La comedia de las mentiras

Una obra de teatro clásico rejuvenecida y con argumentos de vodevil de amoríos

  • 'La comedia de las mentiras'. Dirección: Pep Antón. Reparto:  Marta Guerras, María Barranco, Angy Fernández, Pepón Nieto, José Troncoso, Raúl Jiménez, Paco Tous. Teatro Villamarta. 16 de noviembre de 2018.

Un momento de la obra, en el Teatro Villamarta.

Un momento de la obra, en el Teatro Villamarta. / Vanesa Lobo

La risa como paradigma de la terapia. Lo comercial llevado al extremo. La interpretación de una comedia con mayúsculas y una dirección que no se deja nada en el tintero. Estos son los ingredientes de una apuesta por el teatro clásico, rejuvenecido y llevado al siglo XXI. El Villamarta se convierte así, en una sala de psiquiatría particular, donde los especialistas clínicos están en las butacas y los pacientes en el escenario con la clara intención de crear el conflicto escénico desde la mentira, el embrollo y el malentendido. Una forma de reinventar el teatro clásico, a imagen y semejanza de las comedias griegas donde lo que importaba era divertir y hacer pasar un rato ameno a espectadores ávidos de risa.

Cerrando los ojos, solo faltan las túnicas, las sayas y los tocaos de pelo de las patricias del imperio greco romano para hacernos sentir que estamos en cualquier teatro romano disfrutando de una obra clásica. Podemos confirmar que, esta propuesta no es sino el teatro griego de enredos, con una evolución matizada de los rincones de comedias del siglo de Oro, aderezada por la visión de pseudo vodevil de Broadway, que inspirado en las musas grecolatinas, se pone en escena con los recursos técnicos y de efectos especiales actuales.

Nada es lo que parece. Todo es según con el color con que se mire. La gente miente. O más bien, se miente a sí misma a diario, como automedicación para poder sobrevivir. Es lo que sucede cuando nos queremos engañar para poder respirar. La comedia se contagia hasta el punto que la sala de espera del hospital psiquiátrico se convierte en otro escenario de sinrazones. El patio de butacas se convierte también en hospital de terapias mentales. Gracias a la apuesta de dirección de romper la cuarta pared los actores se hacen apartes también en la primera fila, entre los pasillos y entran y salen por las puertas de sala usándolas como escape de salidas de situaciones. La risa es en sí misma efectista.

Mueve cientos de músculos zigomáticos, ventila de forma profunda los alveolos pulmonares, desencaja mandíbulas, reseca las cuerdas vocales, y acaba por relajar tanto el ambiente que es capaz de dar sentido a una serie de recursos efectistas que se llevan a cabo con naturalidad. El escenario es una prolongación de la situación, y el conflicto presentado es la consecuencia. Empieza la obra con una presentación del decorado a vista, con los elementos escondidos. El prólogo sirve de presentación de personajes y de tramas y el recurso de abrir el patio de butacas minimiza la lejanía de las acciones y acerca los actores a los espectadores.

De esta forma se plantea la trama. Una red tejida por todos lados, que sirve para abrir espacios y hacer que los apartes entre parejas de hecho y los diálogos ganen más espacios escénicos. De hecho, los mutis se plantean siempre por el foro, haciendo que la cortina de fondo del escenario sea una metáfora llena de puertas o más bien de columnas de mármol para asegurar salidas y entrada limpias, y las puertas de la sala junto a las butacas sean pasadizos secretos por los que las dinámicas de parejas sobre fondo de comedia sean capaces de tener sentido en sus apariciones.

En la trama, hay un denominador común: hacer que los entresijos de la obra queden diáfanos desde un principio. Quizás explicándolos en exceso, dejando poco margen a la imaginación. A ello, ayuda el dinamismo de los cambios de decorados, apoyados en música y en coreografías de los propios actores y actrices, a modo de enmarañamiento de lo presentado en el acto anterior y buscando una salida mental al que viene. Las entradas de personajes están siempre acompañadas por el resto del grupo de forma coral, y se respetan los espacios para dar sentido de continuidad. Un foco lanzado desde plateas enfoca personajes en proscenio y en pasillos del patio de butacas a modo de foco inquisidor de psiquiátrico de barrio.

Una iluminación neutra en todo momento es capaz de conseguir efectos anímicos sobre el fondo creando sentimientos de frialdad o de calidez en función de los momentos dramatúrgicos. Unas estrategias de cambio de muebles como nexos entre actos, crea aún más sensación de psicosis esquizofrénica llevada al extremo de la neurosis. Un ambiente muy cargado, obsesivo y mentalmente dañado llega a formar dolores de cabeza. Un psiquiátrico en todo su esplendor. Lleno de mentiras razonadas para dotar de subtexto dramatúrgico a la puesta en escena.

Y esos pequeños grandes alocados son la presentación de ejemplos de los habitantes en que se convierte la obra a modo de personajes de comedia griega. La dama entrada en años despechada y abandonada que busca amor, el esclavo bufón y despiadado que teje el enredo en todo lo que toca, el marido o amante guerrero que se fuga en busca de aventuras, los hijos e hijas llenos de energía sexual y los malentendidos por culpa de los amoríos y los dineros. Personajes todos bien definidos, ampliamente figurados, con vestimenta única e irrepetible en cada uno que dota de sentido cada comunicación no verbal que nos ofrecen, con movimientos demasiado recreados y creando siempre uniformidad de presentaciones, de apariciones y de presencia escénica, a pesar de los múltiples momentos de corte y de insertos pasivos que hacen los efectos especiales de las salidas y entradas sobre todo el escenario. Todos defienden su papel con dignidad.

Todos crean la interacción desde sus perspectivas. Pero sobre todo, todos están al servicio de la obra, como partícipes implicados y aplicados. La puesta en escena acaba siendo engañosa. Aun con sofás y sillas posmodernas, no dejan de aparecer como piedras de casas griegas o foros romanos de entretenimientos de los miembros de una familia. Toda comedia trágica griega, ambientada en Atenas, tiene su parte de historia, pero también su zona de confort para quienes la representan y para quienes la disfrutan. Los prototipos de personajes griegos. El mundo del teatro sabe que usar a los clásicos es un seguro de éxito. Lo difícil es hacerlo de manera tan avanzada, con una amplia gama de recursos teatrales y que el resultado sea bastante atrayente. Esto se consigue. Deja pinceladas de aire fresco y hace que la consulta del psiquiatra sirva para salir de la sala con menos problemas mentales con los que se entra. Reducción de gastos para los presupuestos de la sanidad. Planteamientos modernos de terapia grupal. O no.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios