Artistas de Jerez

FERMÍN G. VILLAESCUSA. La emoción del acto creativo

Fermín García Villaescusa.

Fermín García Villaescusa.

Cuenta él mismo que su desmedida pasión por la pintura le viene desde muy pequeño. A los seis años, ya, ganó su primer concurso de pintura; el premio, un scalextric. Siempre lo vieron dibujando y la pintura tenía que ser, a la fuerza, su camino definitivo. Aprendió prácticamente solo, sin formación reglada; todo lo fue supliendo él con su entusiasmo, por un apasionamiento absoluto, que tuvo su fruto cuando abrió su propio taller en un sitio que le dejó su abuela, Doña Pilar Aranda, en la bodega. Desde entonces se desencadenó el volcán Fermín García Villaescusa, ese que todos conocemos y que eclosiona en un amor desmedido a la pintura. Su único objetivo: pintar bien, cada vez mejor. En ese camino está: buscando, buscando, buscando... pintar bien. Contempló a los grandes de todos los tiempos, los analizó hasta descubrirles la más mínima pincelada, el menor gesto cromático, el golpe de luz... y tomó buena nota de todo; su infinita capacidad hizo todo lo demás y Fermín se hizo pintor grande, cada día mejor pintor; cada minuto queriendo más y cada instante luchando contra sus inseguridades, sus demoledoras autocríticas; haciéndose siempre más preguntas y luchando por conseguir el ansiado objetivo.

En aquel primer taller estuvo, entre otros, Eduardo Millán, antes que éste afrontara sus estudios en la sevillana Facultad de Bellas Artes y se fuera haciendo grande. Fermín García Villaescusa ha sido, es y será pintor de impulsos. Desde un primer momento se ha ido planteando metas y se empeñaba, con todas sus fuerzas, en conseguirlas. Una de ellas fue conocer a Antonio López y asumir lo que el pintor manchego tan espectacularmente patrocinaba. No pudo ser en Jerez y llegó en el nombrado curso de Olula del Río. La terna, magnífica, ilusionada y ávida por ser más pintores, de Millán, Estudillo y Villaescusa acuden a la población almeriense y contacta con la suprema sabiduría pictórica de Antonio López. Fue un escalón superado que dejó huella y que, a partir de entonces, no podía tener vuelta atrás.

Obra de Fermín G. Villaescusa. Obra de Fermín G. Villaescusa.

Obra de Fermín G. Villaescusa.

Fermín García Villaescusa asumió todos los planteamientos de la profesión pictórica. Acudió donde existían más posibilidades, los certámenes y premios. A ellos le impuso su condición de pintor poderoso. En los de pintura rápida, su contundencia formal con los pinceles y la soltura componiendo, hicieron que obtuviera premios en gran número por toda la geografía cercana; allí donde acude esa masa de artistas profesionales del ‘plain air’ buscando obtener la compensación que ofrece tanto trabajo en tan poco tiempo. Pero, además, concursó en los de mayor prestigio y alcanzó, en no pocas ocasiones, triunfos sonados, varias veces en la más alta consideración del BMW, ganador de varios premios internacionales de suma importancia, finalista en el PB Portrait de Londres, Medalla de Oro del Salón de Otoño de la Academia de Bellas Artes de Sevilla... y muchísimos más. Su realidad artística no ofrecía duda y cada día su nombre sonaba más entre los pintores realistas. No obstante, tanto reconocimiento y tanta diáfanas perspectivas en la pintura, no le hacen ceder un ápice de su apasionamiento, de entusiasmo por seguir buscando pintar mejor. Ahora, en la madurez creativa, su espíritu es tan joven y tan inquieto como cuando realizó su primera exposición individual en la Caja de Pandora de El Puerto. Allí vendió su primer cuadro a un coronel de la marina americana - dice Fermín que el cuadro está, ahora, en Hawai -. Su pintura es demandada y sus patios, sus bellísimos patios, donde la fortaleza cromática juega más aún que la realidad que ilustra, son piezas de coleccionistas. Pero la pintura de Villaescusa sigue firme buscando la expresión que más se acerque a lo que él quiere como definitivo. "Nunca se es del todo el pintor absoluto... la pintura está en la cabeza". Frases que Fermín tiene grabadas a fuego y que ejerce sabiendo que la realidad que ellas desprenden están ahí forzándolo a ser más pintor.

He asistido durante estos años a muchas comparecencias de Fermín, he sido testigo de muchos de sus premios, he visto su evolución, su dinámico ejercicio donde siempre queda sitio para un poco más y, siempre, he visto a ese pintor poderoso, desde mi criterio, muy poderoso, que sabe pintar muy bien y que desarrolla los postulados de esa pintura que jamás te defrauda, esa que convence, que descubre a un pintor de máximos y que oferta el testimonio genial de la pintura eterna.

Otra obra del pintor jerezano. Otra obra del pintor jerezano.

Otra obra del pintor jerezano.

Fermín García Villaescusa es un pintor sin límites, un creador nato que produce lo que sabe que es bueno -aunque él diga que tiene dudas-, un pintor con oficio porque es un trabajador sin medida de la pintura, ese que se pelea diariamente con lo que hay en el caballete y que quiere más, infinitamente más.

Fermín es un sabio pintor de paisajes; paisajes a los que imprime una especial atmósfera que envuelve de plasticidad los límites representados; es un pintor de interiores - los patios no tienen misterio para su pintura - y, para mí, un extraordinario pintor de la figura humana. Sus retratos no son poses para ser captadas; son ilustraciones de vida, referencias vividas que el artista capta con emoción y sabio dominio. Es, en definitiva, un pintor que lleva la realidad a su extremo, ese especial espacio donde anida la espiritualidad de la plástica, la emoción de la forma, el sentido último de la pintura. En definitiva, Fermín García Villaescusa, ese pintor de máximos impulsos que genera la pasión que debe tener el acto creativo.

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