero dámela ya". Un microrrelato.

Bonilla: "Blancanieves y Pinocho están haciendo un 69. Blancanieves se aburre. Le dice a Pinocho: Miénteme". Otro microrrelato.

Son chistes. ¿Qué es un microrelato? ¿Es un cuento? Navarro defiende que un microrelato se convierte en cuento según su ubicación y cita el 'micro' más célebre de todos los tiempos: Monterroso, claro. El dinosaurio, claro. Su teoría es que alcanza la fama porque se encuentra entre los dos cuentos más largos de la colección de cuentos de Monterroso. Lo que lo convierte en un cuento. En una colección, como tantas hay, de cien microrelatos, nadie se acordaría del dinosaurio.

Otromicrorelato. Bonilla: "Un anuncio en un periódico: Se venden zapatos de bebé sin usar". No tiene nada de gracioso. Como dice Cortázar, un cuento te tiene que dejar KO. Te deja KO. "No concibo el microrelato -dice Bonilla-. Al parecer, yo los escribo, pero los llamo poemas. Lo narrativo y lo poético es carne y hueso, parte del mismo organismo", citando a Nabokov.

Y tras lo trascendente, el dúo de magníficos escritores siguió haciendo que la gente se riera.