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Diario de las Artes
Los premios artísticos, los de pintura, sobre todo, son, sin duda alguna, una de las maneras que tienen los artistas de canalizar su obra, darse a conocer y potenciar su nombre dentro del difícil, complejo y, hasta caprichoso mundo de las artes plásticas. No está el mercado demasiado boyante y las galerías de arte han perdido gran parte de la intensidad que tenían en otros tiempos. Por eso muchos son los artistas que encuentran en la concursística una de las formas más seguras de poder aspirar a reconocimientos que le aporten algo de seguridad económica, difusión y poder acceder a puestos de cierta trascendencia en el contexto general del arte.
Curiosamente es la zona de la comunidad manchega donde se suceden muchos de los mejores de los Certámenes que existen en España. Ciudad Real, Tomelloso, Albacete, Alcázar de San Juan, Valdepeñas… son algunos de los puntos señalados en el calendario concursístico y muchas de las metas a las que se dirigen gran número de artistas buscando la ansiada recompensa. Nuestros pintores lo saben al dedillo y conocen las rutas para llegar a esas ciudades, centros casi neurálgicos de los mejores premios que en esa materia tiene lugar en España.
En estas páginas ya nos hemos hecho muchas veces eco de la gran cantidad de artistas de la provincia de Cádiz, en general, y pintores jerezanos, en particular, que han sido noticia por la obtención de alguno de estos espléndidos y suculentos certámenes. Eduardo Millán, José Carlos Naranjo, Pepe Baena, Javier, Palacios, Nacho Estudillo, Rocío Cano, Fermín García Villaescusa, Alejandro Botubol, Antonio Lara… y un largo etcétera, son nombres de mucha importancia en el panorama español ocupando el palmarés de unos certámenes a los que hay que acudir necesariamente para seguir caminando en una profesión difícil, con muchas argumentaciones, muchos registros y muchos posiciones – no todas favorables -.
No deja, tampoco de ser curioso que de entre los artistas que han ocupados en los últimos meses la sala Pescadería, en esa programación que conmemoraba los veinticinco años de su creación como espacio expositivo, varios han sido, durante este tiempo, protagonistas de estos certámenes. Así, Eduardo Millán ganaba el Premio de la Comunidad de la Rioja, al que acompañaba en la selección de piezas expuestas, Antonio Lara – que había conseguido el segundo premio – y Jorge Gallego, que formaba parte del catálogo. De los que ocupaban el espacio de la calle Pozuelo, en la muestra ET PROXIMI, Pepe Baena acababa de ganar el Ciudad de Tomelloso; José Carlos Naranjo había obtenido el más que prestigioso BMW y, otro artista que formaba parte de la exposición, JORGE GALLEGO se ha hecho en estos últimos días, con una de los premios de mayor importancia de España, por su cuantía y por su trascendencia, El Virgen de las Viñas de Tomelloso.
El autor afincado en la localidad sevillana de Montellano ha obtenido el premio con la obra “Deconstrucción”, una pieza espléndida que responde a su poderoso ideario figurativo en el que yuxtapone dos realidades representativas distintas. Por un lado, un paisaje muy bien estructurado que sirve de telón de fondo para una construcción, la mayoría de las veces, derruida o, al menos, abandonada que surge en primer plano abriendo totalmente las perspectivas significativas y dejando un huella de misterio, nostalgia, e incertidumbre.
La obra ganadora de Jorge Gallego, premio acertado de principio a fin, encabezaba un cartel de premiados, también de mucha categoría: el segundo premio para Mónica Dixon Gutiérrez de Terón, por la obra “Red, black & green”; un tercer premio para Carolina Ferrer por su obra “El lugar de la espera” y, un cuarto premio para Juan Manuel Campos Guisado, por su cuadro “Puente de Alcántara al amanecer”.
Jorge Gallego es un pintor de raza, un artista de los que saben pintar bien, de los que están en posesión de una verdad que no deja resquicios a la duda y que materializa una pintura llena de fuerza visual, al tiempo que crea suma expectación. Además es un artista que está curtido en este tipo de certámenes, siendo, desde muy joven, un pintor que acertaba absolutamente en los premios a los que acudía. Con pocos años ganó el trascendente “Figurativa” de Barcelona, uno de los de mayor cuantía que existen; estando asimismo, en posesión del de la Academia de Bellas Artes de Sevilla, dos veces el del Ateneo de la ciudad hispalense; fue Medalla de Honor en el BMW; hace unos meses ganó el de Alcázar de San Juan, entre muchísimos otros.
El Virgen de las Viñas de Tomelloso, que Jorge Gallego ya lo había ganado anteriormente, siendo el único pintor que lo han conseguido en dos ocasiones, otra vez, ha recaído, con acierto, en un artista de gran importancia, que deja bien a las claras la gran significación de la pintura de esta zona andaluza; donde la figuración está marcando muchas de las mejores rutas a seguir. El nombre de Jorge Gallego, acentúa y redunda el momento dulce de nuestra pintura.
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