Recordando a la gran Fernanda de Utrera
FUE el 24 de agosto de 2006 cuando se apagó definitivamente la voz de Fernanda Jiménez Peña, la de Utrera, heredera directa de Mercé Fernández Vargas, la de Jerez. Diez años de ausencia de una de las voces ‘jondas’ más electrizante que hemos oído. Cuando se cumplen diez años de su definitiva marcha deseo volver a hacer público mi emocionado recuerdo de aficionado; un aficionado que en tantas y tantas ocasiones coincidió con ella y con su hermana Bernarda en noches de éxitos y reconocimientos públicos.
Como suelo hacer siempre que la ocasión me lo permite, mi reseña –ya sea oral o escrita, como en este caso-, se centra en la vinculación profesional que a lo largo de años he mantenido con profesionales del espectáculo ya sea teatro –a cuyo mundo pertenezco-, flamenco, medios de comunicación, etc., en este caso con ‘Las niñas de Utrera’ en decir de Murciano, Fernanda y Bernarda, especialmente con la primera, por lo que quiero destacar aquí y ahora algunos de los acontecimientos que tuve el placer de presentar u ofrecer en nombre de las instituciones y entidades privadas organizadoras y que tuvieron a Fernanda como figura central. Tratando de llevar un orden cronológico en la reseña, me centro en el año 1989, cuando el Grupo Cruzcampo le hacía entrega de la VI Distinción ‘Compás del Cante’, de cuyo jurado fui integrante por espacio de una veintena de años. En junio de 1994, en acto convocado por la peña flamenca ‘Tío José de Paula’, ambas cantaoras tomaron parte en el Festival Homenaje a Manuel Soto ‘Sordera’, cuya presentación compartí con grandes amigos; la citada entidad de calle Merced ofreció a ambas hermanas sus insignias de oro en el transcurso de un entrañable acto que tuve el honor de ofrecer en nombre de la entidad flamenca –al que no pudo asistir Bernarda por una repentina indisposición-, en cuyo honor cantó Curro de la Morena –seguidor a ultranza del cante de Fernanda- acompañado por Manuel Moreno Junquera ‘Moraíto’ –ambos por los cielos de Jerez- y, en donde Fernanda dejó la estela de su arte inmarchitable, un arte del que el flamencólogo Emilio Jiménez Díaz dice: “Es algo que nos enloquece y hasta los más incautos se han convertido ya al Fernandismo”. Fue en la noche del 25 de febrero de 1995.
El día 4 de agosto de 1996, Fernanda y Bernarda subieron al escenario erigido en la Plaza del Cabildo de Arcos de la Frontera para recibir la Medalla de Oro de la XVI Velá Flamenca de las Nieves, un acontecimiento que presenté desde su primera edición, en 1980, con dedicatoria a Rocío Jurado, y del que hizo en cada nueva edición el ofrecimiento, en nombre del Ayuntamiento arcense, el poeta Antonio Murciano y, en cuyo cartel figuraron entre otros los nombres de Tomasa Guerrero ‘La Macanaita’, Chano Lobato, Inés de Utrera y la colaboración especial de Paco Cepero, así mismo Medalla de Oro de la Velá de las Nieves, en 1982.
Pero no acaba aquí ni mi vinculación con Fernanda ni mi admiración por su cante ya que, el día 6 de junio de 1992, en el Pabellón Cruzcampo, en La Cartuja sevillana, se ofreció uno de los acontecimientos flamencos más importantes al que pude asistir con ocasión de la Exposición Universal de Sevilla. La entidad convocante ofreció un Homenaje al Arte Flamenco en el que junto a Fernanda –respaldada por el toque de Paco del Gastor-, intervinieron Chano Lobato –III Distinción Compás del Cante 1986- con el mismo guitarrista, Fosforito –II Distinción Compás del Cante 1985- con Manuel Silveria, Manuel Mairena –I Distinción Compás del Cante 1984- con Pedro Peña, Farruco –VIII Distinción Compás del Cante 1991- y su familia así como Manolo Franco y Enrique de Melchor, estos dos grandes guitarristas como solistas. Fernanda cantó por soleá para crujir los huesos; fue una noche de pellizcos, de quejíos, en la que la cantaora utrerana no sólo destapó el tarro de las esencias sino que lo rompió, lo hizo añicos y dejó correr por el recinto el manantial de su sangre de cantaora gitana. El clamor unánime de cuantos asistimos al milagro hecho cante me trae a la memoria los versos de Salvador de Quinta: “A venenillo y a miel/sabe el cante de Fernanda,/la heredera de Mercé”
Mi más reciente conexión con la cantaora de Utrera, con su espíritu, tuvo lugar el 6 de mayo pasado cuando con ocasión del homenaje a Fernando Villalón, en Utrera, quise y pude desde el escenario del Teatro Municipal de la citada población sevillana recordar a Fernanda y en su personalidad a su hermana Bernarda y a cuantos flamencos han sido y son de Utrera, recordando los versos del poeta arcense Antonio Murciano: ¿La Bernarda dónde está?/-Escuchando a la Fernanda/templarse por soleá;/que en el mundo no ha nacío/quien cante por ese palo/con más profundo sonío.
Quede aquí mi recuerdo permanente a la gran, a la enorme cantaora Fernanda de Utrera en el décimo aniversario de su definitiva partida. Su cante por soleá continuará por siempre crujiéndome los huesos.
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