Cultura

La ciudad de las mil evocaciones

  • Fátima Ruiz de Lassaletta presentará el miércoles en la Bodega de Mora un libro sobre las casas-palacio de El Puerto

Conocida como "la ciudad de los cien palacios", frase que popularizó José de las Cuevas en un artículo periodístico hace ya 60 años, el paso del tiempo y el abandono del patrimonio de El Puerto hasta los años 80 le hicieron un flaco favor a esta sentencia que la engalana. A partir de entonces, y con el reconocimiento de su casco histórico como Bien de Interés Cultural, administraciones y particulares tomaron una mayor conciencia de su conservación. Entre dichas personas defensoras de la historia está la jerezana Fátima Ruiz de Lassaletta, que durante dos años se puso manos a la obra para dar vida a un libro que hace una selección de 50 palacios de cargadores a Indias de los cuales, 12 son los que se encuentran en buen estado y uso, casas-palacio de bodegueros que permanecen en pie y casas señoriales que sin ser palacios tienen historia. El resultado final es La ciudad de los cien palacios. De cargadores a Indias del XVII a bodegueros del XX, que se presentará el próximo miércoles, 7 de agosto, a las 21:00 horas, en la Bodega de Mora de El Puerto.

Una obra, documentada en el archivo municipal y por el conocimiento de ciertos de estos espacios por parte de la autora, que cuenta con el prólogo de Luis Suárez Ávila, en el que bien se destaca que es un libro "de evocaciones y recuerdos, de tiempos idos y de juventud revivida que servirá al lector para evocar un mundo de sedas y bordados de las Colonias, de maderas nobles y con olor a especias, a café de las Indias y a vino fino". "El libro es una 'segunda parte' de Casas señoriales, bodegas y Sabores de Jerez que publiqué en 2006, en el que se contemplaban, estudiaban, describían e ilustraban - con mis propias fotografías- las casas-palacio y una decena de bodegas monumentales de Jerez, con el ánimo de invitar a sus propietarios a conservarlas y a los urbanistas a respetarlas. Por ello "faltaría' una tercera parte: las hermosas casas-palacio de Sanlúcar y sus bodegueros, para completar así el Marco de Jerez y su historia moderna", detalla la autora.

La figura y oficio del cargador a Indias se dio en los puertos de mar de la Bahía y Sevilla -entre Cortadura y el Coto, en los propietarios de barcos-, armadores de los siglos XVII y XVIII, que importaban y comerciaban con las mercancías de la Nueva España americana y Filipinas, como especias, sedas, café y cacao, tabaco, ron… "Ellos -añade Lassaletta- se hicieron labrar con sus éxitos, hermosas casas-palacio con almacenes adjuntos, de inmenso interés arquitectónico, por los mejores maestros (de obras)". Hay que destacar también que el bodeguero se originó en el Marco mucho antes, "hace 3.000 años, con la llegada de los fenicios, con Columela labrador romano y los monjes Cartujos en la calle Naranjas -donde tenían un bodeguita que surtía al convento-. Y hasta los vitivinicultores que también, tras triunfar en el comercio, fueron herederos o restauradores de aquellas casas-palacios, cuya conservación, para la imagen e infraestructura turística de las ciudades, tanto me interesa, en los siguientes siglos XIX y XX, cuando se da la mayor expansión en la producción del jerez y el brandy", apunta la autora.

De esta forma, donde en Jerez triunfan mayoristas genoveses y flamencos, en El Puerto y Cádiz lo hacen las gentes del Norte de España e irlandeses, que repiten como bodegueros uniéndose ingleses y franceses, estos últimos en Cádiz, como Lacave, Pemartín. "Y no sólo -añade- se asocian los de allí en el gremio de la vinatería de Jerez, sino que se producen también excelente brandys y licores, que posteriormente se incorporan a la Denominación de Origen y a los Consejos Reguladores cuando son creados, ya en el XX".

Detalla Lassaletta que las casas-palacio de cargadores El Puerto y Cádiz tienen tres principales diferencias con las de Jerez. Las primeras tienen una entreplanta y torre de vigía, para otear la llegada de sus mercancías o las ajenas, con bodegones adjuntos. "Cosa esta última que sólo recordamos en Jerez en las casas-bodega de Sánchez Romate, de Bobadilla en la calle Cristal y el Recreo de Paúl en la calle Sevilla - ya que las casas-palacio de Jerez se construyeron exprofeso en el centro histórico y las bodegas a las afueras". Por ende, en las tres ciudades principales de la provincia, sus edificios se decoraron con una riqueza inusitada gracias a la prosperidad en el comercio, con maderas de Cuba, porcelanas de la Compañías de Indias Inglesa, tapicerías y bordados de oriente, - especialmente de Las Filipinas, y más tarde con mobiliario y plata ingleses, que los bodegueros se encargaron de comprar en Londres. "Aquello no era chocante -concluye- ya que estos bodegueros generaban puestos de trabajo y bienestar general, algo que se consideraba riqueza para las ciudades. Ahora subastados o divididos dichos ajuares por los herederos, sólo quedan estos ricos continentes de piedra, que los consistorios e instituciones deberían conservar o, al menos, proteger e incentivar su uso para público e infraestructura turística".

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