Ponce, Juli y Venegas, Puerta Grande en el cierre de feria

La terna pone un broche triunfal a la Feria de San Lucas de Jaén, al salir a hombros tras repartirse nueve orejas · La corrida de Gavira dio un buen juego

Juan Miguel Núñez (Efe) / Jaén

19 de octubre 2010 - 05:00

GANADERÍA: Cinco toros de Gavira y un sobrero de Torrealta, como sexto bis, en conjjnto nobles y de buen juego, a excepción del cuarto. TOREROS: Enrique Ponce, dos orejas y silencio. Julián López 'El Juli', dos orejas y dos orejas. José Carlos Venegas, oreja tras aviso y dos orejas. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Jaén. Casi tres cuartos de entrada.

Los diestros Enrique Ponce, Julián López El Juli y José Carlos Venegas pusieron el broche triunfal a la Feria de San Lucas en Jaén, al salir a hombros tras repartirse nueve orejas.

Triunfal broche a la Feria de Jaén, que es como decir a la temporada española. San Lucas cierra España, taurinamente hablando, algo que ha tenido siempre muy presente Enrique Ponce, máxima figura en los últimos veinte años. A Ponce, valenciano de nacimiento y jiennense de adopción, se le debe en gran parte el esplendor de este festejo que echa el telón. Gracias a su presencia las demás figuras quieren estar también en Jaén, en este caso El Juli, otro que desde que tomó la alternativa ha toreado mucho esta corrida. Ponce y El Juli han tenido el detalle de dar sitio en el cartel de esta edición al joven y modesto torero de la tierra José Carlos Venegas, que a la postre ha hecho también un buen papel. La corrida de Gavira, muy a modo por presencia y juego, ha sido la piedra de toque del triunfal festejo. A Ponce le tocó un primer toro aparentemente escaso de raza y de fuerzas. Embestidas cortas, sin embargo, las terminaría prolongando el torero a base de esperarle, consentirle y llevarle. Faena técnica y muy pulcra. Tras la estocada el toro rodó sin puntilla, la plaza blanca de pañuelos, y las dos orejas.

El cuarto, el más incómodo del envío, salía de las suertes distraído y con la cara arriba. Ponce le enjaretó la faena que pedía, y usando también el temple para ayudarle a seguir los engaños. No obstante, la mala colocación de la espada enfrió los ánimos del tendido hasta el punto de no haber pronunciamiento.

El Juli estuvo hecho un fiera, como suena. Muy dispuesto y capaz toda la tarde, se propuso cerrar la temporada como la inauguró allá por el mes de febrero en la madrileña Vista Alegre, y como ha venido siendo una constante a lo largo de la misma. Rotundidad en todo, en los planteamientos de sus dos faenas y en la manera de sacarlas adelante. Muy firme y muy capaz, muy sincero en el toro segundo de la tarde, al que lanceó a la verónica con ajuste y gracia, y que en la muleta empezó quedándose cortito, pero terminaría por corregirle el defecto, sobre todo por el pitón derecho, pues fue por ahí por donde terminaría yendo más largo y más humillado. Ese fue otro de los valores que tuvo la faena, llevar la muleta siempre por abajo, tapadito (el toro) y muy obligado. Faena, como las grandes, siempre a más. A pesar de los dos descabellos que precedieron a una estocada en todo lo alto, Juli paseó el doble trofeo. Y otras dos orejas del quinto, toro protestado de salida por posible cojera. Pero El Juli lo afianzó, ahora en la media altura y muy suavecito como siempre. Ya no se cayó el animal en un trasteo largo y perseverante que esta vez tuvo la rúbrica de una estocada hasta la bola.

Los gritos de "¡torero, torero!" cuando El Juli recogía el doble trofeo resumen la importancia que dio el tendido a su paso este año por Jaén.

Venegas fue todo decisión, con momentos también de inspiración, por ejemplo, al lancear a la verónica a su primer toro, y en un quite también en éste por delantales con tijerillas. Pero fue el valor lo que le hizo destacar a Venegas. Más allá de la buena compostura y cierta despaciosidad en el manejo de la muleta, cuando la plaza se vino abajo fue en el arrimón. Muy cerca y con mucho aguante. Hubiera sido una pena que aquella delicadeza con el capote y tanto valor con la muleta se hubieran difuminado con el borrón de la espada, ya que tuvo que atacar hasta cinco veces para acabar con el toro. Pero así y todo, la gente pidió y consiguió una oreja para Venegas.

La faena al sexto, en idénticos parámetros, incluyó también dos escalofriantes pases cambiados en el inicio. Y como esta vez enterró el estoque a la primera, pues dos orejas sin discusión.

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