Cultura

Poveda hace de la plaza de toros una fiesta flamenca

  • El cantaor catalán ofrece en el coso jerezano un emocionante concierto de tres horas con artistas de la tierra como Jesús Méndez, un tributo a Jerez y recuerdos a Camarón

Casi media hora de retraso impaciente tuvo que aguantar el pasado sábado una plaza de toros que esperaba y gritaba por un Miguel Poveda que se hacía de rogar. Las once fue la hora en que las luces quisieron dejar paso al recital del catalán, que se inició con una proyección en las pantallas de un resumen de la trayectoria del artista desde sus inicios, que saldrá a forma de documental completo en unos meses. Aplausos y muestras de cariño a la pantalla cuando un ya desaparecido Moraíto se deshacía en elogios por el cantaor. Las sombras de siete músicos se adivinaban ya en el tablado situado al fondo del ruedo cuando las luces se encendieron y en el fondo se proyectaron las dos manos entrelazadas de Poveda, que se presentó emocionado ante los espectadores desde atrás de su silla plateada, un trono que no dejaría hasta bien entrado el concierto.

"Soñé un día que al cante le llamaban libertad, que las formas cantaoras juntas podían estar". Fueron las primeras palabras que tronaron desde la garganta del cantaor y con las que arrolló los sentimientos de un público que enseguida se metió en el bolsillo y no lo dejó escapar hasta tres horas después. Se trataba de 'Con-vivencia' tema incluido en su último trabajo, 'ArteSano'. Entre sentidos aspavientos y un control de la voz que parecía canalizada por la dirección de sus manos, el cantaor tenía al pueblo de Jerez enamorado desde su trono de plata a los pocos minutos de pisar la plaza.

A los siete músicos que le acompañaban, se le unió en varias ocasiones del recital una excepcional bailaora que representó algunas de las piezas del catalán. Especialmente sentida la que interpretó, bata de cola mediante, mientras Poveda desgarraba 'Me llevo sal' y su "tirititrán, tran, tran". Tras lanzar un "¡Viva Cádiz!" -que la mayoría de espectadores respondieron con un "¡Que estamos en Jerez!"-, el escenario se teñía de rojo para seguir rindiendo culto a la provincia. Diego del Morao se sentó con su guitarra junto al protagonista de la velada para guiarle musicalmente por una de las bulerías que componen su último disco, '¡Qué disparate!'. Risas y aplausos entre el público ante unas líneas que criticaban 'la' hambre que se viene con la crisis. "Un 21% señores, ¡qué vergüenza!", acababa la pieza el artista en referencia a la subida del IVA en la entrada de los espectáculos.

No fue hasta pasada media hora cuando el artista se dirigía directamente al público. "Prefiero hacer música que hablar, que para eso estamos aquí", se disculpaba mientras le hablaba a "la ciudad que me ha dado tanta inspiración, tantas alegrías y… trasnoches". Preparó a los presentes para las dos partes del concierto que estaban por venir. En esta segunda parte, ya sin chaqueta y con arranques 'bailaores', el catalán rindió culto "a sus mayores". 'El Bolita', Antonio Gallardo, Rafael de León, Pencho Cross, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o Isidro Muñoz recibieron un sentido homenaje del cantaor. Aunque no solo ellos recibieron tributo. El artista también honró a Sevilla y a Jerez. Poveda se desgarraba con un "qué bonito está Jerez, cuando le ponen al puente banderas de papel" mientras el fondo del escenario se transformaba en los monumentos más significativos de la ciudad. La Paquera frente a la capilla de la Yedra dejaba paso a la Catedral, a Santiago y a Lola Flores, y un público cada vez más maravillado miraba emocionado al cantaor. Llegado a este punto del concierto, Poveda dejó de lado su trono de plata y su protagonismo para invitar a cantar a su ciudad a El Londro y Jesús Méndez, mientras se seguían repitiendo imágenes de las calles del Jerez con más historia.

El concierto acariciaba ya su tercera y última parte, con la copla como protagonista absoluta. Tributos a 'María de la O', 'La bien pagá' u 'Ojos verdes' tuvieron cabida en el repertorio del catalán. El pianista Joan Albert Amargós era en estos momentos el protagonista mientras el artista principal cantaba con un pie de micro en el centro del escenario. 'Vente tú conmigo', 'En el último minuto' o 'A ciegas' compusieron la lista de canciones de esta última parte del recital. "Se está mejor escuchando música que viendo como se pelean los políticos, ¿no creéis?", consultaba un Poveda que llevaba ya más de dos horas acariciando a los presentes con el desgarro de su voz. Siguió con su discurso social hablando desde un "lado totalmente apolítico" y apoyando a las personas que lo estaban pasando mal desde un resumido "basta ya".

Todo el plantel de músicos se reunía tras Poveda para, tras improvisar 'La luz de tus ojos grises' de Antonio Gallardo, homenajear "al genio de todos los genios", Camarón de la Isla, de quien se cumplen 20 años de su muerte. Los relojes marcaban la una y media cuando 'Flotando como un velero' resonaba en toda la plaza de toros y los vecinos de los bloques colindantes se agolpaban en los balcones para no perderse una sola nota que saliera del trabajado instrumento del artista.

Y así se despidió, otra de tantas veces que amenazaba con dejar el ruedo, pero no quería, no podía. Las ganas de cantar pudieron a cualquier organización y el artista estaba a punto de salir por la puerta grande. En ese momento, el artista preguntó "yo no me quiero ir, ¿tenéis prisa?". Ante una masiva respuesta negativa, el cantaor se lanzó a estrenar una estremecedora balada que acaba de grabar para un tributo a Caetano Veloso, 'Una fuerza extraña'. Tras el desgarro y las lágrimas, llegó el fin de fiesta. Un último grito a la belleza de Triana y Jerez hizo a El Grilo a saltar desde la platea al escenario para bailarle a un Poveda que ya estaba entre amigos. Tras versionar 'Bravo' de Diego 'El Cigala' y un último homenaje a "la gran Lola" con 'Limosna de amores', el artista salía bailando mientras interpretaba la canción que más pedía el público, 'Tres puñales'. Cuando se cumplían tres horas de arte encima del escenario y el artista se había despedido ya varias veces sin éxito, volvía a invitar a subir al escenario a Jesús Méndez. Y entre amigos, arte, técnica y una pequeña niña de escasa edad que se lanzó al tablao a bailar bulerías como si de una profesional se tratara, Poveda lograba despedirse de Jerez con emoción y energía, demostrando por qué es considerado uno de los artistas más importantes del flamenco actual.

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