'La peste' sumerge a San Sebastián en la Sevilla "rica y pestilente" del siglo XVI

El sevillano Alberto Rodríguez presenta los dos primeros capítulos de su serie de televisión, la primera que se muestra en la Sección Oficial, aunque fuera de concurso, en el histórico festival

Rafael Cobos y Alberto Rodríguez, ayer en el Festival de San Sebastián.
Rafael Cobos y Alberto Rodríguez, ayer en el Festival de San Sebastián. / Javier Etxezarreta / Efe
Elena Box (Dpa)

30 de septiembre 2017 - 02:12

San sebastián/Tras coronarse en los Goya con La Isla Mínima, el sevillano Alberto Rodríguez marcó ayer un hito en el Festival de San Sebastián con la presentación de la serie La peste, la primera que se muestra en la Sección Oficial del certamen. El proyecto supone además el debut de la plataforma Movistar+ con una producción propia que se presenta como "la serie más ambiciosa del cine español". Y, al menos a juzgar por los dos primeros capítulos que pudieron verse, su factura resulta imponente.

Filmada en más de un centenar de localizaciones de Andalucía, pero especialmente en Sevilla y su provincia, con un presupuesto de 10 millones de euros, 100 actores, más de 2.000 figurantes y un guión escrito junto a Fran Araújo y su inseparable Rafael Cobos, el cineasta toma como punto de partida la capital andaluza, pero retrocede hasta la urbe "rica y pestilente" que fue en el siglo XVI, su época de esplendor mundial. En ese escenario histórico, Rodríguez cuenta una oscura historia de corrupción e intrigas en una urbe de esplendor, pero en ese momento asolada por una funesta epidemia de peste negra. Una situación, dice el también autor de thrillers como Grupo 7 o El hombre de las mil caras, que es "fácilmente extrapolable" a nuestros días pues la peste sirve, en muchos sentidos, como una rotunda metáfora.

El director confirmó que rodará una segunda temporada, que está ya en fase de preparaciónEl objetivo era que el espectador diese un paseo veraz y a pie de calle por la Sevilla del año 1587"

"La peste es la crisis, alcanzó a todos y negoció con todo, empezando con el hambre. Era oportunidad y peligro. Cuenta hasta qué punto la peste es una consecuencia del acto humano y cómo el propio ser humano la gestiona", apunta Cobos. En la serie, el hasta ahora casi desconocido Pablo Molinero da vida a un ex militar que honrando su palabra, y huyendo de la Inquisición que lo condenó por imprimir libros prohibidos, regresa a Sevilla para cumplir la promesa de sacar de allí al hijo de un amigo fallecido. Por si las dificultades fueran pocas, se las verá entre tanto con unos siniestros crímenes que están haciendo cundir el pánico aún más en la ciudad.

Paco León, Sergio Castellanos, Patricia López y Manuel Solo, entre otros, completan el elenco actoral de una producción que, según confirmaron ayer Rodríguez y Cobos, tendrá una segunda temporada, ahora mismo en fase de escritura. La primera se estrenará en enero de 2018 y constará de seis capítulos de 50 minutos. "Nos planteamos cómo era la Sevilla que fue la capital económica del Imperio español. En ese sentido, entendemos la serie como un fresco de la ciudad en el siglo XVI. Hay una tienda de disfraces que se llama Pichardo, y durante el rodaje decíamos: 'si algo parece que lo habéis comprado en Pichardo, va fuera'. El objetivo era que el espectador diese un paseo veraz y a pie de calle por la Sevilla del año 1587. No queríamos hablar de los grandes hombres de los libros de historia, sino de las pequeñas historias que no aparecen en ningún lado", explicó Rodríguez.

De este modo, según explica Rodríguez, tuvieron que desterrar muchas ideas preconcebidas y se vieron sorprendidos cuando, al documentarse sobre la época, averiguaron cosas como que entonces el 10% de la población de Sevilla eran negros, que se llegaron a hablar más de 50 idiomas en sus bulliciosas calles o que cuando llegaban por el río los barcos cargados de oro y plata fluctuaba el precio de estos metales en Asia.

"Sevilla tenía el monopolio del comercio con las Indias, era el pulmón del Imperio y venía gente de todas partes con el sueño de ir al nuevo mundo y hacerse rico", señaló Cobos. Desde ese punto de vista, el viaje a ese pasado, apuntó Rodríguez, les dio pie para reflexionar sobre la España de hoy a través de asuntos como la corrupción y la idiosincrasia nacional. "A España le cayó un maná del cielo con el oro y la plata -dijo-. Uno piensa en el ejemplo de Noruega hoy, un país riquísimo por el petróleo y tiene puesto el dinero en bonos de futuro... Bueno, pues nosotros nos lo gastamos, el dinero llegaba y se iba, por no hablar del muchísimo oro que se perdió por el camino. Era surrealista".

Un (ridículo) comando de ETA se cuela en el festival vía Netflix

Con polémica antes de su estreno, la comedia española de Netflix Fe de etarras, de Borja Cobeaga, se presentaba ya como la más controvertida del 65 Festival de San Sebastián. Sin embargo, esta película que se atreve a hacer humor del día a día en un comando de ETA fue recibida con aplausos por la crítica. "Las redes sociales están dando rienda suelta al sectarismo. Todos los días hay una capacidad descomunal para rasgarse las vestiduras por algo", lamentó Cobeaga, del que la gente recuerda trabajos como Pagafantas u Ocho apellidos vascos (de la que fue guionista), pero no Negociador, una interesantísima película que recreaba desde la ficción y en clave de comedia amarga las conversaciones del socialista vasco Jesús Eguiguren con dirigentes de la banda terrorista para tantear una posible tregua. Cobeaga y Diego San José, coguionista de Fe de etarras y colaborador habitual de Cobeaga, definen la película como una "comedia triste" cuya trama retrocede al Mundial de Fútbol de Sudáfrica (2010), con ETA dando sus últimos coletazos. "Retrata la vida de un comando dentro del mayor ataque de españolidad del siglo, de momento", apuntó el director. Pero sostiene que su objetivo no era ser transgresor: "Lo que nos inspira es hacer comedia sobre lo cercano, contar lo que ha pasado en el País Vasco en los últimos años". En el filme, el ganador de dos Goyas Javier Cámara da vida a un veterano de ETA decidido a demostrar que no es un cobarde y confinado en un piso franco a la espera de órdenes para llevar a cabo un atentado. Lo acompañan una pareja cuya relación depende de la continuidad de la banda (Miren Ibarguren y Gorka Otxoa) y un manchego que cree que entrar en el comando le hará sentir como si fuera Chuck Norris (Julián López). "La película transcurre por unos meandros oscuros, muy metafóricos, pero siempre trufados de los chistes y gags" de Cobeaga y San José, apuntó Javier Cámara. "Reducir a un terrorista al chiste tiene que escocer, es una victoria de la sociedad", dijo Cobeaga.

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