DESTinos culturales para la primavera Una referencia para los aficionados a la pintura

La ciudad que se convirtió en musa

  • Cuenca, escenario por el que sintieron fascinación algunos de los creadores más destacados del siglo XX, se mantiene como uno de los principales puntos del país en la difusión del arte contemporáneo

Los soberbios perfiles de piedra sobre los que se erige la ciudad antigua de Cuenca, la sobria belleza de los edificios orientados a la hoz del Huécar, invitan a quedarse a quien toma contacto con ese escenario. Así lo entendieron hace ya décadas una serie de pintores que, deslumbrados por el hechizo del paisaje, se instalaron en este enclave para continuar desde allí su obra, convencidos de que el lugar transmitía unas vibraciones idóneas para inspirarse. Fernando Zóbel, Gerardo Rueda, Gustavo Torner, Antonio Saura, Manolo Millares y José Guerrero fueron algunos de los pioneros en vincular el nombre de Cuenca a la vanguardia. La fundación del Museo de Arte Abstracto Español, una iniciativa en la que Zóbel situaba su extraordinaria colección personal, iniciaba a mediados de los años 60 un diálogo con la creación contemporánea que la capital prolongaría, más tarde, con la apertura de varios centros expositivos. Hoy, esta ciudad nombrada en 1996 Patrimonio de la Humanidad conserva ese legado y es una referencia ineludible para los aficionados al arte.

El catálogo que atesora el Museo de Arte Abstracto Español, situado en una de las espectaculares Casas Colgadas, refleja ese papel primordial que Cuenca desempeñó en la plástica de la posguerra. El espacio acerca al visitante la producción de los artistas no figurativos más destacados del país: obras de Canogar, Cuixart, Chillida, Chirino, Hernández Pijuan, Mompó o Tàpies forman parte de una colección en la que también hay cabida para los autores -Zóbel, Rueda, Guerrero- que promovieron el proyecto, merecedor -entre otros reconocimientos- de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y del Premio al Museo del Año por parte del Consejo de Europa.

Junto a Zóbel, otro coleccionista que ha influido de manera decisiva en la actividad cultural conquense fue Antonio Pérez, cuya fundación, abierta en el antiguo Convento de las Carmelitas Descalzas, también destaca por la calidad de unos fondos en los que conviven el Equipo Crónica, Andy Warhol, Miquel Barceló y Luis Gordillo. Pero el atractivo del espacio no reside sólo en las piezas exhibidas, también en la inteligencia y el humor con que este coleccionista e intelectual, promotor de la mítica editorial El ruedo ibérico, ha planteado un discurso museístico en el que las obras de consagrados se muestran junto a objetos encontrados por Pérez, hallazgos realizados en la calle o en la naturaleza en los que su propietario también distingue un indudable valor artístico.

Dos nombres más, los de Antonio Saura y Gustavo Torner, refuerzan ese idilio de la ciudad con el arte contemporáneo. Cerca de la Catedral -una construcción con influencia franconormanda debido a la relación que tuvo Leonor de Lancaster con Cuenca- se encuentra la fundación del primero, con la que se cumple el deseo del oscense de permanecer vinculado tras su muerte a una ciudad por la que sentía fascinación. Un paisaje prodigioso junto al Parador de Turismo rodea el Espacio Torner, un antiguo templo que acoge 40 obras del artista y que se ha concebido como un lugar de contemplación, como un punto de encuentro del hombre con esa callada espiritualidad del arte de la que Cuenca parece saber tanto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios