Cine/Vinos

Preestreno del documental 'El vino, el mundo y nosotros'

  • Un montaje audiovisual atractivo y dinámico para retratar el mundo del vino de la comarca del sherry

Antonio Lobo se dirige al público que asistió al preestreno.

Antonio Lobo se dirige al público que asistió al preestreno. / Miguel Ángel González (Jerez)

Dirección y producción: Antonio Lobo.

Presentación multitudinaria y llena de calor humano la que se vivió este jueves en Cines Yelmo con motivo de la puesta de largo del nuevo trabajo de Antonio Lobo. Un apoyo que se respiraba en la sala de espera, que se plasmó dentro de la sala con ganas de que empezara la proyección y que se hizo real cuando se empezó a visionar la cinta y se pudo constatar el gran número de apoyos de diferentes ámbitos que para la realización del mismo había podido conseguir.

El trabajo está enmarcado en el género del documental con un ritmo muy correcto, un muy buen uso de la fotografía fija, una música original que encaja perfectamente en el contenido y un montaje en el que prima lo didáctico y lo cronológico para ofrecer una versión muy personal del mundo del vino en la comarca del Jerez.

El recorrido visual se hace con delicadeza desde el principio. Las imágenes de la naturaleza se enmarcan en la campiña jerezana, identificando siempre los muchos lugares emblemáticos de las diferentes viñas, y enseñando con la luz adecuada los rincones peculiares de los interiores de las bodegas con buen uso de las lentes y las velocidades de obturación asentando paisajes, aclarando los detalles de manera muy profesional y acercándonos con planos fijos a la esencia milenaria de las tierras desde la llegada de los fenicios, y complementando con efectos especiales para la didáctica que persigue en el montaje: que el espectador sea capaz, a partir de la información veraz, amar en cada fotograma el mundo enológico, histórico y comercial de uno de los caldos más famosos del mundo.

El objetivo documental no cae en ningún momento en el docudrama sino que se mantiene en todo momento en un aséptico documento informativo. En el sentido periodístico mantiene un alto nivel de objetividad, gracias a un cuidado montaje, donde prima la información a la opinión. La infografía, los efectos digitales y el uso de recursos aclaratorios se quedan en segundo plano como apoyo no verbal a la información que se presenta. A destacar los insertos de fotografías y de material histórico muy interesante que se presenta encajados convenientemente en función de desarrollo cronológico que se hace en todo momento.

El mundo del vino de la comarca en sus primeros tiempos, la fuerte relación con los países anglosajones, los problemas comerciales, la expansión del jerez, los puntos fuertes y débiles de la denominación de origen, los recovecos de la competencia en este tipo de industria y la llegada a la situación actual son los diferentes capítulos que se presentan, solapados en el desarrollo cinematográfico de manera lineal. Pero sobre todo, la presencia de muchos de los profesionales que han mamado este mundo desde pequeños, se plasma con delicadeza y amor a su profesión. Todos los perfiles, desde los peones pasando por capataces hasta directores generales. Todos ellos retratados con cercanía, con primeros planos que humanizan al personaje y respetados en sus monólogos. El montaje es muy dinámico lo que facilita el seguimiento y la información llega de manera clara y concisa.

El trabajo no es sino una forma muy personal de acercarse al mundo del vino, con el toque personal de un director que sabe lo que quiere transmitir y que usa la cámara como extensión de su mirada de artista visual.

Los fotogramas de manos curtidas, de uñas de hombres raídos, de contraluces en las tinieblas de las bodegas, de hojas de parra regadas con rocío de la mañana y de la soledad de las calles de un Jerez bodeguero en blanco y negro son los mejores ejemplos de la intención dramática de la película. Una especie de memoria histórica de una ciudad que llegó a vivir por y para el mundo del vino y que en pocos siglos se ha ido desmoronando hasta quedarse en materia de compraventa de las grandes multinacionales.

Una ciudad y una comarca, que no ha sabido ponerse al día, y que sigue con las mismas miserias de no creer en ella misma. Hasta el olor a soleras y el frío entre andanas se llega a sentir una vez avanzado el documental. Los demás sentidos están ya introducidos de manera sutil, para que se sienta la vida de este producto llena de fuerza. La que encierra la tierra albariza, la que emana una cepa y la que surge de una bota antes de llegar al catavino. El trabajo de Antonio Lobo parte del respeto. Una oda a las tareas que rodean su producción. Una escucha proactiva de los mejores profesionales. Una escusa para hacer pensar en el momento en el que se encuentra el mundo del vino y abrir el debate en sentido positivo. Lo audiovisual como imagen. La imagen del vino bien retratada.

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