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Cultura

El certamen ha cubierto los objetivos que se marcó

Puede decirse que el Festival de Jerez, en su duodécima edición, ha cubierto los objetivos básicos que se marcó antes de arrancar: copar todas las plazas para los cursos de baile, unas 900, que había ofertadas y lograr aceptables niveles en la venta de entradas para los espectáculos programados. En este segundo caso, más de una veintena de espectáculos agotaron todas las localidades o prácticamente rozaron el lleno completo del aforo. Un motivo para que la organización esté satisfecha, pero también para que comience a plantearse la necesidad imperiosa de disponer de escenarios alternativos, caso de la Sala Paúl, que permitan diversos pases de un mismo espectáculo con potencial para lograr varios llenos. En lo tocante a la calidad de la programación, en Villamarta hubo más luces que sombras, pero el nivel no fue el de ediciones anteriores. Y en este punto es necesario insistir en el hecho de que la muestra de baile flamenco y danza española de la ciudad ha vuelto a encontrarse en uno de esos años transitorios, a medio camino entre la última edición de la Bienal Málaga en Flamenco, celebrada el pasado septiembre, y una nueva Bienal de Sevilla, que tendrá lugar casi al final del próximo verano. Esto ha supuesto que haya sido una edición floja en cuanto a estrenos, sólo '¡Viva Jerez!' se estrenó en Villamarta, y que prácticamente toda su programación se haya confeccionado basándose en retales de montajes, espectáculos y recitales ya vistos y oídos en otros eventos nacionales e internacionales. A todo esto se une cierta falta de ambición, o problema presupuestario, a la hora de potenciar otros escenarios, pues aunque es plausible el aumento de espectáculos puramente dancísticos y más alejados del flamenco, si es cierto que se ha observado un nivel artístico más débil en el grueso general del programa. No hay que olvidar que el Teatro Villamarta, principal escenario del festival, sólo ofrece 16 de los casi 50 espectáculos que oferta la muestra, por lo que se hace necesario, más si cabe, elevar el listón de lo que se propone fuera del coliseo de la plaza Romero Martínez. Alargar la muestra otros tres días, como se decidió recientemente, tampoco juega a favor de la calidad en la programación, máxime cuando el presupuesto es ajustado. Sí es cierto que los cursillistas lo sabrán agradecer, y que también el Villamarta tiene así margen de maniobra para preparar grandes espectáculos. Sin embargo, es otro asunto que se podría replantear, puesto que se gana por un lado, pero también se pierde en frescura.

Aun así, aun no contando con el presupuesto deseado ni con estrenos de relumbrón como las muestras señaladas, el Festival de Jerez ha ganado mucho público y agotado las plazas para los cursos. Esto demuestra que sigue consolidándose en el escenario nacional e internacional a pesar de haber cumplido, tan sólo, doce ediciones. Un mensaje claro de optimismo que subraya que las cosas se están planificando con bastante acierto. Un año más, los trasnoches también han evidenciado que el Festival de Jerez se vive de manera muy especial y bajo un ambiente sin parangón. Artistas, periodistas, cursillistas y público en general han vuelto a coincidir en la 'capital del baile'.

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