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VIII Tío Pepe Festival

La cara más amable y agradecida de Serrat el día de su despedida en Jerez

Escrito por

Jesús Sánchez Ferragut

Eran prácticamente las 22,30 horas cuando Joan Manuel Serrat, ataviado con guayabera veraniega y pantalón negro, subió al escenario de la Bodega Las Copas de González Byass para decir: "Buenas y templadas noches. Damas, caballeros y neutrales, esto es una fiesta…". 

Fue el comienzo de un extenso concierto para la despedida musical de una gran carrera, que va por los 58 años ininterrumpidos. Y digo que la despedida de anoche lo fue de una carrera profesional, porque Serrat dejó claro que no tiene la más mínima gana de saludar a la parca y, muchísimo menos, encima de un escenario.

Los que vivimos este primer concierto de los dos previstos para la provincia de Cádiz, ambos en Jerez, nos fuimos viendo envueltos poco a poco, con el ritmo que la lógica impone a los años, en un ambiente amable, cómodo, lleno de dicha y radiantemente optimista, que el cantante catalán, sabio en muchas cosas, supo construir en la bodega jerezana.

El concierto dio para recordar hasta 23 temas, algunos de ellos parte de la genética cultural de los españoles del último tercio del siglo XX hasta la actualidad. Canciones, temazos, como 'Para la Libertad' siguen siendo un resorte que hace que el público se ponga en pie inmediatamente a corearla y a ovacionar al cantante. Igual ocurre con 'Mediterráneo', incluso para los que hemos nacido fuera del trozo "de Algeciras a Estambul", 'Aquellas pequeñas cosas', 'Cantares', 'Penélope', etc. 

Serrat fue dibujando en el aire a través de su voz, y de su palabra, el guión de una vida llena de recuerdos y sentimientos, pero aparcando la nostalgia, dejando de un lado a la melancolía, con la vista siempre adelante, en el futuro.

Tan importante fue escuchar sus palabras, chistes e incluso chascarrillos, como oír sus canciones. En lo primero se lució con soltura, contándonos que sus personajes no son ni realidad ni fantasía, como 'La mujer que yo quiero' que se bañaba en gin-tonic (como la reina de Inglaterra, sugirió) y no en agua bendita… Incluso aseguró, bromeando, que el personaje más importante de Jerez fue Rita la Cantaora…

Nos habló de sus padres, sus abuelos, su mote de pequeño 'el Furito', de su barrio barcelonés natal Poble-Sec.

Filosofó por cuenta de la Real Academia sobre la definición tan sosa de canción que hay en el diccionario, que obvia que las canciones tienen emociones que llegan a contagiarse entre "la piel y el alma" de las personas. Músicas que hablan y letras que cantan.

Nos habló de su eterno agradecimiento a Alberto Cortez por la música de las 'Nanas de la cebolla', que tan maravillosamente envuelve la poesía de Miguel Hernández.

Y en lo musical, pues también se lució, sacando un excelente partido a sus facultades canoras, que no son pocas a esta altura de la película, con 78 años de edad. En primer lugar porque cantar 23 temas en un concierto no es asunto fácil y en segundo lugar porque presentó, musicalmente hablando, sus canciones muy actualizadas, con arreglos extraordinarios que supieron sacar un partido excelente a los instrumentos de la banda que le acompañan en esta gira de su despedida. Canciones armonizadas con aires sincopados, celtas, pop, country, y ejecutados con elegantes dobletes entre la guitarra y la viola. En fin, toda una puesta a punto de repertorio muy interesante y refrescante para una calurosa noche de verano.

Grandes músicos, pero sobre todo el maestro Ricard Miralles, su pianista y arreglista desde hace décadas, junto al mago de los teclados Josep Mas 'Kitflus'. Saxofón, clarinete, guitarra, contrabajo, percusión completaban la banda, que contó además con la colaboración especial de Uixi Amargós a la viola, haciendo voces y cantando a dúo la canción 'Es caprichoso el azar'.

'Mi niñez', 'El carrusel del Furo', 'Señora, Lucía', 'No hago otra cosa que pensar en ti', 'Algo personal', 'Nanas de la cebolla', 'Tu nombre me sabe a hierba', 'Hoy por ti mañana por mí', fueron sonando a lo largo de la noche en castellano, 'Pare' y 'Cançó de Bressol' en catalán, hasta acabar la velada con 'La Saeta', homenaje rotundo a la tierra.

Serrat puso sobre las tablas de la bodega Las Copas de González Byass a sus personajes musicales más queridos, los trató con delicadeza y se los ofreció al público de Jerez en una bandeja hecha de experiencia y buen hacer. Una gran noche en la bodega, sí señor.

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