Flamenco

‘Swingniquetazo’

  • José Quevedo ‘Bolita’ celebra a lo grande 30 años de trayectoria artística en Jerez con ‘Caótico. Bolita Big Band’ en las 'Noches de Bohemia', con Miguel Poveda como artista invitado

30 años en la música no se cumplen todos los días. Y si no que se lo digan a José Quevedo ‘Bolita’. Sí. A ese niño que se fue a Madrid con 18 años con una maleta cargada de sueños en una mano, una guitarra en la otra, sin más dinero que el del billete del autobús – 2.500 pesetas- y Joaquín Grilo como compañero. Sí. A José Quevedo. El Bolita. Ese artista que este sábado se mostró ante los suyos como un grande. Pero no un grande cualquiera. Como un grande de los buenos. De los de dirigir. De los de estar al frente. De los de tener una big band con su nombre. Nada más y nada menos.

Hiperactivo, nervioso, caótico como siempre – el disco se llama así por algo- y al igual que el día de su estreno en la pasada Bienal de Sevilla, el tocaor jerezano fue mostrando su música según la ocasión lo requería. No era día de apretarse con las cuerdas ni de meter la mano en el boquete. Era el día de disfrutar. De reír. De gozar tocando. De hablar en pentagrama. De hacer disfrutar a un respetable cuajado de amigos, familiares y compañeros. Hacer gozar a los espectadores, en definitiva, que disfrutaron en cada uno de sus movimientos.

En vivo y en directo. Solo y acompañado. En big band y en flamenco. Todas las caras de un músico que vive con el diapasón marcándole los tiempos. Conforme avanzaba el evento fue descubriéndose entre solos que buscan ser rondeña a través de picados, arpegios, apagados y trémolos. Seguiriyas embordonadas para el cante ‘torrero’ del Londro y endiabladamente a compás según la percusión marca el ritmo de la jondura que es lamento. Tarantas que volvieron a encender la lámpara de un Miguel Poveda que por nada del mundo se perdía este concierto o unas alegrías en las que la bajañí hace de batuta y se va comunicando con el resto de instrumentos.

Como él mismo se encargó de explicar, este disco tiene su origen “en el tema ‘The maids of Cádiz’ de Miles Davis y Gil Evans y la búsqueda de llevar la sonoridad de la trompeta en la guitarra y jugar con la melodía”. Y con una interpretación en formato remake de esta pieza, nos fue bajando las pulsaciones cardíacas al ritmo habitual de reposo, momento en el que llegamos al descanso con el que se deben dividir los conciertos del Alcázar de Jerez, por exigencias del guión.

Y en base a esas sensaciones recibidas, en el mismo sentido fueron desgranándose las piezas que compusieron una segunda parte tan o más flamenca y versátil como la que le precedió. Le llegó el turno a esos palos más dulces al oído, es decir, tientos y tangos, farrucas o una rumba, de nombre ‘La Baratita’, que sirvió para presentar a los músicos y que fueron las piezas que le dieron fondo y forma al remate del concierto, además de las bulerías ‘Dos Maderas’ en las que volvió de nuevo al escenario Miguel Poveda y maridó con las letras famosas de ‘La Ruiseñora’ y ‘Esos cuatro capotes’ y un extenso fin de fiesta en el que se incorporaron al escenario Santiago Lara, Marcos de Silva, Mercedes Ruiz o Rocío ‘La Jerezana’, entre otros.

José Quevedo ‘Bolita’ en la noche del sábado en el Patio de San Fernando llegó, vio y venció. Supo no solo agradar al respetable sino también rodearse de unos músicos que valen su peso en oro y con los que uno sabe que puede dejar volar la imaginación tranquilo. No todos los días se tiene la suerte de poder estar arropado por de tal calado y, mucho menos, que un grande como Miguel Poveda se cruce España para estar con alguien que para él "es más que un amigo y más que un compañero’’.

Si José Quevedo ‘Bolita’ tuvo la suerte de poder presentar su nuevo trabajo discográfico en su tierra, Jerez, quizás más suerte tuvieron quienes pudieron vivir en primera persona cómo el resultado del esfuerzo, la pasión y las ganas se traducen en trabajos como este ‘Caótico. Bolita Big Bang’ que goza de tanto swing como soniquete, en lo que viene siendo el ‘swingniquete’ en grandes cantidades o, mejor dicho, ‘swingniquetazo’.

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