Trato y retrato

Rafa Benítez, cagancho en la zorrera

Rafa Benítez,  cagancho en la zorrera

Rafa Benítez, cagancho en la zorrera

Yo lo vi; en aquel tiempo, el tal Benítez frecuentaba con su padre algunos tentaderos de invierno en las carreteras de Los Barrios y Medina. El declive de Benítez viene de lejos, tiene fecha de inicio en un mes de marzo de 1983, cuando se le cagó encima una vaca de Cebada Gago, en un tentadero con público -mayormente femenino- en La Zorrera, camino de Medina. Una mierda líquida, diarreica, cubrió por completo el cuerpo, la reputación y la incipiente afición del becerrista Toledano. Cosi fan tute y Sic transit gloria Mundi todo junto. A partir de entonces, el ahora autoproclamado poeta que jamás ha escrito un soneto redondo- que ya había tenido escarceos lamentables con la poesía, la edición y la prosa periodística-, declinó cualquier inclinación artística. Orientando su notable energía al enojoso asunto de disfrutar de la vida, de las señoras y el cultivo de sus amistades. En 20 años es lo que hizo el cabrón, quitando un par de ediciones de cocina guarra y un entierro de amigos. Así que aquí lo tenéis: un sujeto de nariz hiperbólica con la masa corporal en retirada, un cuerpo casi de posguerra y cartillas de racionamiento. Mas propenso a la tertulia intrascendente de bodega que a los bolos de viudas de poetas en subasta. Benítez Toledano está a dos telediarios de diluirse en alguno, o todos, de los muchos barrios de Jerez en los que ha vivido. De derechas, gaditano y madridista, vuestro servidor y esclavo.

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