Cultura

Summers, el cineasta y humorista sevillano que fue 'demasiao'

  • Un programa de actividades recuerda estos días la obra y la figura del polifacético creador

Muchos recordarán a Manuel Summers como el director de aquella exitosa trilogía de la cámara oculta -To er mundo é güeno (1982), To er mundo é... ¡mejó! (1982) y To er mundo é... demasiao (1985)- con la que el director sevillano retrató a las gentes buenas y humildes de aquella España en horas felices mediante la estrategia -entonces mucho más inocente que hoy- de ponerlas en absurdos bretes callejeros que eran grabados discretamente. También muchos lo reconocerán como aquel humorista gráfico que comenzó a publicar sus viñetas en el diario Pueblo, coincidió después con Miguel Gila, Chumy Chúmez o el recientemente fallecido Forges en Hermano Lobo y colaboró más tarde también con Abc.

Lo que tal vez no tantos tengan presente es la singular carrera como cineasta serio de este sevillano que con su primer largometraje, Del rosa al amarillo, ganó en 1963 con la Concha de Plata a la mejor película en San Sebastián. Con su siguiente película, La niña de luto (1964), logró una Mención Especial del Jurado en Cannes, y un año después, de nuevo en el certamen francés, El juego de la oca obtuvo el aplauso de la crítica si bien en aquella ocasión se quedó fuera del palmarés. Rodaría después Juguetes rotos (1966), un documental en el que entrevistaba y retrataba a toreros, futbolistas, boxeadores y actrices en su vejez, famosos en su día pero totalmente olvidados ya en aquellas fechas; el trabajo fue premiado en la Seminci de Valladolid, pero la pésima recepción por parte del público llevó a Summers a la ruina económica. Volvería a hacer cine años después, pero ya -con la salvedad de Me hace falta un bigote (1986), película muy personal, con referencia a esa primera etapa y que se cuenta entre sus últimos y más desconocidos trabajos- en registros muy diferentes: desde el popular-satírico de la trilogía de la cámara oculta hasta las fan movies de manual que son Sufre, mamón y Suéltate el pelo, comedias promocionales e interpretadas por los Hombres G, el grupo en el que su hijo David cantaba y ejercía de ídolo de adolescentes.

El homenaje, que llegará también a Madrid, comenzó ayer en el Círculo Mercantil

Esa faceta más autorial y personal, muy poco divulgada fuera de los círculos cinéfilos, es precisamente la que se pretende reivindicar ahora, cuando están a punto de cumplirse 25 años de su fallecimiento a los 58, el 12 de junio de 1993 en Sevilla a causa de un cáncer de colon. El próximo martes, fecha de la efeméride exacta, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas le rendirá un homenaje a Summers en su sede madrileña en el que participarán profesionales y amigos que trabajaron con él, como los veteranos cineastas Julio Diamante y Jordi Grau, el director de fotografía Tote Trenas, el productor José Vicuña, el director de la Seminci, Javier Angulo, y el diplomático Inocencio Arias; junto a familiares como su propio hermano el periodista Guillermo Summers.

Pero el programa conmemorativo comenzó ayer y se desarrollará principalmente en Sevilla. Así, en el primer día en la sede del Círculo Mercantil se proyectó Adiós, cigueña, adiós, una película de 1971 con la que Summers obtuvo un gran éxito tanto en España, donde la vieron 3,5 millones de espectadores, como en el circuito internaciomal (en Francia estuvo 15 semanas en cartel y en Colombia, en el mismo año del estreno de la primera entrega de la saga El Padrino, fue el título más taquillero de la temporada). Tras la proyección hubo un coloquio en el que participaron Paco Bellido, de la asociación Linterna Mágica, entidad organizadora del acto, el profesor y crítico Miguel Olid y Zacarías Cotán, autor del libro que el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva editó en 1993 con motivo de la muerte del cineasta.

La siguiente cita será en la Fundación Cajasol, donde se desarrollará un ciclo en el que se proyectarán -siempre a las 20:00 y con coloquios tras los pases- Del rosa al amarillo (este viernes), Juguetes rotos (día 15) y Me hace falta un bigote (día 22). Oportunidades no faltarán, durante casi un mes, para conocer mejor a un creador que fue no sólo un carismático humorista. Lo que tampoco habría sido poca cosa.

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