Recuerdos

Lectores sin remedio por Ramón Clavijo y José López Romero

17 de noviembre 2010 - 05:00

Los últimos días han estado cargados de malos presagios, cuando no de malas noticias. Entre estas últimas la desaparición del poeta gaditano, pero universal para los buenos lectores, Carlos Edmundo de Ory. Por cierto, ¿por qué será que cuando desaparece un grande de la literatura, los periodistas tienden a preguntar a personajes públicos sobre su figura? El resultado es un cúmulo de despropósitos de gente famosa pero iletrada hablando sin pudor sobre alguien del que nunca leyeron nada. Pregunten a los lectores, ellos son los que podrían dejar titulares interesantes sobre este o aquel inmortal de las letras, como ahora Carlos Edmundo, que desaparecen físicamente. Pensando en esto último, recuerdo a Salvador X (esto de la X, no piensen mal, es para mantener el anonimato del personaje), apasionado de la poesía de De Ory, pero frustrado porque la genialidad de aquella no impregnara algo sus propios poemas, y que a finales de los años setenta del pasado siglo tenía un grupito de jóvenes seguidores, con los que se le veía pasear por las plazas y callejuelas del casco antiguo de Cádiz. Salvador X les recitaba sus poemas en tascas como el Tadeo, entre vasos de vino peleón y algún poema de Carlos Edmundo, que inteligentemente dejaba de vez en vez caer entre los suyos, no fuera que aquellos imberbes y melancólicos acólitos decidieran levantarse y huir, ante tanto destrozo de la métrica, cuando no del noble arte de la escritura. Confieso que en alguna ocasión, cuando veía al grupo pasar ante mí silencioso, precedido de la desgarbada figura de Salvador X, seguramente en dirección al "bareto" de turno donde martirizar con sus versos (y deleitar con los de Carlos Edmundo) a aquellos jóvenes ociosos, tuve la tentación de seguirlos, por curiosidad, por morbo, o vaya usted a saber porqué (no pretenderán que me acuerde pasados tantos años), finalmente no lo hice. Preferí comprar mi primer libro de Carlos Edmundo (y traicionar por una vez a Pablo Neruda, del que por entonces era rendido seguidor), "Poesía abierta". Me gustó (pero no se lo dije a Neruda), y poco después me hice con "La flauta prohibida". Ignoro, ahora desde la distancia de otra ciudad cercana, si Salvador X seguirá paseando su figura y sus versos por las callejas de Cádiz, buscando algún "bareto" (aunque ya no El Tadeo que sucumbiera al paso de los años) con los que convencer a otros imberbes de la belleza de su poesía, aunque para ello tenga que entremeter algún verso de Carlos Edmundo De Ory para evitar las deserciones. Lo cierto es que estos días de malos presagios, cuando no de malas noticias, me han traído estos lejanos recuerdos. Recuerdos de lector.

Ramón Clavijo Provencio

Libros recomendados

Un adúltero americano

Jef Mercurio. Anagrama, 2010

El personaje protagonista de la novela no es otro que el que fuera presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy, aunque yo más que una novela, como más de un crítico ha calificado la obra de Mercurio, la consideraría una muy sui generis biografía El mismo autor hablando de la gestación del libro confesaba que a medida que iba moldeando el protagonista ficticio de su historia, instintivamente, como un reflejo, se le aparecía la figura de Kennedy. Al final decidió que este sería el protagonista de "Un adultero norteamericano", y para ello nada mejor que ahondar en las pulsiones sexuales y graves problemas físicos del mayor de los Kennedy, por los que también ha pasado a la historia. Vida privada y menor en apariencia pero que tuvo un gran peso sobre las decisiones del político. Ahí radica el gran atractivo de esta propuesta de Jef Mercurio. Una apasionante historia en definitiva que sorprenderá gratamente al buen lector. R.C.P.

País de sombras

Peter Matthiessen. Seix Barral, 2010

Después de algo más de un par de meses he culminado la lectura de esta monumental novela de más de mil páginas. Confieso que al principio fui con prudencia, jaleado por los ecos de la buena crítica con la que había sido recibido el libro, y luego, poco a poco, me dejé llevar por el entusiasmo a medida que me iba introduciendo en esta compleja historia en parte desgarradora y a la vez no exenta de lirismo en torno a un personaje real de la historia norteamericana, E.J. Watson. Pionero en el desarrollo de la Florida, ser poliédrico que concita tanta admiración como odio, es asesinado por una turba en 1910. Ese es el punto de partida de la novela que a lo largo de tres extensas partes, va descubriéndonos y analizando desde distintos ángulos, la compleja personalidad de Watson, para que finalmente sea el lector, testigo de todo, el que decida qué verdad se esconde tras aquel trágico suceso inicial. R.C.P.

I. a la literatura medieval española

Francisco López Estrada. Gredos, 1970.

Así como en toda familia, aunque humilde, de buena reputación debe haber un fondo de armario, también en casas modestas pero muy limpias debe haber un fondo de biblioteca del que echar mano para consultar, para estudiar y para leer. En ese fondo nunca debe faltarnos este verdadero tratado, ya clásico e intemporal, de la literatura del medievo español que escribiera el que fue durante muchos años catedrático de Literatura de la Universidad de Sevilla y, en consecuencia, maestro de generaciones de filólogos que bebieron en este manual todo o casi todo lo que en aquellos años se podía saber de juglares, poesía cancioneril, romances, prosa, teatro y hasta de los primeros brotes del Humanismo y el prerrenacimiento, con permiso, claro está, de don Ramón Menéndez Pidal. Un repaso por una época y una literatura en las que siempre se encuentran obras, autores o detalles que nos pueden apasionar, incluidos los problemas textuales. J.L.R.

La derrota de los pedantes. Lección poética

Leandro Fdez. de Moratín. Labor, 1973

Cuando Leandro Fernández de Moratín publica estos dos opúsculos, aún no había llegado a la treintena; andaba en los veintidós cuando la Academia le premió su "Lección poética", y tenía veintinueve cuando dio a la luz su "Derrota de los pedantes". Y aunque obras de juventud, ambas participan de un mismo y maduro concepto de literatura o, mejor dicho, las dos atacan los mismos vicios literarios: la pedantería, la cursilería, la literatura de ocasión. En estos tiempos en los que el buenísimo, los brotes verdes y otras expresiones de nuestros gobernantes, por no hablar de los poetas y literatos de corte (y confección o pega), vienen a poner de moda la pedantería, más necesarias, casi imprescindibles se nos hacen estas dos obritas de Moratín que censuran al tiempo que divierten (por su sátira) y descubren vicios, mentiras y mala literatura. Desde el "viaje del Parnaso" cervantino, en la mejor tradición satírica española. J.L.R.

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